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Las dos procesiones que salieron ayer pudieron lucirse sin problema por las calles de Mérida y disfrutar del primer día de la Semana Santa sin tener que estar pendientes del cielo. Aunque la mañana estuvo un poco incierta, meteorológicamente hablando, y cayeron varios chubascos, la tarde quedó soleada y con buena temperatura. Esto propició que miles de emeritenses y cientos de turistas se echaran a la calle para ver los pasos del Domingo de Ramos.
La primera en poner sus pasos en la calle fue la Cofradía de la Sagrada Cena y Nuestra Señora del Patrocinio, que partió a las cinco de la tarde desde la Argentina. Acompañados por la Banda de la Pasión y la Municipal de Música de Llerena, los dos centenares de nazarenos recorrieron su estación de penitencia atravesando la Plaza de Margarita Xirgu o el Templo de Diana.
En su recorrido tradicional sobresale la bajada desde la calle José Ramón Mélida a la Puerta de la Villa. Este año, la hermandad planeó que el paso por el Templo por el Templo de Diana fuera especial. La Joven Orquesta de Mérida interpretó el 'Ave María' de Caccini al paso de Jesús del Amor de la Sagrada Cena y, posteriormente, el 'Triunfal' de José Blanco y Emilio Cebrián al paso de la Virgen del Patrocinio.
Después la cofradía emprendió su regreso a las calles de su barriada para afrontar otro momento entrañable de la Hermandad, la subida en silencio de la cuesta trasera del Teatro Romano, Paseo José Álvarez Sáenz de Buruaga. Aquí los nazarenos y costaleros renuevan sus compromisos cofrades.
La antesala de esta cuesta, la calle Pedro María Plano, es conocida en la Hermandad como la Calle del Silencio. Lo hacen desde que voluntariamente los costaleros decidieron afrontar esos repechos solo escuchando su rachear y respiración.
La Cofradía Infantil también pudo lucirse y sacar el paso preferido por los niños de la ciudad, el de la Burrita o Borriquita, precedida por cientos de jóvenes nazarenos que partieron con sus palmas desde la Concatedral.
La Plaza de España y las calles aledañas rebosaban de gente, de vida... en una tarde soleada que se había hecho de rogar a lo largo de toda la semana pero que por fin llegó.
El entorno de la calle Santa Eulalia se convirtió en el punto de encuentro donde coincidieron penitentes, fieles y grupos de turistas que estos días llenan la ciudad.
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