Un referente de las piscinas naturales

Estamos en la Sierra de Gata, una joya de verdor y agua y paisajes fotogénicos y pueblos bonitos y animados con terrazas estupendas, en las que tomar algo después de cenar deseando que llegue esa hora en la que se agradece una manga larga.

Dentro de este paraíso particular, hay algunas piscinas que merecen un punto y aparte. Seguramente, las más famosas son las de Acebo, particularmente la del Jevero por su amplitud y su restaurante. Menos conocida pero con un grupo de fieles que adoran su ambiente alternativo es la de Villasbuenas de Gata. Y luego está la de Hoyos, alejada del pueblo unos dos kilómetros por una carretera de buen firme aunque con algún tramo algo estrecho. Se puede ir andando, pero la mayoría lo hace en coche.

A quien conduce con la ventanilla bajada, el olor a carne asada le saluda desde antes de aparcar. La zona de estacionamientos es amplia, pero la piscina tiene tirón, y a las horas punta de julio y agosto es posible llegar y encontrarse todas las plazas ocupadas.

Antes de alcanzar la zona de baño donde se concentran la mayoría de los usuarios hay que pasar junto al chiringuito, llamado El Río Terraz & Grill, lo que deja clara su esencia: un velador grande y una parrilla para asar carnes. Abre desde el mediodía hasta las dos y media de la mañana, o sea, que se puede alargar la la cena a la vera del río. A esa hora y en ese sitio, el verano no lo parece si no fuera por las vacaciones, o o sea, por el hecho de poder estar ahí.

Más adelante aparece la lámina de agua, larga y de aspecto limpio. A una orilla, el césped, y a la otra, menos comodidades pero más intimidad. Una pasarela permite pasar sobre el agua. Por lo demás, la piscina natural de Hoyos –Ribera de Acebo se llama, y está bien indicada en la carretera– ofrece bastante sombra y un ambiente que mezcla a familias, parejas, emigrantes, paisanos, niños que juegan y adultos que disfrutan sentados en el chiringuito viendo la vida pasar.