![Ángel Pelayo Gordillo y María Guardiola, en la Asamblea de Extremadura.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/06/30/PELAYOGUAR-km0B-RsPoGE967y3ni6g6YZaVn6H-758x531@Hoy.jpg)
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Ana B. Hernández
Viernes, 30 de junio 2023, 21:02
En el PP extremeño venían diciendo que si de verdad se quería un acuerdo, hacían falta poco más que un par de reuniones, ceder una consejería y acatar el término de violencia de género o evitar el de intrafamiliar. En definitiva un toma y ... daca que permitiera «salvar los muebles» para conformar el gobierno que posibilitaron los resultados del 28-M y que cumplía con la máxima prioridad de ambas formaciones, acabar con la etapa socialista en la Junta.
Y aunque pudiera parecer que «salvar los muebles» podría resultar complicado tras el choque frontal ideológico entre Vox y el PP de Guardiola, puesto de manifiesto en la constitución del Parlamento extremeño, lo cierto es que no lo ha sido. Al menos en tiempo. Han bastado una reunión, muchas llamadas de teléfono y cuatro versiones para ultimar el pacto. Otra cosa distinta, no obstante, es el coste y el desgaste que ha tenido para la candidata popular. Porque, como ha reconocido ella, para ser presidenta de la Junta de Extremadura ha tenido que dar «un paso doloroso».
María Guardiola se ha resistido hasta donde ha podido para meter a Vox en el Ejecutivo extremeño. Por su negativa a hacerlo, de hecho, reventó la primera negociación de los dos partidos, la que se puso de manifiesto cuando la socialista Blanca Martín fue elegida presidenta de la Mesa de la Asamblea.
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Precisamente su decisión de fijar la investidura del candidato socialista Guillermo Fernández Vara para los días 5 y 6 de julio, no atendiendo la petición de Guardiola de retrasarla para disponer de más tiempo para negociar con Vox, aceleró las conversaciones que ahora sí han finalizado con un pacto.
El segundo inicio
Esa negociación comenzó oficialmente el miércoles 28, el día en el que Martín anunció las fechas de la investidura, con una reunión presencial de los equipos negociadores de ambos partidos. De nuevo, María Guardiola y el secretario general del partido, Abel Bautista, por parte del PP. Y con el líder regional, Ángel Pelayo Gordillo, y el número uno al Congreso por la provincia pacense, Ignacio Hoces, por parte de Vox. De nuevo, por tanto, los mismos negociadores.
Pero esta vez ese primer encuentro, a diferencia del que marcó el arranque de las negociaciones iniciales, sí fue fructífero. Aunque a la petición de Vox de contar con la vicepresidencia de la Junta y dos consejerías –esta vez sin especificar cuáles–, Guardiola mantuvo su no, fue un no bastante menos rotundo.
Para entonces, los líderes territoriales del PP que habían pactado con Vox y los que negociaban sus acuerdos de investidura ya habían criticado a la extremeña por las declaraciones contra los de Abascal, las que la convirtieron en foco mediático nacional. Para entonces su asesor de campaña se había visto obligado a dimitir tras filtrarse un audio en el que dejaba clara su animadversión a Vox. Para entonces el presidente nacional del PP había dejado claro a Guardiola que no quería perder el Gobierno de Extremadura y que quería, además, un acuerdo rápido, que lo de la repetición electoral no se tenía que producir. Para entonces, la presidenta de los populares extremeños había tenido que desconvocar el comité regional que había fechado para explicar los pasos dados con Vox desde el 28-M hasta que la negociación saltó por los aires.
Así que en esa primera y única reunión presencial en esta segunda tanda de la negociación por la gobernabilidad de Extremadura, el no de María Guardiola fue menos tajante. Porque Abascal no había cambiado de posición, porque Vox tenía que estar en el Ejecutivo y porque sin el respaldo de sus cinco diputados ella no sería la primera mujer en gobernar la región, la primera cacereña en hacerlo.
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Frente a la petición de vicepresidencia y dos consejerías, la presidenta del PP defendió una entrada proporcional al respaldo logrado en las urnas, pero en esa primera reunión no se cerró el reparto de los sillones, aunque ambos partidos tenían claro que lo habría o, lo que es lo mismo, que Vox entraría en el Ejecutivo y que Guardiola lideraría un gobierno de coalición. En esa primera reunión se avanzó mucho en la conformación del acuerdo programático y a su término, unas dos horas después, ambos partidos comenzaron a plasmar sobre el papel su deseo de acuerdo.
Durante todo el jueves, ese escrito fue sufriendo modificaciones en función de las muchas llamadas telefónicas que los equipos negociadores mantuvieron. Fuentes próximas a la negociación aseguran que se hicieron hasta cuatro versiones para contar con el definitivo, el que en la Asamblea rubricaron este viernes María Guardiola y Ángel Pelayo Gordillo.
Las diferencias
Un acuerdo distinto a los que corroboran los pactos alcanzados por PP y Vox en Castilla y León y la Comunidad Valenciana, donde también hay gobiernos de coalición como lo habrá en Extremadura, porque del mismo se fueron sacando las cuestiones ideológicas de choque entre ambas formaciones, a la vez que se fueron sucediendo las diferentes versiones, al tiempo que se fueron sustituyendo términos y suavizando algunas medidas propuestas por Vox hasta consensuar las 60 que le dan contenido al pacto extremeño.
En las que no hay referencia alguna ni a la inmigración ni al colectivo LGTBI y se ha buscado un término de consenso, o una medida descafeinada, para evitar la confrontación entre lo que el PP llama violencia machista y Vox, violencia intrafamiliar. Entre las que se incluye que se derogará la actual ley de Memoria democrática, se «garantizará la neutralidad ideológica» en la enseñanza, se contempla la supresión de «organismos innecesarios», la reducción de subvenciones a la patronal y sindicatos y también la creación de un punto de atención a víctima de las ocupación ilegal de viviendas.
Un acuerdo que ha buscado las medidas de consenso, que ha evitado incluir aquellas en las que no hay sintonía y que ha templado los términos que marcan los postulados ideológicos de Vox y que el partido de Abascal sí ha logrado plasmar con mas rotundidad en otros acuerdos.
El pacto programático extremeño, más moderado que los otros, se cerró en casi un 80% durante la reunión presencial del miércoles y con él ambas formaciones pusieron de manifiesto su intención clara de negociar y acordar, dicen fuentes próximas a PP y Vox. Con este acuerdo programático, aseguran también, fue posible el siguiente paso del pacto, el reparto de las consejerías que concretara el gobierno de coalición.
Fuentes del PP aseguran que fue María Guardiola la que ofertó el jueves y por teléfono una consejería de nueva creación, la que se llamará de Gestión Forestal y Mundo Rural, el puesto de senador autonómico que corresponde a los populares y que ya entró en la primera oferta del PP a Vox, y un cambio en el reglamento de la Asamblea para que el partido tenga presencia en la Mesa. Y la formación de Santiago Abascal, «sin mercadeo alguno, aceptó».
A las 22.30 horas de la noche del jueves, Vox dio el visto bueno a la cuarta y última versión del acuerdo que pulió la presidenta de los populares extremeños, la que se ocupó de cerrarlo en primera persona. Tras esa aprobación definitiva, el pacto estaba escrito. Para entonces también, Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo ya lo conocían. Solo quedaba fijar la hora de comunicarlo y presentarlo.
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