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Robledillo, un chapuzón en el paraíso de la ruralidad
Rincones con encanto ·
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Domingo, 4 de agosto 2019, 08:49
Cualquier motivo es bueno para visitar Robledillo de Gata, que ocupa un lugar especial en la historia del turismo rural en la región. Cuando esta modalidad viajera era una rareza, el municipio cacereño ya tenía varios alojamientos hosteleros y acogía visitantes cada fin de semana. En cierto modo fue pionero, y ha sabido mantener su popularidad y su tirón, de modo que hoy continúa siendo un emblema del turismo rural en la región y un ejemplo de lo mucho bueno que el visitante puede encontrar en la comunidad autónoma.
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Hay coincidencia general en señalarlo como uno de los pueblos más bonitos de Extremadura, principalmente por la riqueza y el tipismo de su casco urbano, que sirve en bandeja fotografías con las que ilustrar un catálogo sobre este turismo de pueblos y tranquilidad. Pero hay en él también un paraje que en ocasiones pasa desapercibido, en el que no todos los viajeros reparan. Es la piscina natural, un sitio de postal que a estas alturas del año junta cada tarde a las pandillas de chavales que pasan aquí sus vacaciones. En esta época del año, la localidad multiplica su población gracias a los emigrantes, la mayoría de ellos afincados en el norte de España y que como si de una liturgia se tratase, vuelven cada verano a la tierra de su familia. Por eso es tan fácil escuchar el acento vasco estos días en un paseo por el pueblo.
Uno de esos que cada tarde acude a la piscina natural es Alejandro (12 años casi 13). «Llevo veraneando aquí toda mi vida», cuenta el joven, que vive en Vélez-Málaga. Él, como casi todos, es de los que se tira a bomba desde el bancal de arena que hay junto a la orilla, una zona de saltos improvisada, ganada a la naturaleza, y que regala una escena que retrata bien los veranos de la niñez y la adolescencia de tantas generaciones.
Donde el Árrago se estrecha
La piscina natural de Robledillo de Gata es pequeña, y surge en un tramo en el que el río Árrago se estrecha y encajona. Es la primera localidad que el cauce encuentra en su camino por la comarca, lo que hace que estas aguas sean especialmente transparentes y frías.
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Hay en el lugar una zona de sombra y un banco de madera en el que sentarse a no hacer nada. No abunda el espacio para echar la toalla al suelo y dormirse, y hay más tierra que césped. Es un lugar que invita al baño refrescante, antes o después de perderse por las calles del pueblo, en el que no faltan los sitios en los que comer, cenar o tomar algo.
Por encima de la piscina natural hay un pequeño charco, sin profundidad, que lo mismo sirve para mojarse los pies que para dejar a los más pequeños que se sienten y jueguen con el agua. Lo que no se perdonaría es bañarse en este rincón del río Árrago y no darse un paseo por Robledillo de Gata, que mantiene el encanto que le han convertido en un paraíso de la ruralidad.
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