Primarias decisivas para Extremadura

Las votaciones para elegir hoy en primarias al secretario general del PSOE de Extremadura plantean en sí mismas un abanico muy variado de posibilidades y de consecuencias, tanto en el plano puramente partidista como en el institucional y ciudadano. Situados en el terreno de las meras hipótesis, la primera pregunta a resolver es, como la más probable, ¿qué ocurre si el actual secretario general de los socialistas extremeños, Guillermo Fernández Vara, gana las primarias? Significaría desde luego que el actual dirigente refuerza su liderazgo al frente de la organización que encabeza y, ahí tal vez lo más esencial para la ciudadanía, su condición de presidente de la Junta de Extremadura y primer representante del Estado en la región. A nadie se le oculta que si el candidato de un partido que, no debe olvidarse, consiguió 265.015 votos en los últimos comicios autonómicos resulta también ganador en una votación ‘interna’ después de ser uno de los baluartes de la candidata que perdió frente a Pedro Sánchez, su posición política e institucional ganaría en firmeza. Desde ese instante, superado el trámite orgánico de las primarias, Vara estaría en su perfecto derecho de reclamar del conjunto del PSOE extremeño idéntica lealtad, máxima, y apoyo al brindado al actual secretario nacional tras haber superado un proceso igual semanas atrás. Dentro de esta hipótesis, y más allá de la bondad o irracionalidad de cualquier proceso de primarias en un ámbito donde se gobierna, es obvio que la posición del PSOE saldría potenciada frente a las otras formaciones políticas –impulsadas por las grietas de división y discrepancia en las filas de sus adversarios– y el propio Fernández Vara revalidaría su credibilidad y ampliaría su margen de maniobra para centrarse y afrontar con renovados bríos su tarea diaria como presidente de la Junta de Extremadura y los enormes desafíos de la región.

¿Pero qué ocurriría si el actual secretario general del PSOE extremeño pierde las primarias? Las posibilidades, aunque esta opción no es la que gana en las apuestas, también son muy variadas, con un denominador común: algo así abriría un periodo de intensa incertidumbre en el ámbito del propio partido y sobre todo en el de las instituciones donde el PSOE tiene responsabilidades directas de gobierno. En primer lugar, la situación paradójica de que un grupo reducido (10.300 militantes) estarían ‘desautorizando’, directa o indirectamente, a quien hace solo dos años obtuvo el respaldo de más de un cuarto de millón de extremeños. Por encima de formalismos del tipo «son elecciones distintas, no tienen nada que ver», resulta incuestionable que si al presidente de una Comunidad Autónoma le retira el apoyo mayoritario la organización que le ha situado ahí, ante él y la institución que representa aparecería un panorama inestable y con múltiples incógnitas. La pérdida de las primarias por parte del actual secretario general le obligaría a plantearse al menos cuatro escenarios distintos, ninguno ilusionante ni plausible. El primer escenario: convocar elecciones para una legislatura corta, hasta 2019. El segundo, plantear una moción de confianza, que podría ganar o no. El tercero, dar un paso atrás y proponer a un nuevo líder entre los diputados de su grupo. En estos dos escenarios el papel de Podemos sería decisivo. Y el cuarto, seguir gobernando la Junta pero con un grupo socialista en la Asamblea de Extremadura que ‘dependería’ directamente de lo que ordene un secretario general y un aparato que no están en línea, si acaso todo lo contrario, con el presidente de la Junta. Esto es lo que se decide hoy, ni más ni menos.