La Virgen de los Dolores y Jesús de la Humildad de Badajoz se estrenan restaurados

No está siendo sencilla la etapa que le ha tocado vivir a Mariví Valor como hermana mayor de la hermandad de los comerciantes. Su llegada al cargo tras la Semana Santa de 2018 culminó pocos meses después con una hermosa salida en procesión regada por una lluvia de pétalos que la hizo más hermosa aún.

Pero once meses más tarde, con todo preparado, pasó el Lunes Santo más amargo de su vida confinada en casa, una situación que se repitió en todos y cada uno de los domicilios de los 450 hermanos que conforman esta cofradía, una de las más populares de la ciudad.

Han pasado dos años y La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, Jesús del Prendimiento y María Santísima de los Dolores trata de recuperar este Lunes Santo un desfile que se ha visto interrumpido por dos años. En la hermandad que tiene su sede en la Iglesia de San Juan no es la primera vez que se viven momentos difíciles. Hace medio siglo el abuelo de Mariví, Pepe Salas, tuvo que pelear duro para poner en la calle una procesión que estaba tocada de muerte.

En esta ocasión el problema no ha sido la falta de fortaleza sino una crisis sanitaria que impedía los desfiles. «Nuestro único problema este lunes será el tiempo. Si no llueve, todo será un éxito».

La hermana mayor es consciente de que una de las fortalezas de su cofradía es que sale a la calle un día en el que sólo hay una procesión. Eso los convierte en protagonistas únicos.

Pero no es su único valor: la relación de la hermandad con la Brigada Mecanizada Extremadura XI desde que en 1992 el general Ezequiel Moro regalara a la Virgen su fajín de general ha convertido en tradición el acto en el que el general de la base se desplaza a La Concepción para participar en el acto de imposición de fajín a una imagen a la que muchos conocen como 'La Generala'. Esa especial relación de la cofradía con el Ejército permite que sus pasos vayan escoltados por militares voluntarios que, al igual que sucede en otras ciudades castrenses, hablan de la estrecha relación que existe entre el mundo militar y la sociedad civil y religiosa.

En el desfile de esta noche también estará presente el comercio, otro de los pulmones que insuflan oxígeno en una ciudad que tiene en este sector uno de sus puntos fuertes.

Aunque el gran atractivo del día será el estreno en la calle de las dos imágenes que desfilan, que no han podido salir en procesión después de ser sometidas a un laborioso proceso de restauración por Ricardo Augusto Kantowitz, cuyo taller acoge trabajos cada vez más importantes.

Ahora la Virgen tiene cuatro lágrimas de cristal de roca que resbalan por su mejilla –antes sólo conservaba tres esta talla barroca– y aunque sigue sin conocerse a ciencia cierta su origen, algunos detalles observados por Kantowitz la sitúan más cerca de los talleres de Miguel Sánchez Taramas (San Vicente de Alcántara, 1668-1734), un escultor e ingeniero militar al que se atribuyen las imágenes del Cristo de la Humildad y también de la Virgen de Bótoa, patrona de Badajoz.

En la calle se estrenan igualmente las parihuelas del paso de palio, que han sido donadas por los capataces de este paso. Y la Virgen llevará un nuevo rostrillo.