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Los Sauces es el típico restaurante de carretera ubicado junto a una gasolinera. En el primero cada vez sirven menos comidas, en la segunda ya apenas repostan conductores. Están a las afueras de la Roca de la Sierra y desde su terraza se ve la ... señal que impide continuar por la N-523, que se partió hace 16 días y desconectó Cáceres de Badajoz por la vía más directa.
Ya no paran viajeros, solo gente del pueblo y la facturación en Los Sauces ha bajado a más de la mitad, reconocía ayer Julián Cordero. Este camarero vive al otro lado del socavón, en Puebla de Obando, a ocho kilómetros de Los Sauces que se han convertido en 33. Solo en este restaurante hay dos afectados más, otro camarero y el cocinero, que desde hace dos semanas tienen que dar un rodeo y hacen más de 65 kilómetros diarios para llegar al trabajo.
«Hoy para estar a las siete menos cuarto –decía ayer Cordero– he tenido que salir de mi casa a las seis de la mañana por una carretera que es muy peligrosa. Esta mañana había niebla y como te cruces con un camión tienes que parar y echarte a un lado. De hecho la cuneta está llena de retrovisores porque está habiendo muchos encontronazos y encima la están arreglando. Es muy estrecha, ahora pasan muchos coches y se ha ido el alquitrán, por no hablar de lo que me estoy gastando en gasoil cuando tengo turno partido», se quejaba ayer sobre el itinerario que existe de momento, a través de Villar de Rey, que tiene desquiciados a cientos de vecinos.
Han pasado 16 días desde que la N-523 se partió a medio camino entre Badajoz y Cáceres por culpa de las lluvias justo por donde discurre el arroyo La Troya. A un lado del socavón queda La Roca de la Sierra (1.470 habitantes), a otro Puebla de Obando (1.860) y a la mayoría de ellos estas más de dos semanas se le están haciendo eternas. Fue el 21 de diciembre, hace ya una semana, cuando el delegado del Gobierno, Francisco Mendoza, aseguró que esa antigua vía que discurre casi paralela y que podría ser una solución provisional estaría lista «cuanto antes».
Pero los afectados no son solo los trabajadores que viven en un pueblo y trabajan en el otro. Cuando vuelvan las clases los alumnos tendrán que seguir dando un rodeo en su transporte escolar que trastocará sus rutinas. Y aunque el SES ha habilitado una ambulancia de urgencias, la combinación de servicios sanitarios que se daba entre el centro de salud de La Roca y el consultorio médico de Puebla de Obando también se ha roto y esto inquieta a los vecinos más mayores.
Julián Cordero
Camarero en Los Sauces
Lo peor, dicen varios de ellos, es que casi nadie ve cerca la solución y la indignación ha ido creciendo porque hasta esta semana no se ha visto una sola máquina trabajando en la zona. Allí, justo en el kilómetro 45, la tarea es doble: por un lado reconstruir el socavón; por otro, acondicionar una vieja carretera paralela de menos de un kilómetro que sortea el agujero.
Ambas vías son de titularidad estatal y hasta hoy el Ministerio de Transportes no ha explicado su plan, el cual no contiene plazos. El alcalde de Badajoz, Ignacio Gragera, se acercó ayer a ver el socavón y lo que presenció no le inspiró ni optimismo ni confianza. «Me preocupa que no se avance en la solución. Es bastante triste que no se dé a esta obra la importancia que tiene. Y esto que van a hacer, donde a duras penas se cruzan dos coches, es un apaño que no da respuesta a las necesidades que tienen Badajoz y Cáceres. ¿Es un apaño necesario?, sí. Pero habría que recurrir a todos los mecanismos de emergencia posibles y adjudicar la obra a quien tenga un tiempo de respuesta más rápido».
Según indicaron ayer propietarios de la fincas que han quedado divididas a ambos lados del socavón, hace dos días llegaron los ingenieros a comprobar el estado de ese trazado alternativo que aún cubre la vegetación y no fue hasta ayer miércoles cuando las primeras máquinas empezaron a trabajar sobre el terreno. Pero fue arrancar y toparse con el primer contratiempo, una superficie pizarrosa complicada de romper para poder avanzar con la obra. En total había tres camiones y una excavadora.
José de la Peña tiene la finca Sierra Traviesa, una hermosa dehesa con cochinos y vacas ajenos al trastorno que hay montado alrededor, aunque su dueño no haga más que darle vueltas a la cabeza pensando en cuándo volverá todo a la normalidad.
«Solo para traer el pienso hay que dar una vuelta de sesenta kilómetros en un tractor con un remolque por una carretera donde dos camiones no se cruzan y el firme tampoco está preparado para este tipo de tráfico. Los camiones te echan fuera, ellos no se apartan porque les da miedo salirse», decía ayer este empresario que además de ganado gestiona un restaurante y dos gasolineras a ambos lados del socavón.
«En las gasolineras la facturación ha bajado un 80%», afirma. Pero lo peor, prosigue, es que en la plantilla está cundiendo el desánimo. «Tenemos gente de la Roca que viene a esa finca a trabajar y tiene que hacer más de sesenta kilómetros todos los días, e igualmente gente de La Roca que trabaja a diario en la gasolinera de Puebla de Obando. El ánimo está fatal porque no sabemos cuándo acabará esto. Llevamos casi veinte días y solo ha desbrozado esto un poco la semana pasada, pero las máquinas no han llegado hasta hoy».
Las declaraciones las hacía sobre el que llaman Puente del Barbero, una construcción de piedra sobre el que surgen dudas sobre si soportará el tráfico que se avecina, aunque ya se ha aclarado que solo se permitirá la circulación a vehículos ligeros.
Según le han dicho, hay que echar una capa de zahorra, pero lo más importante es que los pilares del puente aguanten, por eso hay que hacer una prueba de carga sobre la que a más de uno no tiene demasiadas expectativas. En cambio, lo que no da lugar a especulaciones es el ancho de ese puente, donde dos vehículos se cruzan con dificultad.
Manuel de Andrade dueño de la finca Las Pizarrillas, también dividida, teme que la obra definitiva, la que reconstruya el puente de la N-523, se alargue en el tiempo, aunque su preocupación justo ahora es el ganado. «Lo ocurrido me afecta por las alambradas. Entre los varios rotos que tenemos todavía no sabemos si el arrendatario de la finca ha perdido alguna vaca. La verdad es que llevamos quince días y no han hecho aún ni una prueba de carga para ver si echan o no zahorra y lo que tampoco tiene fecha es el roto de la carretera nacional. Puede que lo que hagan de manera provisional termine siendo para mucho tiempo, eso es lo que temo».
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