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El secreto de Rafael Sánchez Ferlosio

El secreto de Rafael Sánchez Ferlosio

Extremadura protagonista ·

'Industrias y andanzas de Alfanhuí'. El autor ubicó a la abuela del protagonista en Moraleja, pero para crear su casa se inspiró en realidad en una que había visto en Ceclavín

Viernes, 14 de agosto 2020, 08:10

Si uno mira por encima la biografía de Rafael Sánchez Ferlosio, parece que a priori no hay nada que le vincule a Extremadura. Nació en Roma y su obra más conocida, 'El Jarama', se desarrolla en Madrid. Pero para encontrar la conexión entre este escritor y la región castúa, basta con escucharle hablar de su amada Coria o profundizar algo más en el transcurso de su vida, ya que estudió en el internado jesuita de Villafranca de los Barros y, hasta su fallecimiento en 2019, pasó muchos veranos en el norte de la comunidad. Si eso resulta demasiado tedioso, sus 'raíces' extremeñas también pueden encontrarse en 'Industrias y andanzas de Alfanhuí'.

Se trata de la novela que inauguró la carrera literaria de Sánchez Ferlosio. La publicó en 1951, cuatro años antes de que 'El Jarama', su obra maestra (aunque él la calificaba de «tostón»), viera la luz. Ya entonces se advertía entre sus letras esa inclinación a romper esquemas mediante un lenguaje rico, cuidado y original. En una de las etapas más duras de la dictadura franquista, Ferlosio se atrevió a debutar en el mundo literario con una novela plagada de realismo mágico sin que eso supusiera renunciar a plasmar el estilo de vida humilde que a él tanto le gustaba.

La biblioteca de Coria adoptó el nombre del autor como homenaje. HOY

Aunque no lo parezca, la historia contiene numerosas referencias a Extremadura. La más evidente es que la abuela de Alfanhuí, el niño protagonista del relato, vive en Moraleja. La trama principal consiste, precisamente, en que su nieto parta de Alcalá de Henares para ir a verla a la localidad cacereña. Pero lo curioso de la elección de este emplazamiento es que Ferlosio, para crear la casa de la abuela, se inspiró en realidad en una vivienda que había visto en Ceclavín, otro municipio de la provincia situado a poco más de cuarenta kilómetros del primero.

Pedro Gutiérrez, aparejador y amigo íntimo del escritor hasta su fallecimiento, fue quien descubrió este 'secreto' 66 años después de la publicación del libro. Mientras cenaban juntos en un restaurante de Coria, Ferlosio le explicó que la casa que describe en la narración existía realmente, pero que se encontraba en Ceclavín. Él la había visto en 1950, un año antes de publicar la novela. Por aquel entonces pasaba mucho tiempo en una finca familiar de Portaje (Cáceres), donde escribió parte de las aventuras de Alfanhuí. La persona que le suministraba el picón le estafó con uno de muy mala calidad, y decidió ir a buscarlo a su casa.

Patio trasero de la casa del piconero de Ceclavín. HOY

Cuando llegó, se mostró fascinado. El patio por el que se entraba al segundo piso, la tapia y la portona que lo separaban de la calle, el cerco de casas por los tres lados y la estrecha escalera de piedras de la entrada se quedaron tan clavados en la mente de Ferlosio que este no pudo evitar trasladar el escenario a la narración que se estaba empezando a fraguar por aquel entonces.

Al literato le engañaron, y él decidió hacer lo mismo con sus lectores. Caldera, el piconero que aquella vez le dio gato por liebre, debe estar sonriendo desde el número 27 de la calle Granadera.

Tras su muerte se colocó una placa en la vivienda de Coria donde residió. Portada del 10 de abril de 2019 HOY

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