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¿Dónde han nacido los habitantes de un lugar? ¿En el propio municipio? ¿En otro de la misma provincia? ¿En otra comunidad autónoma? ¿En el extranjero? Hay una estadística que responde a estas preguntas, y en el caso de Extremadura, su análisis ofrece una ... primera conclusión: hay más vecinos forasteros en los pueblos y ciudades cacereños que en los pacenses. Está todo en el Atlas socioeconómico de Extremadura 2023, que dedica un apartado al índice de autoctonía, al que define como «el porcentaje de personas nacidas en el mismo municipio de su residencia respecto al total de la población».
A escala regional, una primera cifra vale para situarse: 85 de cada cien empadronados en Extremadura ha nacido en ella. A partir de aquí, hay diferencias entre las dos provincias. Otro dato aporta una pista de lo que sucede: las veinte localidades de la región con mayor porcentaje de población natural de la propia localidad están todas en la provincia de Badajoz. Son las siguientes, ordenadas de mayor a tasa de autoctonía: Baterno (83,5%), Malpartida de la Serena, Esparragosa de Lares, Campanario, Risco, La Coronada, Higuera de La Serena, Valverde de Llerena, Hornachos, Quintana de la Serena, Peñalsordo, Capilla, Garlitos, Cabeza del Buey, Segura de León, Cabeza la Vaca, Valle de la Serena, Zalamea de la Serena, La Haba y Esparragosa de la Serena.
Un repaso al listado permite advertir que dominan dos comarcas: La Siberia y La Serena, que además figuran entre las que más se han despoblado en los últimos años.
«El índice de autoctonía tiene que ver principalmente con tres variables: el aislamiento geográfico, el tamaño del municipio y las migraciones», analiza Antonio Pérez, profesor de Geografía de la Universidad de Extremadura (UEx) y autor de varias publicaciones sobre demografía regional. «Aunque cada caso puede tener sus circunstancias específicas –amplía–, en términos generales los pueblos más pequeños tienen más población envejecida, vecinos que o bien no se han movido de su localidad de nacimiento o bien emigraron pero luego regresaron». «Frente a esto –continúa–, los municipios más grandes atraen población nacida en otros sitios».
Antonio Pérez
Profesor de Geografía en la UEx
Uno de esos factores que él menciona, el del aislamiento geográfico, ayuda a explicar por qué los dos pueblos cacereños con mayor índice de autoctonía son Tornavacas y Piornal. En los dos casos, municipios de montaña (La Garganta es el situado a mayor cota de la región tras Piornal) y junto al límite provincial, Tornavacas con Ávila y La Garganta con Salamanca.
«El índice de autoctonía –amplía el profesor de la UEx –también nos habla del dinamismo económico de una zona y de la necesidad de mano de obra». A esto último se refiere también Marcelo Sánchez-Oro, profesor de Sociología en la UEx, autor de varias obras individuales y colectivas y articulista de HOY. «El índice de autoctonía más bajo –analiza– coincide con comarcas más dinámicas y con mayor necesidad de mano de obra extranjera, como es el caso de las comarcas del Campo Arañuelo y La Vera, y también del eje Coria-Moraleja».
Marcelo Sánchez-Oro
Profesor de Sociología en la UEx
Tal como él apunta, varias localidades de esas zonas presentan las menores proporciones de residentes nacidos en el propio municipio. Y también los porcentajes más altos de población extranjera. De hecho, en este punto vuelve a aparecer un dato que deja claro que hay más población foránea en las localidades cacereñas que en las pacenses. En la provincia de Badajoz, solo Orellana de La Sierra y La Codosera tienen más de un 10% de vecinos nacidos en otro país. En la de Cáceres, sin embargo, hay doce poblaciones que superan ese porcentaje, y varias rebasan el 20%.
«Este fenómeno hay que vincularlo al mercado laboral y a la necesidad de mano de obra foránea», sitúa Sánchez-Oro. «Parecería –amplía el profesor– que el sector agroindustrial de la provincia de Badajoz se nutre de población autóctona, sobre todo el sector primario, mientras que en Cáceres, y más en concreto las comarcas del norte con menores índices de autoctonía como Campo Arañuelo y La Vera, necesitan mano de obra extranjera intensiva».
Lo avala también Antonio Pérez, cuando apunta que «los extranjeros residentes en Extremadura son sobre todo trabajadores del campo, principalmente rumanos para el sector frutícola y marroquíes en el tabaco».
En todo este análisis, «también debería estudiarse hasta qué punto influye en los datos la capacidad de algunos municipios o zonas para expulsar a la población autóctona», sugiere Sánchez-Oro, que incluye en la radiografía «cuestiones de orden cultural y sociológico, como la tendencia a mantenerse en el territorio frente a la de buscar mejores expectativas yéndose fuera».
Plasencia y Cáceres son las ciudades extremeñas con más población nacida en otra comunidad autónoma. En concreto, en la primera son el 14,2% y en la segunda el 12,6%, según el Atlas socioeconómico de Extremadura, que detalla también que en Badajoz son un 10,8% y en Mérida un 11,7%. Del grupo de las diez más pobladas, quien más vecinos tiene procedentes de otra región es Navalmoral de la Mata, con un 19,3%. La capital del Campo Arañuelo tiene también la mayor tasa de población extranjera, con el 13%. Muchos son marroquíes que trabajan en el sector tabaquero. Le sigue Almendralejo con un 9,6%, principalmente por los rumanos que trabajan en la recolección de la fruta. Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia rondan el 5% de extranjeros.
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