Jesús Lorenzo Aguilar, natural de Orellana La Vieja, ha cumplido el deseo de su madre, «fervorosa extremeña», como dice este escritor, jurista, mediador y docente. ... Acaba de publicar un libro basado en Extremadura. Se trata de la novela 'Orellana, en busca del cielo' (Ediciones Lorca), que fue presentado el pasado 22 de marzo en Madrid, con la asistencia del presidente de la Junta de Extremadura. La obra destaca la figura de Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas, que nació en Trujillo aunque su familia provenía de Orellana La Vieja y Orellana La Sierra.
–¿Cómo surge la idea de escribir sobre este personaje?
–Comencé a ver fuentes, que hay muy pocas. Descubrí que su padre era señor de Orellana La Sierra y empezamos a configurar cómo era el inicio de su vida y qué hacía para que un hidalgo, que era de buena familia porque su madre se casó en segundas nupcias con uno de los más ricos de Trujillo, se fuese con 16 años a América, algo que no era fácil. A partir de ahí, comienzo a profundizar.
«Cuando se tiene un ejército se puede arrasar, cuando se está en minoría hay que negociar»
«Los testimonios me hacen creer que él estaba en contra de la esclavitud»
–¿Qué le llama la atención?
–Con el descubrimiento del Amazonas, resulta que navegaron 7.500 kilómetros en una zona desconocida. Imaginemos, fue como de ir de Lisboa a China con 50 hombres, de los cuales tres mueren por el ataque de los indios y otros diez por fiebres. Pero realmente son atacados durante buena parte de esa navegación. Tardan entre 7 y 9 meses desde Quito hasta la desembocadura del río Amazonas en el Atlántico. Era la gesta más importante y más deseada por el emperador Carlos V porque se estaba buscando una ruta que llevase a los barcos españoles hasta las islas Molucas buscando las especies. Aquello, fue en el siglo XVI, lo más importante que se ha producido hasta la llegada del hombre a la Luna.
–A pesar de ello, es un personaje que ha estado en la sombra.
–Hasta los años 50 era conocido como el tuerto traidor, porque los Pizarro, sobre todo Gonzalo, le acusaron de dejarle en mitad de la selva. Sin embargo, las crónicas, por ejemplo las de Fray Gaspar de Carvajal, dicen que eso es incierto. De hecho, cuando vuelve a España tiene un juicio por traición y Carlos V le absuelve, le da unas capitulaciones y le nombra adelantado, a pesar de la oposición de mucha nobleza, para que colonice el Amazonas. Consigue armar cuatro barcos con mucha dificultad. Antes, conoce a una mujer muy joven, Ana de Ayala, que es una figura muy criticada en la época. Orellana sufre un desprestigio total.
–Usted destaca sus valores.
–Él se fue con 16 años a América y aprendió a vivir en la selva y los dialectos indígenas. Cuando salió por orden del capitán general Gonzalo Pizarro, Orellana se da cuenta de que para conseguir sus fines debe seguir el camino de la negociación.
–Entonces, en una época donde mandaba la espada, ¿se usaba la negociación?
–Cuando uno tiene un gran ejército puede ir arrasando, pero cuando se está en minoría, como le ocurrió, no le queda más remedio que negociar. Orellana tendría unas capacidades infalibles. Tenía que ser un gran negociador.
–Resalta la figura de su mujer, Ana de Ayala.
–Hizo el segundo viaje. Las mujeres colonizadoras tuvieron un papel importante. Muchas acompañaron a sus maridos. Me ha llamado la atención cómo se ha ninguneado el papel de la mujer y ahí estaba Ana de Ayala, que ha sido de las pocas personas del segundo viaje que sobrevivió.
–¿Qué aporta esta publicación?
–He estudiado las fuentes más importantes que hay actualmente. Hay un libro que recoge el descubrimiento del río Marañón, que incluye una parte importante de su biografía. Ya historiadores de la época que investigaron a Orellana se dieron cuenta de que no llegó directamente con su primo Pizarro, sino que estuvo en Centroamérica desde los 16 años formándose. También estuvo en las guerras entre españoles. Hay bastante documentación, pero leerla entraña mucha dificultad. Hay documentos que cuentan, por ejemplo, cuando Orellana ya llegó con 21 años con varios cientos de hombres para socorrer a su primo Pizarro. Ya tenía el grado de teniente. Ojo, se fue de Ecuador a Lima, que puede haber 3.000 kilómetros, que había que hacerlo a caballo, y fue atacado cientos de veces.
–¿Se introducen nuevos documentos que podían ser inéditos?
–Inéditos no. Yo siempre voy a las fuentes. Lo que pasa es que todo lo que ha ocurrido en la historia de América está muy disperso. Hay documentos que son de acceso público y otros muy difíciles de encontrar. Por ejemplo, el libro del descubrimiento del río Marañon, de 1950, está muy bien basado en los tiempos históricos. También he contado con documentos que me han facilitado compañeros mediadores de distintos países.
–Al final, en este y en otros libros, termina estudiando las conductas de los personajes.
–Por mis diferentes trabajos, a mí me gusta saber por qué la persona es capaz de hacer de lo mejor y de lo peor. Creo que lo que le pasaba a Francisco de Orellana es que reconocía a los indios como semejantes. Si lo haces así, vas a conseguir entenderles. He podido descubrir que Orellana no tenía esclavos, hay un dato en las capitulaciones, y es que pidió llevar 200 esclavos libres a América, pero no se lo autorizaron. Esa diferencia me hace creer que estaba en contra de la esclavitud. Hay otro dato de unas capitulaciones que firma ante el Consejo de Indias de Valladolid, en las que se compromete a no quitarle la comida por la fuerza a los indios. Él pensaba que las personas voluntariamente hacían mejor las cosas.
–¿Qué hay de ficción y de realidad en su libro?
–En todas mis novelas se encajan en una época histórica donde el entorno es verídico. Luego, el misterio de la vida no lo conocimos, los pequeños detalles. Lo que he intentado es hacer ver cómo era la vida en aquella época. Todo el entorno es cierto, y algunas partes, los rellenos, son producto de mi imaginación. Escribo para entretener, aunque también intento mandar un mensaje, que es el valor, el sacrificio, el esfuerzo, y al final la resistencia, la unidad en aras del bien común.
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