El PSOE de Extremadura se enfrenta el próximo sábado, 11 de enero, a una situación inédita. No solo porque debe elegir en primarias a ... su secretario general, un proceso todavía relativamente novedoso en la política española, sino sobre todo porque lo hace por segunda vez en 10 meses. Pese al poco tiempo transcurrido desde la elección de Miguel Ángel Gallardo, las diferencias son notables respecto al pasado marzo.
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En aquella ocasión, ninguno de los candidatos (ni el propio presidente de la Diputación de Badajoz ni Lara Garlito) optaban a la reelección tras la marcha de Guillermo Fernández Vara, lo que sí sucede ahora con Gallardo, que ve de este modo cuestionado directamente su liderazgo.
El ambiente interno, además, se percibe mucho más tenso en el PSOE extremeño que entonces, precisamente por una de las razones que, según los partidarios de la otra candidata en las primarias del día 11, Esther Gutiérrez, han motivado que se vuelva a celebrar un cara a cara: la falta de integración e incluso la exclusión premeditada de aquellos militantes, cargos públicos y trabajadores del PSOE que no dieron su voto a Gallardo en marzo.
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Pablo Calvo
Frente a estas acusaciones, el actual secretario general ha minimizado las críticas con el argumento de que la vicepresidenta de la Diputación de Cáceres se ha movido por intereses personales, tras no respaldar él su entrada en la Ejecutiva Federal.
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El cruce de reproches, que ambos candidatos se dijeron a la cara durante el debate celebrado el pasado viernes, no es más que el signo de división que en estos momentos atraviesa un PSOE de Extremadura, poco acostumbrado, además, a estar fuera del gobierno en la comunidad autónoma, y cuyos dirigentes ya no esconden públicamente sus diferencias, más de índole orgánica y personal que ideológicas.
La oposición frontal al modelo político del Partido Popular de María Guardiola es, en estos momentos, lo poco que une a los partidarios de una y otra candidatura. El hecho de que Gallardo deba declarar en calidad de investigado en el juzgado de instrucción número 3 de Badajoz dos días antes de las primarias, para explicar la contratación del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación, tampoco ha sido objeto de refriega interna, ya que el PSOE considera sin excepción que se trata de una campaña intencionada de desprestigio llevada a cabo por determinados medios digitales de comunicación, colectivos ultras como Manos Limpias y partidos como Vox. En cualquier caso, no se sabe cómo este factor pesará en el ánimo de los cerca de 10.000 militantes que deben votar 48 horas después.
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En marzo, Gallardo se impuso a Garlito con el 56% de los votos. Las quinielas indican que sigue manteniendo su apoyo mayoritario en la provincia de Badajoz, lo que puede resultar definitivo dada la diferencia de militancia a favor de la provincia pacense. Esther Gutiérrez, no obstante, era conocedora de este desequilibrio antes de presentar su candidatura. Ni uno ni otra cuenta públicamente con el apoyo de pesos pesados del PSOE extremeño ni de Ferraz, que en otoño sí recibió mal las críticas de Gallardo a algunas decisiones de Sánchez.
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