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Recordando a Benedetti

Recordando a Benedetti

TRIBUNAS ·

Benedetti logró lo más difícil para el arte: bajar a la calle, mezclarse con la gente y conseguir que nos detuviéramos un momento a escuchar su voz inconfundible

IRENE SÁNCHEZ CARRÓN

Domingo, 20 de septiembre 2020, 11:17

El pasado 14 de septiembre Mario Benedetti habría cumplido cien años. El poeta uruguayo más universal nos dejó en 2009, con 88 años, tras una vida vivida intensamente en lo personal, lo artístico y lo político, ámbitos todos ellos que su instinto literario supo trasladar al papel. Benedetti escribió sobre todo poesía, pero estamos ante un autor que también exploró la narrativa y el teatro.

Su arte, puesto al servicio de la vida y del compromiso político, le convirtió en uno de los poetas en lengua española más vendidos y admirados por el público en general, puesto de honor que comparte con Pablo Neruda. Un hito en la difusión de su obra llegó en 1985, cuando Joan Manuel Serrat publicó el disco 'El sur también existe', compuesto íntegramente por textos del uruguayo. Para muchos fue la voz de Serrat la puerta de entrada a una obra que, utilizando la expresión de Blas de Otero, va dirigida de forma incondicional a la inmensa mayoría.

Pertenezco a una generación que copiaba a mano en las carpetas clasificadoras y en los cuadernos poemas enteros de Benedetti, sin saber muy bien quién era el escritor. Sus versos impactaban en los receptores adolescentes con la misma fuerza que lo hacían las 'Rimas' de Bécquer o los 'Veinte poemas de amor y la canción desesperada' de Neruda. Benedetti escribía ese tipo de poesía capaz de atraer la atención de públicos tan difíciles como el juvenil o el de aquellos que no suelen leer poesía. Copiábamos los poemas de principio a fin, y los memorizábamos a fuerza de leerlos y releerlos, sin hartarnos, siempre los mismos, siempre inagotables. 'Compañera usted sabe que puede contar conmigo', 'Una mujer desnuda y en lo oscuro', 'Porque te tengo y no' y 'No te salves' estaban entre los más copiados y aprendidos.

Por esta devoción juvenil, años más tarde me resultó chocante descubrir que aquel poeta que nos había cautivado a tantos no era santo de la devoción de buena parte de la crítica especializada. El mismo estilo poético que había encandilado a sus admiradores había alejado a Benedetti de sesudos críticos literarios y de colegas de profesión, algunos de ellos muy respetados en el mundo de las letras. Se le acusaba de escribir una poesía demasiado confesional y sentimental que además descuidaba el estilo y resultaba ramplona en el lenguaje. Mi sorpresa fue mayúscula.

En un hecho que algunas de las plumas más destacadas del panorama literario (Vargas Llosa, Valente, Gamoneda, Colinas) han cuestionado la calidad de Benedetti, propiciando encendidos debates. La polémica se reavivó con motivo de su muerte, a raíz de la publicación de algunas necrológicas en las que se valoraba al ser humano pero se cuestionaba al escritor. Los admiradores, enfurecidos, arremetieron en las redes contra autores mucho menos conocidos que se atrevían a infravalorar el trabajo de alguien que había puesto letra a las vivencias y sentimientos de varias generaciones.

¿Qué contiene la poesía de Benedetti para que guste al público en general tanto como desagrada a algunos eruditos? Estamos ante un autor que escribe versos directos, con un lenguaje inteligible, que apelan sin descanso a los sentimientos del lector. Se trata de una poesía más vitalista que introspectiva en la que predomina la acción sobre la reflexión y que aborda los sentimientos más elementales: el amor, la amistad, la nostalgia, el paso del tiempo. El acercamiento se produce a menudo desde el optimismo, celebrando el amor, la pasión, el placer, los pequeños dones de la vida cotidiana, la risa, la alegría. Bien sabido es que en los ámbitos cultos se tiende sin remedio a despreciar el optimismo y se otorga a la tristeza y el derrotismo una superioridad intelectual que no siempre está justificada.

Benedetti saca a la calle, juntos e iguales, al hombre y a la mujer para que muestren su amor y su compromiso político. Como Neruda, fue capaz de presentar unidos dos temas, el amor y el compromiso político, que hasta ese momento solían aparecer por separado. Con un fino instinto teatral, logró crear personajes tiernos en los sentimientos amorosos y fuertes en la defensa de sus ideales, con los que muchas parejas se identificaron. Son los amantes y a la vez camaradas que encontramos en sus poemas más conocidos.

Es cierto que Benedetti publicó mucho y su calidad a veces se resiente, pero en el fondo del rechazo hacia su poesía late un viejo debate artístico que, a mi juicio, esconde una falacia: el de que la literatura de carácter popular apela a sentimientos e ideas más básicos mientras que la literatura culta se dirige a sentimientos más elevados y graves. Si nos fijamos, clásicos como Lope, Góngora, Alberti o Lorca han transitado ambos mundos, con sus respectivas retóricas, porque querían comunicar unos mismos sentimientos a todos. La lírica primitiva o el romancero antiguo, dos productos genuinamente populares, supieron comunicar los más elevados y delicados sentimientos con un lenguaje claro y preciso, y a la vez lleno de matices, que el pueblo llano entendía y disfrutaba.

Benedetti, como los autores verdaderamente grandes, logró lo más difícil para el arte: bajar a la calle, mezclarse con la gente y conseguir que nos detuviéramos un momento a escuchar su voz inconfundible, a la vez que hacíamos nuestro su mensaje vitalista.

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