

Dos precoces montañeros de cima en cima por España
Desafío en Familia ·
Los hermanos Rafael y María, pacenses de ocho y diez años, se han propuesto subir con sus padres la cumbre más alta de cada provincia y ya llevan 18 en lo que va de añoSecciones
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Desafío en Familia ·
Los hermanos Rafael y María, pacenses de ocho y diez años, se han propuesto subir con sus padres la cumbre más alta de cada provincia y ya llevan 18 en lo que va de añoRafa y María Álvarez-Buiza Otero son hermanos, tienen 8 y 10 años respectivamente y podrían dar una clase de geografía a más de un ... adulto. Su especialidad es el punto más alto de cada provincia, cimas que recitan de memoria. Las conocen porque en menos de nueve meses han subido a casi la mitad de estas 48 cumbres de España, algunas de las cuales comparten dos y hasta tres provincias.
Así aprovechan los fines de semana estos pacenses. «Por el camino hemos visto fósiles, cabras o lagartos azules en Peñalara, en Madrid», relata Rafa entusiasmado mientras su padre suspira y recuerdan que ahí se perdieron y tuvieron que afrontar una peligrosa cresta imprevista. También han sentido la amenaza de la niebla y los rigores del frío, por no hablar de las agujetas que la familia entera soporta hasta mediados de semana cada vez que regresan.
María Álvarez-Buiza Otero
Montañera de 10 años
«No hay que confiarse en la montaña. Cuando fuimos a El Chullo, en Almería, parecía fácil y luego arriba, a más de 2.600 metros, casi nos lleva el viento, teníamos que ir agarrados unos a otros», describe la pequeña María sobre un proyecto ideado el año pasado por su padre cuando bajaban por el galayar de Gredos. «Noté que los pequeños se quedaban con más ganas de montaña y se me ocurrió esto para estar juntos y conocer España», dice Rafael padre, escalador aficionado. María, la madre, se sumó al reto y el pistoletazo de salida fue el 2 de enero de este 2022. La climatología manda, así que no tienen fecha para concluirlo. Solo se han impuesto una regla: deben hacer cumbre los cuatro. «O todos o ninguno –subraya el pequeño–. De momento, las que hemos intentado las hemos subido, pero dice mi padre que si alguna vez hay que retirarse no pasa nada, se vuelve otro día porque las montañas no se mueven». «Yo lo que he aprendido –añade su hermana– es que cuando te faltan las fuerzas hay que tirar de voluntad».
Crampones, cascos, arneses, cuerda,... parte del material necesario se lo presta el Club de Montaña y Escalada de Badajoz (CMEB) al que pertenecen. De momento, estos dos pacenses que están a punto de empezar tercero y sexto de primaria en el colegio Santo Ángel de Badajoz ya han tachado de su libreta 18 cimas provinciales: Bonales (Huelva), que hicieron el mismo día que subieron a pie hasta Tentudía (Badajoz); Corocho de Rocigalgo (Toledo) dos semanas después y a continuación, en el mismo fin de semana, El Torreón (Cádiz) y El Terril (Sevilla). Siguieron otros picos andaluces como La Tiñosa (Córdoba) y Magina (Jaén) antes de ascender a La Atalaya (Albacete) o Pico del Obispo (Murcia), La Maroma (Málaga) y Peñalara (Madrid y Segovia). Los cuatro subieron después El Chullo (Almería) y antes del verano consiguieron el techo de la península, el Mulhacén (Granada), de 3.479 metros de altitud. También en mayo atacaron El Torreón (cimas de Cáceres y Salamanca), en la Sierra de Béjar, donde una bajada repentina de la temperatura los puso en aprietos. Pero si hay una cima mítica que han sudado y les ha obligado a superar sus miedos ha sido el codiciado Almanzor (Ávila, 2.592 metros). Fue el pasado 12 de agosto cuando abrazaron el punto más alto del macizo central, el cual requiere escalar en el tramo final antes de un afrontar un destrepe de vuelta por pedreras que exigen máxima concentración. Les llevó doce horas.
«En el Almanzor hubo que usar cuerdas y nos ayudaron dos amigos de mis padres. Si no es por ellos no lo conseguimos. Y en el Torreón, en la Sierra de Béjar, se nos hincharon la manos por el frío y no podíamos agarrar la cadena que te ayuda en el 'Paso del Diablo', menos mal que nos dejaron unas cazadoras de plumas», relata Rafa, que a sus ocho años espera que en las próximas cumbres sus padres le permitan dormir al raso. Y es que, salvo el Mulhacén, en cuya ascensión emplearon dos jornadas haciendo noche en un refugio, todas las cimas las han conseguido en el día.
Rafael Álvarez-Buiza Otero
Montañero de 8 años
Su hermana María explica que la organización previa es fundamental. «En casa tenemos una lista: brújula, silbato, linterna frontal, crema solar, tiritas y 'Miti' y 'Cabrita', que son dos mascotas de Lego que nos dan suerte y las fotografiamos en cada cima. También vamos siempre pendientes del reloj porque si vamos fuera de la hora calculada hay que darse la vuelta. Lo primero es la seguridad», apunta la menor.
Antes de que finalice el año los Álvarez-Buiza Otero intentarán el pico más alto de Zamora, los cuatro gallegos y el del País Vasco. El resto cuando pase el invierno, sin prisa, dice el padre. «El Teide (más alto de España, en Tenerife, 3.715 metros) no me preocupa, pero el Aneto (Huesca, más alto del Pirineo con 3.404) sí me da respeto», señala el menor, que ya ha recabado información de las montañas pendientes.
Dice la madre que para motivarse han visto documentales sobre el Himalaya, los más recientes del Kanchenjunga y el K2. Preguntados sobre si les gustaría subir algún ochomil los dos hermanos responden «¡nooo!» al unísono. «Vamos poco a poco –matiza Rafa, el pequeño– mejor primero intentar subir algunos seismiles».
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