El refugio extremeño de los artistas
Ras de Terra ·
Mónica Sánchez-Robles, artista, y Juan Urquiola, financiero, convierten un viejo secadero de tabaco de La Vera en un centro cultural y residencia para creativos que ya ha seducido a la UERas de Terra ·
Mónica Sánchez-Robles, artista, y Juan Urquiola, financiero, convierten un viejo secadero de tabaco de La Vera en un centro cultural y residencia para creativos que ya ha seducido a la UEDomingo, 30 de mayo 2021, 08:14
Lo que surge tras el asfalto roto por los baches y un último kilómetro de pista forestal es una sorpresa de nombre extraño que justifica el viaje, da igual donde haya empezado. Se llama Ras de Terra, está en Madrigal de La Vera (en ... Aldea Tudal) y es el modo de complicarse la vida que han elegido Juan Urquiola Hidalgo y Mónica Sánchez-Robles. Asturiano y madrileña, financiero y artista multidisciplinar, los dos tenían a la vuelta de la esquina otras vidas más convencionales y seguras, pero han elegido la que consistía en comprar un terreno en Extremadura y rehabilitar un viejo secadero de tabaco para convertirlo en un centro cultural y una residencia para artistas que aún no ha abierto y ya ha llamado la atención en Bruselas.
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La Comisión Europea ha seleccionado el proyecto como uno de los socios estratégicos españoles de la Nueva Bauhaus Europea, una iniciativa comunitaria ligada a los fondos de recuperación postcovid (el plan New Generation EU) y que ayuda a quienes apuestan por nuevas formas de vida, que mezclen arte y ciencia y rompan el muro físico y social que separa el campo y la ciudad. Ese viaje de lo urbano a lo rural es el que han hecho Mónica y Juan, a quienes ahora les vendría muy bien que el día tuviera más horas, para relajar la vorágine de los preparativos. Este fin de semana, Ras de Terra ha vivido un momento que llevaba meses esperando: ha recibido a su comité asesor, formado por doce expertos que son un pilar básico de una iniciativa con dos derivadas principales.
En su dimensión de centro cultural, ellos diseñarán la programación de talleres, conciertos, presentaciones, conferencias, instalaciones, proyecciones... Y en la vertiente de residencia, supervisarán las peticiones que les lleguen de artistas que quieran pasar entre tres días y seis meses hospedados en esta esquina del mapa extremeño donde el verano concede una tregua cada noche. La idea es que en las cuatro habitaciones de Ras de Terra duerman pintores, escritores, músicos, cineastas, arquitectos, diseñadores, fotógrafos, escultores, compositores, cocineros... «Tenemos ya muchas peticiones para venir a la residencia, varias del extranjero», adelanta Sánchez-Robles mientras enseña el espacio principal del centro, un lugar donde hace décadas se secaban las hojas de tabaco y donde en unos meses se encontrará gente inquieta llegada desde cualquier sitio y que quizás nunca antes haya pisado Extremadura.
La creatividad. Ese es el mundo de Mónica, licenciada en Bellas Artes y que ha vivido en Francia e Italia. Ella es la poesía del proyecto. A su lado, la prosa: Urquiola es licenciado y máster en Finanzas por la Universidad de Boston College, ha vivido en Estados Unidos y Suiza y durante 25 años fue directivo de BBVA en distintos países. Ahora es consultor financiero para pymes. Yel cincuenta por ciento de Ras de Terra, que debe parte de su nombre al acrónimo de Recuperación de Antiguos Secaderos.
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En rigor, se queda corta la denominación. Porque el rescate ha sido más profundo. Se le ha devuelto la vida al secadero de tabaco (350 metros cuadrados en dos plantas, reformado por el arquitecto Jesús Timón), pero también al de pimentón situado a un minuto andando y convertido en vivienda de la pareja.
Entre una y otra nave se extiende un huerto de 4.000 metros cuadrados que da lustrosas verduras y frutos que no conocen la palabra pesticida. Juan Urquiola habla con pasión sobre permacultura, una afición tardía de la que ya sabe latín. «Toda la intervención está marcada por el respeto al medioambiente y la sostenibilidad», resume el empresario, particularmente preocupado también por implicar a los vecinos de la zona –hay varios trabajando con ellos–, de los que afirma haber obtenido el mejor recibimiento posible.
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«La ciudad necesita del campo, de lo que nos da la tierra, pero el campo no necesita de la ciudad, y esto implica de nuestra parte un compromiso de respeto hacia este lugar», reflexiona Mónica, que ha recogido en un libro la transformación del lugar. Ver cómo estaba cuando ellos lo compraron y cómo luce ahora constituye la prueba de su valentía. En los dos años que transcurren entre unas imágenes y otras les ha dado tiempo a poner los cimientos de Ras de Terra. Los literales y los emocionales. «Nos falta el 5G, que es a nuestro tiempo algo parecido a lo que las autovías o el ferrocarril lo fueron para otros anteriores», comenta Juan Urquiola rodeado de verde y con la sierra de Gredos detrás. De allí viene el aire que baja la temperatura e invita a tomar otra cerveza en su terraza. Cuando él y el resto calla, solo se oyen pájaros. Es La Vera.
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