Siaka Konate en su puesto de trabajo, un taller en la localidad pacense de Casas de don Pedro. HOY

«Salté tres veces la valla de Melilla hasta que me quedé»

De costa de marfil a Extremadura ·

Siaka Konate aguardó ocho meses en Nador hasta que pudo entrar en España atravesando la considerada frontera más peligrosa de Europa

Cristina Núñez

Cáceres

Domingo, 3 de julio 2022, 07:56

Toqué la valla de Melilla dos veces, y a la tercera, me quedé». Siaka Konate (Costa de Marfil, 1992) utiliza con normalidad una terminología que necesita traducción para el que no haya estado en su pellejo. Tocar la valla, explica, es llegar a saltar ... el cerco que separa la frontera, lo cual no significa, o al menos fue así en su caso, quedarse en España. «Dos de las veces que crucé me echaron para atrás, a la tercera pude llegar rápido al centro de inmigrantes», explica este joven, que describe con realismo cómo es ese tránsito doloroso hacia una vida mejor en Europa. «Tienes que atravesar varios fosos, luego saltas siete metros, te puedes romper el pie, el brazo o no levantarte más». Él se arriesgó en 2018.

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La historia de este mecánico que actualmente vive y trabaja en Casas de Don Pedro, en plena Siberia extremeña, es muy parecida a la de las personas que protagonizaron los dramáticos hechos del pasado 24 de junio en donde murieron entre 23 y 37 personas intentando atravesar la valla de Melilla.

«Atraviesas la frontera de noche, no ves nada, yo me corté con la concertina, me hice mucho daño»

«Estuve ocho meses en Nador, en la frontera, sin moverme, intentando entrar, fue muy difícil para mí, no quería estar en la ciudad, solo en la frontera», relata impactado y triste por las imágenes que ha visto en televisión. «Lo intenté varias veces con los compañeros, podíamos salir 500 personas una noche, 200 otras, si no funcionaba volvíamos para atrás», explica Siaka en un descanso de su trabajo en el taller. «Si no lo conseguíamos nos volvíamos otra vez al bosque, nos sentábamos a descansar», cuenta. «El viaje se hace siempre de noche, si tenemos suerte y no nos ha visto ni el helicóptero de la Guardia Civil ni el de Marruecos y estamos cerca de la valla lo intentamos y el que entra, entra» Para Siaka es imposible recordar cuántas veces merodeó por la frontera para saltar, pero tiene grabadas las veces que logró pasar. «La primera vez me herí con la cortina esa (concertina) que te corta, yo no sabía cómo era, por eso me hice muchísimo daño». La oscuridad hace que el tránsito de la frontera sea a ciegas. «No se ve nada, me metí en la valla y me corté». En ambas ocasiones pisó suelo melillense, pero no se pudo quedar. A pesar de ello ya solo ese «toque» se considera un éxito. «Piensas: la he tocado, ya sé lo que es, tengo una experiencia». La devolución le supuso cárcel en Nadro. También intentó entrar por mar en una ocasión, pero no lo logró. Cuenta que el recurso de la valla lo suelen utilizar las personas que ya no tienen nada y que en muchas ocasiones han pagado a las mafias por viajes en patera que han fracasado o que no se han llegado a realizar.

Correr

A la tercera fue la vencida. «Fue a las seis de la mañana, se veía un poquito mejor, saltamos seis personas, en aquella ocasión no fuimos en masa, fuimos pocos. Lo importante una vez que llegas es correr, alejarte de la valla, porque hay alarma y tiene cámaras, la Guardia Civil sabe por donde estás entrando, tienen coches, arrancan y van hacia donde la gente está entrando».

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Siaka con otros migrantes en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en Melilla. hoy

En esa exitosa intentona, el 20 de abril de 2018, pudo llegar directamente hasta el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes). «Allí hay buena gente que te ayuda, pero si te encuentras a la Guardia Civil otra ves te vas para atrás. Es ilegal, pero ellos lo hacen». Pasó tres meses en el campo de refugiados. «Después sales de allí, tu destino lo decide el Ministerio (de Migraciones), dónde te toca, dónde hay sitio, a mí me tocó en Cáceres». La oenegé Accem se hizo cargo de él. «Pedí el asilo y después de seis meses me dieron permiso de trabajo». Hizo un curso de mecánico, a pesar de conocer ya este oficio y fue contratado por un taller en la capital cacereña. Tras terminársele el contrato logró su empleo actual en noviembre de 2019. Y está contento, aunque le gustan los sitios más grandes, las ciudades.

Motivos

Mirar hacia atrás hace que Siaka sea consciente de la dureza de todo lo vivido. «Yo huí de una guerra, mi país ha sufrido durante 10 años, las cosas no estaban bien». Salió de Costa de Marfil en 2016 y tardó dos años en recorrer el tramo de 4.500 kilómetros que separa su país de Marruecos, el punto de entrada a Europa. «Te mueves a través de mafias, hay que trabajar para pagarlas, son zonas peligrosas, ellos saben por donde te pueden pasar». A bordo de camiones atravesó varias fronteras. De Costa de Marfil cruzó hasta Mali, y de allí llegó hasta Argelia, en donde trabajó como mecánico para conseguir el dinero y llegar a Marruecos, el lugar más difícil. «La policía es muy dura, y allí no puedes trabajar».

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¿Volvería a hacerlo? «Nunca pensé que iba a tener tantas dificultades para llegar a Europa», se sincera. «Si lo hubiera sabido quizás no lo hubiera hecho, pero todos los que venimos aquí queremos ser felices, tener una vida mejor, no tengo todo lo que quiero, pero estoy bien», reflexiona en voz alta. No se plantea un regreso para siempre a Costa de Marfil, pero sí volver, sentir su tierra. «Y ver a mis padres y a mi familia».

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