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J. López-Lago
Domingo, 29 de octubre 2017, 08:36
Toda región tiene una lista de proyectos pendientes. Pero cuando el contexto es el de un país con los Presupuestos Generales del Estado para 2018 sin aprobar y con un retraso importante, el desbloqueo de decenas de obras empieza a complicarse. A este escenario económico incierto habría que añadir que la comunidad extremeña ya no recibirá los habituales chorros de dinero europeo para infraestructuras, pues desde Bruselas suponen que hemos sido bien dotados de grandes obras, y por eso las próximas inversiones serán en formación e innovación.
La lista de proyectos que se han quedado por el camino o se eternizan es larga. En Extremadura la más flagrante es el tren de alta velocidad, y aunque el Gobierno aseguró a finales de septiembre que el AVE no se iba a retrasar por falta de presupuesto, es inevitable incluir esta infraestructura de la lista de proyectos olvidados.
Muchas inversiones suelen anunciarse en periodo preelectoral y muy pocas veces la Administración que se comprometió a ejecutar una obra anuncia años después que cambia de idea y ésta no saldrá adelante. En la relación de proyectos pendientes en Extremadura los hay que se solo se han prometido; también que se han iniciado gastando dinero público para los estudios previos; y otros en los que los trabajos se han quedado a medias
Entre las obras guardadas en un cajón o que no avanzan hay muchas carreteras, pero también un teatro, un trasvase, un hospital o un centro deportivo, por poner algunos ejemplos.
En Badajoz el caso más sonado es el de la Plataforma Logística. El pasado mes de septiembre recibió la última visita de políticos. Hablaron de que recibirá 45 millones hasta 2020 y de que en dos años comenzaría su actividad. La realidad no obstante es que tiene ya un retraso de 13 años y que, aunque se han iniciado las obras de urbanización, la conexión ferroviaria no se ha concretado aún, y esto es clave para que las empresas empiecen a interesarse por esta instalación.
En el caso de Cáceres chirría que se vaya a cumplir una década desde que se iniciaron los trabajos para el trasvase de Portaje, por el cual el agua del pantano de esta localidad abastecería a la ciudad de Cáceres.
Se inició antes de 2007 tras una adjudicación de 40 millones y una previsión de finalización en el año 2010. En la actualidad las obras están a medias después de que se hayan invertido varias decenas de millones. Se puede decir que es una obra bloqueada por intereses surgidos tras su comienzo.
De hecho, la Confederación Hidrográfica del Tajo no tiene interés en acabarla para no gastar más dinero, y el Ayuntamiento de Cáceres no la reclama porque supondría aumentar el recibo del agua, ya que hay que sufragar parte de la infraestructura por esta vía. Como contexto que ayude a entender el parón hay que apuntar que la idea del trasvase en lugar de un pantano nuevo (como defendía el PP) se le ocurrió al PSOE, y ahora es el PP el que gobierna tanto en la Moncloa como en el ayuntamiento cacereño.
En el ámbito cultural tanto Mérida como Cáceres tienen proyectos pendientes. La reforma del Museo de Cáceres es otra de las inversiones largamente esperadas, desde hace más de 20 años. Solo por poner una fecha, cuando la ministra de Cultura de Zapatero Carmen Calvo visitó Cáceres en 2004 dijo que ellos sí iban a acometer la rehabilitación pendiente. Precisamente en este mes de octubre se ha anunciado que la obra comenzará en junio de 2018, 14 años después.
En el caso de Mérida, la reforma del antiguo cine María Luisa se remonta a 1991, cuando apareció la primera partida presupuestaria la recuperar este espacio.
En 2000 se cerró, en 2005 el Consejo de Ministros anunció que haría la obra, pero después se supo que ésta sería posible con un convenio a tres partes con la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida. A continuación llegó la crisis y la reforma quedó aparcada sin plazo.
En el ámbito sanitario, Cáceres tiene otra cuenta pendiente con un hospital que terminará reemplazando al San Pedro de Alcántara, que se ha quedado pequeño y viejo. Guillermo Fernández Vara puso el 29 de diciembre de 2006 la primera piedra del futuro hospital cuando era consejero de Sanidad.
Después, cuando se había superado el 90% de su ejecución, el PP paró la obra por divergencias con la empresa. Otros reveses judiciales han ralentizado el ritmo de los trabajos. El planteamiento inicial era que el nuevo hospital empezara a atender a los ciudadanos en 2011, y que el viejo San Pedro de Alcántara aguantara abierto hasta 2014.
Es evidente que no ha sido posible. Este verano se planteó que abriera por fases, pero el PP se niega. No se trata por tanto de una obra que vaya a quedar en el olvido. La última previsión que dio el Servicio Extremeño de Salud fue que estaría terminado en 2018. Lo que será más difícil de calcular será su puesta en funcionamiento por la complejidad que entraña un hospital de ese tamaño.
Otro tipo de infraestructuras, en este caso deportivas o sociales, también están atascadas y en algunos casos, como el del centro de tecnificación de Alange, dando la sensación de que ha sido un dinero público tirado a la basura. Se prometió en 2005 e iba a ser una referencia nacional y en 2011 finalizó la obra junto al embalse de Alange, a 16 kilómetros de Mérida. Solo quedaba dotarla por dentro y urbanizar el exterior. Se dijo hace más de un año que abriría en 2017 después de cinco años cerrada, y todavía hoy sigue sin haber noticias sobre su puesta en funcionamiento.
Un caso similar es el de la piscina climatizada de Trujillo. Según informa Javier Sánchez Pablos, en 2007 se habló por primera vez de que esta localidad cacereña tendría piscina climatizada mediante placas solares. En 2011, tras diversos retrasos, el gobierno local, socialista, anunció la terminación de la obra, pero han pasado los años y la piscina sigue sin funcionar. Después
ntró otro equipo de gobierno, del PP, que dice que el mantenimiento tendría un coste muy elevado. Conclusión, se han invertido en esta iniciativa cerca de 700.000 euros y los populares no consideran prioritario abrir esta piscina cubierta.
Pero si hubiera que ordenar por años cogiendo polvo, hay dos proyectos en Plasencia que se llevan la palma. La reforma integral de las avenidas de España y Martín Palomino llevan ya tres décadas prometiéndose. Ya está presupuestada, pero falta firmar un convenio entre el Ministerio de Fomento, la Junta y el Ayuntamiento para que se pueda hacer. En cuanto esté firmado el convenio la Junta licitará la redacción del proyecto. Luego asumirá un tercio de la obra el Ministerio, otro tercio la Junta y otro el Ayuntamiento, por lo que aún faltan trámites. Son solo seis millones de euros de inversión, pero está costando gastarlos una eternidad, piensan los placentinos.
Otra primera piedra fue la que puso en noviembre de 2006 Juan Carlos Rodríguez Ibarra cuando era presidente de la Junta de Extremadura. Fue en Badajoz y en realidad era para dar inicio a las obras de desdoblamiento del acceso por la carretera de Cáceres (EX-100). Esa autovía para unir las dos capitales de provincia siempre ha estado en la agenda desde entonces, pero pasos concretos se han dado pocos más allá de ponerle el nombre de EX-A4.
Con motivo de un accidente mortal de tráfico ocurrido este mes, el proyecto se ha puesto de nuevo de actualidad. Todos los partidos políticos coinciden en que esta autovía que no llegaría a cien kilómetros es necesaria.
Como se sabe, sobre esta obra, la Consejería de Economía e Infraestructura de la Junta de Extremadura reconoció este mes que no hay disponibilidad presupuestaria para poder abordarla y apuntó la posibilidad de financiarla con fondos europeos en el período 2021-2027. Mientras, la Junta mantiene guardado en un cajón el proyecto técnico, que está terminado desde el año 2009, cuando el Gobierno regional tenía previsto terminar la obra en 2012, con fondos propios, aunque luego el Gobierno central asumiría el coste.
El trazado atraviesa la sierra de San Pedro, pero el proyecto contaba incluso con una declaración de impacto ambiental favorable. Después la crisis económica dio al traste con esta inversión, y el proyecto sigue paralizado a la espera de que la Junta pueda disponer algún día de presupuesto para esta inversión, de más de 500 millones de euros.
Pero la lista de las carreteras olvidadas no acaba aquí. La variante de Zafra era para no tener que atravesar la localidad para conectar con la A-66. Se planteó en 1999 para desviar los camiones principalmente y años después se realizó el proyecto –salen 7 kilómetros– e incluso se obtuvo el visto bueno medio ambiental. Sin embargo, y aunque la densidad del tráfico aumenta cada año, la obra no ha comenzado aún.
Otra variante atascada es la conexión entre autovías a la altura de Cáceres, también llamada Variante Sur (no confundir con Ronda Sur), y que supondría enlazar la A-66 con la A-58 de Trujillo, para que el tráfico no tenga que entrar en Cáceres. Se anunció con Álvarez Cascos de ministro de Fomento.
Ya nadie la reivindicaba y se daba por por descartada, pero ha ‘resucitado’ en los presupuestos estatales de 2017 y su trazado está en información pública actualmente. Tendrá 13,9 kilómetros y ha salido a concurso por 37,9 millones de euros. Ya se ha topado con las primeras alegaciones de ecologistas, que no quieren que esta carretera se haga por el sur.
Hay más proyectos para mejorar las comunicaciones por carretera enterrados en algún cajón ministerial. Antes de la crisis, a Extremadura le prometieron unas cuantas autovías.
Una es la A-81 a Granada. Esto supondría desdoblar la N-432 que une Badajoz y Zafra, la carretera que conecta la principal población de la región con Andalucía. En 2012 el Ministerio de Fomento anunció que recuperaba este viejo proyecto, pero para que estuviera acabado en 2014.
La autovía del Levante (A-43) es para el conductor extremeño que quiera llegar a Valencia sin poner rumbo a Madrid. El último tramo que falta, hasta Torrefresneda (ya en la A-5) fue presupuestado por el Estado en 1998. En 2009 se supo que había que hacer de nuevo el estudio de impacto ambiental. Poco más se ha vuelto a saber desde entonces.
Otra autovía a la que se le puso nombre fue la que lleva a Huelva, la A-83. Saldría desde la A-66 a la altura de Zafra. Está en el Plan estatal de Infraestructuras (Pitvi) presentado por la ministra de Fomento Ana Pastor en 2012, pero la realidad es que la orografía debido a las sierras que atraviesa, así como los proyectos propios de la Junta de Andalucía, hacen que esta inversión sea cada vez menos viable, por lo que habrá que acostumbrarse con la red viaria actual para los siguiente años, o décadas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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