Cuando Jesús de Medinaceli salía ayer por la puerta principal de la Concatedral de Santa María aún era de día. Y aunque el sol ya se escondía, había una luz que hacía mucha más bello el paso de la única procesión que el Lunes Santo procesiona por las calles de Mérida, la de la Real Hermandad y Cofradía Infantil de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, Santísimo Cristo de las Injurias y Nuestra Señora del Rosario.
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Y como única que era, todas las miradas y las fotografías se centraron ayer por la tarde en la Plaza de España y alrededores. Sus terrazas estaban repletas de gente que, acompañados de una agradable temperatura, no quisieron perderse el inicio de esta procesión, una de las más seguidas de la ciudad. Con muchos niños entre sus filas y cientos de penitentes con los rostros ocultos, las tres imágenes fueron saliendo de la Concatedral con paso majestuoso, con el mismo que continuaron toda la noche hasta volver de nuevo a su templo, entrada la madrugada. La subida por la calle Santa Julia o el paso de la procesión por Concepción o Cárdenas en un ambiente recogido e íntimo hizo que cientos de fieles sintieran más cerca el esfuerzo y la pasión que pusieron los costaleros.
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