Cuando todas las miradas se dirigen al Cristo o la Virgen que procesiona, no todos miran abajo, al suelo, y ven las decenas de pies ... que se mueven poco a poco, a la vez. Son los pasos de cientos de costaleros extremeños que sostienen sobre sus vértebras, en concreto sobre la séptima, el peso de la Semana Santa.
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Irene Salgado y Álvaro Muriel son dos de ellos. Estos dos jóvenes de 23 años son costaleros por tradición familiar y hablan con pasión de esta experiencia. Ella es uno de los pares de pies que lleva a la Virgen de las Lágrimas en el Santo Entierro de Badajoz, él está bajo el paso del Cristo de la Salud en el Lunes Santo de Cáceres.
Irene Salgado
Irene Salgado puede hablar con claridad de cada preparativo que debe hacer para colocarse debajo del paso y dar detalles sobre el esfuerzo físico que supone, pero no cuenta cómo es la experiencia espiritual porque «es algo íntimo». «Es algo muy personal. No todos estamos debajo del paso por lo mismo. Cada uno tiene su fe, sus creencias y lo hace por un motivo en concreto. Es algo personal y no lo decimos», dice esta costalera con lágrimas en los ojos.
Debutó recién cumplidos los 18 años, ahora tiene 23. Esta pacense, que trabaja en un 'call center', soñó desde niña con llevar un paso en la Semana Santa de Badajoz para seguir los pasos de su padre. «Estoy desde pequeñita en la asociación (de costaleros San José) y normalmente los que estamos desde niños queremos ayudar de mayores, como nuestros padres».
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Costalera: Irene Salgado, de 23 años.
Paso: Es una de las 35 costaleras bajo el paso de la Virgen de las Lágrimas (Badajoz).
Peso: el paso pesa unos 900 kilos, 25 por cada costalera.
Medida: el paso mide 2,2 metros de ancho por 3,7 de largo.
Procesión: sale cada Viernes Santo de San Agustín, procesión del Santo Entierro. realiza 1,8 kilómetros de recorrido.
Ensayos: una vez por semana un mes antes de la procesión.
Ahora forma parte de la cuadrilla que porta el paso Nuestra Señora de las Lágrimas, en la procesión del Santo Entierro. Es una de las 50 mujeres, de todas las edades, que portan esta imagen el Viernes Santo. Debajo van 35 en cada turno, haciendo relevos, lo que supone soportar unos 25 kilos de peso sobre su espalda. Están divididas en siete palos, cinco mujeres en cada uno.
La preparación para ser costalero es todo el año porque hace falta estar sano y en buena forma. Un mes antes de la Semana Santa, cuando comienza la cuaresma, arrancan los ensayos que, en el caso de Irene, son los domingos.
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El primer ensayo es especial porque se incorporan nuevas costaleras. Se las mide a todas para organizarlas por altura. Las cinco que están en el mismo palo deben tener una medida similar. El día de la procesión, unas horas antes, se reparten los puestos que ocuparán bajo el paso.
Físicamente ser costalero supone un desgaste importante. A Irene Salgado le ayuda su juventud, pero también tiene sus trucos. El día antes de la procesión, por ejemplo, descansa bastante para poder llevar bien el esfuerzo.
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«Como te gusta, estás cansado, pero merece la pena. Estás haciendo lo que te gusta así que estás feliz», confiesa Irene que, en sus cinco años de experiencia no ha sufrido ninguna lesión. «Siempre están muy pendientes de nosotros, preguntando cómo estamos o si queremos cambiar en el relevo. No hay problema».
Eso sí, reconoce que otros de sus compañeros han necesitado los servicios de un fisioterapeuta al terminar la Semana Santa. Pueden acudir al Centro de Atención al Costalero del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Extremadura que los atiende de forma gratuita.
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Lo que más sufre es la espalda. «Con lo que cogemos el paso es con la última vértebra, en el cuello», dice esta costalera mientras señala el saliente que hay en su nuca. «Lo protegemos con el costal, con la morcilla», explica. La morcilla es una almohadilla cilíndrica. Los costaleros, en parejas para ayudarse, la envuelven en el costal (una tela reforzada) y forman un gorro que se encajan desde la cabeza a la espalda. La clave es que la morcilla cubra la vértebra que soportará el peso.
«No estás clavándote nada, aunque el peso sí se lleva en el cuello», explica esta apasionada de la Semana Santa. En cuanto a los movimientos, aunque la 'levantá' es el momento más delicado, físicamente son más duras las cuestas.
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La 'levantá' es el momento en el que las costaleras, que se colocan agachadas bajo los palos, se ponen de pie y cargan el paso. La coordinación depende del capataz y ensayan para ir todas a la vez. Sin embargo, según detalla Irene Salgado, los momentos más delicados suelen producirse cuando hay pendiente. En ese momento las costaleras, especialmente las de las últimas filas, deben hacer fuerza tanto con el cuello como con las manos para apoyar a sus compañeras de delante.
La vestimenta también es clave. Llevan un uniforme de la Asociación de Costaleros y Capataces 'San José', pantalón blanco y camiseta y zapatos negros, todo muy cómodo. También se colocan una faja para evitar lesiones en la parte baja de la espalda. En cuanto al calzado, debe ser con poca suela para no cambiar la altura de los participantes, y ajustado, para evitar tropiezos.
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Con todos estos consejos, solo falta estar concentrado y mantener la calma. «En los ensayos es más normal, pero el día de la procesión te pones más nerviosa. Por la calle, por el ambiente y sobre todo por lo que llevas arriba», explica esta joven que recuerda su primera vez. «Estaba muy muy nerviosa pero recordé el mes de ensayos para seguir adelante.
Para Irene Salgado los dolores o el esfuerzo no suponen un obstáculo, tiene claro que seguirá adelante. «Mientras yo pueda, voy a hacerlo. Soy joven así que espero ayudar muchísimo tiempo más».
Álvaro Muriel
Álvaro Muriel, de 23 años, trabaja en el departamento de marketing y comunicación de un despacho de abogados de Madrid. Titulado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III, cada Semana Santa vuelve a Cáceres para empaparse de una fiesta con la que ha crecido en casa. Es miembro de cuatro cofradías y en una de ellas, la de la Salud, es costalero. En las otras tres (Estudiantes, Vera Cruz y Nazareno) carga al hombro, que es el estilo más extendido en la capital cacereña.
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Cada Lunes Santo su penitencia recae sobre la séptima vértebra. Es aquí, en la cerviz, donde se apoya el peso del paso del Señor de la Salud (entre 1.000 y 1.100 kilos) con la ayuda del costal, que alivia la carga. Comparte espacio con otros 39 costaleros bajo la imagen de Jesús de la Salud. No se les ve. Cada uno soporta 25 kilos. Aquí la improvisación no existe. La hermandad, que se estrenó en la Semana Santa cacereña en 2009, ensaya con meses de antelación. Los preparativos se inician en enero con la 'igualá', acto en el que el capataz del paso distribuye a los costaleros por altura bajo las trabajaderas, que son los maderos que reposan sobre el costal. Álvaro Muriel es de los altos. La procesión está en la calle durante cuatro horas, desde las ocho de la tarde hasta las doce de la noche.
«En mi familia hay mucha tradición de Semana Santa. En las cofradías he ido haciendo grupos de amigos y me gusta estar en estos días tan especiales en Cáceres» , admite desde el templo de Santo Domingo, desde donde parten dos de las cuatro procesiones en las que carga: la del Cristo de la Salud y la de los Estudiantes (Viernes Santo).
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«La carga con costal, después de haber probado los dos estilos, me parece mucho más cómoda. El día de la procesión, después de llevar muchos ensayos hechos, sabes cuál es tu sitio debajo del paso, sabes qué gente llevas a tu alrededor y sabes cómo andar de forma correcta», explica. «Al hombro también se va bien pero hay veces que no vas bien colocado y es algo más complicado. Con la carga a costal, como el peso cae sobre el cuello, está mucho más repartido que en el hombro, que siempre cargas de un lado exclusivamente», describe. «Además, en el costal llevamos la morcilla, que te amortigua el peso, te colocas bajo la trabajadera y a disfrutar», añade.
Costalero: Álvaro Muriel, de 23 años.
Paso: es uno de los 40 costaleros que llevan el paso del Cristo de la Salud (Cáceres).
Peso: el paso pesa entre 1.000 y 1.100 kilos.
Medida: mide seis metros de largo por dos de ancho.
Procesión sale cada Lunes Santo en Cáceres desde la iglesia de Santo Domingo y realiza un recorrido de un kilómetro.
Ensayos: ensayan desde enero en el Paseo Alto.
Sobre los preparativos, Muriel detalla que los ensayos de los costaleros arrancan a finales de enero. Los integrantes de la hermandad quedan desde entonces cada 15 días, todos los jueves. En la carga a hombro no están implantados los ensayos. El jefe de paso distribuye a los hermanos bajo las andas el mismo día de la procesión. Aunque hay que decir que en los últimos tiempos algunas hermandades sí han empezado a hacer ensayos previos. «Por suerte algunas cofradías los están haciendo. No hay que desmerecer ningún estilo porque los dos enriquecen nuestra Semana Santa . Pero creo que la clave es ensayar, al menos, un par de veces para que el día de la procesión sepas en qué sitio vas y la gente vaya más cómoda», sugiere. De las 17 hermandades que desfilan en la Semana Santa de Cáceres, 14 lo hacen a hombros. Dos, la de la Salud y la del Dulce Nombre, con costaleros. Y la de Jesús Despojado, la hermandad más joven, ha implantado un nuevo estilo en la ciudad: los hermanos cargan a doble hombro (y no sobre la cerviz) por dentro del paso.
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Afirma que la Semana Santa no suele dejar muchas secuelas físicas. «No dejan de ser cuatro horas en la calle cargando con un suelo empedrado, que eso hace mucho. Los costaleros llevamos faja y la zona lumbar va muy protegida y eso se agradece», describe. La carga al hombro pasa factura, afirma, si vas mal colocado. «El peso te cae solo en una parte del cuerpo. Al fin y al cabo es una penitencia, pero no deja secuelas como para quitarte las ganas de repetir. Al día siguiente puedes estar un poco renqueante pero a los dos días está como nuevo.
«Soy una persona muy creyente y me parece que es una forma diferente y muy atractiva de poder vivir la fe, complementaria a la tradicional. Hay mucha emoción debajo del paso». Palabra de costalero.
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