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Que el agua no cause más daño del que ya ha hecho el fuego. Esta es una de las premisas de trabajo de la Junta de Extremadura en relación con los tres grandes incendios forestales que ha sufrido la región este verano. Apagadas las ... llamas, el temor ahora es que las lluvias arrastren gran cantidad de cenizas a ríos y arroyos.
Para intentar adelantarse a las precipitaciones que antes o después llegarán, la Junta está acelerando los trámites para que a primeros de septiembre empiecen a aplicarse los planes de actuación en las áreas afectadas por los fuegos ocurridos en julio en Las Hurdes (3.239 hectáreas fundidas a negro) y Monfragüe (2.775, de las que 398 están en el parque nacional). Deben estar ejecutados a finales de este año o principios del próximo, según declaró esta semana la consejera Begoña García Bernal en Canal Extremadura Radio.
Más tarde se actuará también en el área arrasada por el incendio de Torre de don Miguel, que se declaró el 10 de agosto y a diferencia de los otros dos, aún no se ha dado por extinguido. La previsión es que los técnicos visiten el lugar la próxima semana, para recopilar los datos con los que elaborar el plan de acción, que debería ser aprobado en el siguiente consejo de Gobierno.
El primer paso para que máquinas y operarios puedan empezar a trabajar en Las Hurdes y Monfragüe es que el Consejo de Gobierno apruebe la declaración de estas dos zonas como de actuación urgente, y esto ocurrirá el próximo día 31. «Las tareas sobre el terreno empezarán el mismo 1 de septiembre si podemos, y en cualquier caso en los primeros días del mes», avanza Pedro Muñoz Barco, director general de Política Forestal de la Junta.
Esas declaraciones de zonas de actuación urgentes llevan aparejadas sendos planes de acción que ya están elaborados, a falta de pulir detalles, asegura el responsable de la Consejería. Esos documentos concretan qué se va a hacer en los montes. A grandes rasgos son cuatro grupos de medidas: protección hidrológica, arreglo de pistas forestales y construcción de otras nuevas, corte y extracción de la madera quemada y por último, repoblación.
Las primeras actuaciones que se pondrán en marcha serán las de protección hidrológica, que persiguen reducir –evitar se da por imposible– la cantidad de ceniza que llegue a los cauces. Esta es la prioridad ahora, y lo que explica que la administración regional esté aligerando la burocracia. «Corremos todo lo que podemos para intentar anticiparnos a las lluvias», resume Muñoz, que explica también que «al quemarse la vegetación, el suelo queda desprotegido y el agua de lluvia arrastra las cenizas y el suelo, de modo que al final, el suelo pierde su fertilidad y así es más difícil revegetar».
pedro muñoz barco
Director general de Política Forestal de la Junta de Extremadura
Para romper esta cadena dañina, lo primero que hará la Junta será esparcir paja sobre una parte del suelo quemado. Para ello, ha tramitado ya la compra de unas 120 toneladas de este material, que repartirá aproximadamente a partes iguales entre las dos zonas de actuación. «La paja –explica Muñoz– se fija al suelo gracias a la ceniza, y así sujeta el terreno y favorece el crecimiento de la tierra».
En las zonas más altas y de difícil acceso, la suelta de paja la hará uno helicóptero del plan Infoex. Es lo que técnicamente se conoce como 'helimulching', una técnica que Extremadura ya empleó hace dos años, tras un incendio que recorrió más de cuatro mil hectáreas entre el Valle del Jerte y La Vera. «Y fue un éxito –recuerda el director general de Política Forestal–. La esparcimos en una zona situada por encima de la balsa de agua que abastece a Aldeanueva de La Vera, y uno o dos días después hubo una tormenta de verano que de no haber encontrado esa paja en el suelo, habría llenado la balsa de cenizas».
Lo efectivo de esta experiencia en La Vera movió a la Consejería a incluir en el contrato de alquiler de los helicópteros de extinción de incendios una cláusula exigiendo que una de las aeronaves incluyera el equipamiento necesario para 'helimulching'.
«Algo de ceniza acabará llegando, porque filtrarla toda es imposible», advierte Muñoz Barco, que concreta que la paja se esparcirá en ubicaciones previamente seleccionadas, entre ellas las laderas más pronunciadas de Ladrillar, el municipio hurdano más afectado. También en los montes con más pendiente de la zona quemada en Monfragüe. En uno de ellos está precisamente la balsa que abastece a Jaraicejo.
«La suelta de paja nos llevará sobre una semana, y de forma casi simultánea se hará también la corta de la madera», adelanta Pedro Muñoz. Una parte de esa madera quemada se utilizará para formar diques de contención contra el arrastre de cenizas, aunque estos se harán también con piedras secas (fajinas, caballones, gaviones y albarradas).
Estos trabajos se realizarán tanto en montes públicos como en privados, ya que la declaración de zona de actuación urgente implica la de utilidad pública, que autoriza a la administración a entrar en fincas que no son suyas. En el caso de la madera que ha ardido, sus propietarios pueden cortarla y sacarla de allí por su cuenta, o dejar que lo haga la Junta. «Si la sacan ellos, pueden venderla», apunta el director general, que deja claro que «la madera quemada vale mucho menos que la sana, y obviamente, para nadie es un negocio que se le queme el monte aunque luego pueda vender la madera».
Para poder realizar esta tarea extractiva será necesario acondicionar algunas pistas forestales de las zonas incendiadas, y también construir caminos nuevos. «En Ladrillar, por ejemplo, tendremos que hacer uno», anticipa Pedro Muñoz, que añade que «el capítulo de acondicionamiento de infraestructuras incluye arreglar infraestructuras públicas como tuberías y otros elementos de las redes de abastecimiento que se hayan podido ver afectados por los fuegos, y también equipamientos en terrenos privados, siempre que sean infraestructuras de monte, por ejemplo, un cerramiento».
Los planes de actuación urgente de la Junta no cubren los perjuicios de tipo ganadero o agrícola. Para ellos está la declaración de zona afectada gravemente por emergencia de protección civil (ZAEPC, más conocida como zona catastrófica).
Esta herramienta de ayuda a los damnificados por los incendios es competencia del Gobierno central, y prevé ayudas de entre 2.580 y 18.000 euros en función del perjuicio sufrido. Beneficiarán a quienes se hayan visto perjudicados por alguno de los 18 fuegos de nivel de peligrosidad uno o dos ocurridos este verano. No llegarán a los vecinos de 18 pueblos, sino a más, porque varios fuegos recorrieron más de un término municipal.
Tras las medidas de protección hidrológica, el corte y extracción de la madera quemada y el acondicionamiento de caminos, la última fase de los planes de actuación en Las Hurdes y Monfragüe será la repoblación, aunque la administración prefiere hablar de restauración. «Haremos un grupo de trabajo que analizará las soluciones posibles en Las Hurdes», anuncia Pedro Muñoz Barco, que hace unos días se reunió con los alcaldes de Ladrillar, Pinofranqueado, Casares de las Hurdes y Nuñomoral, además del profesor de la Universidad de Extremadura Fernando Pulido. Probablemente, ellos estarán en ese grupo de trabajo.
El director general avanza que «entre las opciones que se manejan para Las Hurdes está plantar castaños en algunas zonas, y en otras encinas y sobre todo, alcornoques». En cuanto al pino, una especie a la que muchos hurdanos señalan por su inflamabilidad como una de las culpables de los incendios reiterados que sufre la comarca, el director general apunta que desaparecerán muchos, pero no todos.
pedro muñoz barco
Director general de Política Forestal de la Junta de Extremadura
«Es imposible quitar todos los pinos de Las Hurdes –apunta Muñoz–, porque hay muchísimos y porque es una especie que tras un incendio rebrota rápidamente». De hecho, el incendio fue dado por extinguido el pasado día 21 y en el monte ya hay brotes verdes, pese a que en el último mes apenas ha llovido. «Hay lugares en los que se plantarán pinos porque ayudan a sujetar el terreno, y porque son sitios en los que de no hacerlo, solo saldría brezo, y porque el terreno no se puede dejar desnudo», adelanta el director general, que también anticipa que la apuesta de su Consejería para la comarca es «un paisaje en mosaico». Es decir, en el que se intercalen manchas de distintas especies arbóreas, muchas de ellas explotadas económicamente por quienes viven en la comarca.
«En Pinofranqueado –detalla Muñoz Barco– hemos plantado veinte hectáreas de castaños, que el Ayuntamiento repartirá entre los vecinos interesados, que a cambio de recibir esa parcela, se comprometerán a cuidarla, porque de nada vale plantarlos si nadie se ocupa luego de ellos». «Además –sigue–, fomentaremos una mayor presencia de cabreros, que ayudan a limpiar el monte». «El fomento de la ganadería –afirma el responsable de la Consejería– es una apuesta que ya teníamos antes de los incendios, y la prueba son las tres naves construidas entre Pinofranqueado y Hernán-Pérez, y las trece que haremos en distintos puntos de la región».
En cuanto a Monfragüe, él considera que «lo más lógico es restaurar con especies autóctonas». «La mitad aproximadamente de lo que ardió era dehesa y matorral, y en la parte de sierra había repoblaciones de distintas especies, principalmente pinos, eucaliptos y cipreses».
En cualquier caso, tanto en una zona como en la otra se pondrán en marcha no dos medidas, sino un catálogo de ellas. «Porque el remedio al problema de los incendios forestales no pasa por una única medida –opina Pedro Muñoz Barco– No se arregla solo plantando castaños ni solo con más cabreros. La solución pasa por un conjunto de actuaciones».
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