Los neurorradiólogos Luis Fernando Pineda, Pilar Domínguez, Nieves Iglesia, Mario Trinidad, Antonio Bermejo y Luis Fernández. José Vicente Arnelas

El SES ya atiende más de cien casos de ictus graves al año

El servicio de Neurorradiología que creó en solitario el doctor Fernández de Alarcón acaba de cumplir veinte años y ya cuenta con seis especialistas

Domingo, 27 de octubre 2024, 07:54

El cerebro sigue siendo uno de los grandes misterios, no solo para la gente corriente, también para los médicos. Aunque desentrañar lo que ocurre en esta masa de color gris es complicado, en la planta baja del Hospital Universitario de Badajoz se acercan bastante a ... explicar su funcionamiento.

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A ello ha contribuido que en este 2024 se cumplan ya veinte años de la Unidad de Neurorradiología, una radiología dedicada al sistema nervioso. Empezó con una persona en 2004, en 2009 incorporó a la segunda y en la actualidad tiene a seis especialistas, cuatro de ellos formados en la Universidad de Extremadura.

Por estadística, su principal caballo de batalla es el ictus, resumido coloquialmente como 'infarto cerebral' y explicado como un trastorno brusco del flujo sanguíneo, el cual llega a devastar vidas humanas casi sin avisar. «Supone la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda global. Además, es la primera causa de discapacidad en personas adultas y la segunda causa de demencia», refleja el informe 'Atención al ictus en Extremadura', que habla de una prevalencia es de 180 casos por cada 100.000 habitantes, lo que supondrían dos mil diagnósticos al año solo en Extremadura.

Desde 2017 el SES combate de manera interdisciplinar el ictus con neurólogos, neurocirujanos, enfermeros especializados en enfermedades vasculares e intensivistas, entre otros recursos

Pero cuando esta patología se agrava se aborda desde la unidad de Neurorradiología, que comenzó en precario impulsada por el doctor Fernández Alarcón en 2004 y ahora, veinte años después, ha multiplicado la lista de patologías que atiende. Su hijo, el doctor Luis Fernández Prudencio, está en el equipo que ha continuado la tarea de su padre, fallecido el año pasado. «Dentro de los ictus isquémicos –explica– nosotros vemos los ictus de gran vaso, que son los más graves. Son los que ocluyen la carótida interna y principales arterias del cerebro. Cuando se ocluye una vía más pequeña se encargan otras unidades, suelen ser menos sintomáticos y a veces se recuperan por sí mismos. Los graves los empezamos atendiendo en 2017 en toda Extremadura y luego se sumó Cáceres, que se encarga de su provincia.

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En la sala de Radiología Intervencionista del Universitario de Badajoz. Arnelas

En las pantallas de los ordenadores del Universitario de Badajoz, siempre hasta donde llega la tecnología, ven los cerebros de los pacientes por dentro. Incluso el estudiante de prácticas describe con soltura cómo las dos carótidas que salen de la aorta terminan formando un pentágono del cual salen las arterias y las arterias vertebrales, un entramado de vías principales y secundarias para un tráfico de sangre cuya interrupción puede tener efectos letales en las personas. Hablan de ictus, pero también de aneurismas, fístulas arteriovenosas, malformaciones cerebrales... y sus efectos: pérdida del habla, de la movilidad, del conocimiento y todo tipo de secuelas.

Para evitar lo anterior ahora trabajan en el hospital de referencia de Extremadura seis neurorradiólogos. Pero no siempre fue así. Con el doctor Luis Fernández de Alarcón empezó todo. «Esto para él no era un trabajo, era parte de su vida, si estaba de vacaciones y había un aneurisma venía a operarlo. Fue una persona muy querida», recuerda la neurorradióloga Pilar Domínguez, encargada ahora mismo de la unidad.

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«Él era radiólogo vascular en los años noventa. Hacía diagnósticos y poco más, pero fue a Madrid a formarse, al hospital Gregorio Marañón, y en 2004 trajo a la región las técnicas para tratar aneurismas, todo ello promovido por los servicios de Radiología y Neurocirugía», explica su Luis Fernández Prudencio, también neurorradiólogo intervencionista, quien empezó como radiólogo porque le atraían los aparatos y finalmente llegó a la unidad que creó su padre en 2016, para él «un lugar con otro estilo de trabajo por el dinamismo que tiene y el contacto con los pacientes».

El doctor Luis Fernández Prudencio, hijo del doctor Fernández de Alarcón. Arnelas

Su padre falleció hace un año por una Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que sigue siendo un reto para la medicina y donde queda mucho por explorar. Igual ocurre con otras enfermedades como el párkinson o el alzhéimer donde quienes estudian el cerebro tienen mucha tarea por delante, admite el hijo del impulsor de la neurorradiología en la comunidad.

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Historia hasta el código ictus

La historia de esta especialidad en la región se puede resumir en que hace veinte años el Servicio Extremeño de Salud pasó de tratar (neurólogos) y operar (neurocirujanos), a abordar con el doctor Fernández de Alarcón unos tratamientos similares pero mínimamente invasivos en el cuerpo. Esto permitía una mejor recuperación de las personas y un ahorro de costes en la hospitalización nada despreciables para la Administración.

Así, la medicina extremeña seguía el ritmo de los avances médicos y ya no había que serrar el cráneo para operar el cerebro sino que se podía llegar al paciente con un catéter gracias al cual una imagen previa señalaba el problema. «De esta manera se llega al escenario donde hay que actuar de manera más clara», ilustra el doctor Fernández Prudencio.

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Lo primero que se abordó así en Extremadura –rememora– fue un aneurisma, esto es, una zona débil en la pared de un vaso sanguíneo del cerebro que provoca que éste sobresalga o se abombe. Las causas pueden ser hereditarias, pero el tabaquismo o el consumo de cocaína pueden provocarlo. Aunque a veces llega precedido de un terrible dolor de cabeza, puede ocurrir que ni siquiera haya síntomas y dé la cara por casualidad tras una resonancia magnética o una tomografía computarizada del cerebro encargada por otra razón. Tras ese primer aneurisma, al cabo de cinco años, en torno, a 2010, se empezaron a atender otras patologías cerebrales.

En la unidad aspiran a ser más independientes y tener sus propias camas y consultas

Pero si hay un año clave en esta unidad del Universitario de Badajoz es 2017. Ese año se instauró el 'código ictus'. «Hasta entonces solo había un fármaco que salió en torno al año 2000 y rezar», expone gráficamente Fernández Prudencio.

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Un ictus es un infarto cerebral y ante él se instauró un procedimiento de actuación sanitaria prehospitalaria basado en el reconocimiento precoz de los signos y síntomas del ictus. En América existe hasta una canción para memorizarlos a ritmo de cumbia. La idea era que cualquier persona pueda dar la alerta enseguida. Y es que para neutralizarlo o minimizar sus efectos hay que conseguir un traslado inmediato a un hospital preparado con Unidad de Ictus.

Un aneurisma cerebral puede empezar a dejar escapar una pequeña cantidad de sangre y causar en una persona puede describir como «el peor dolor de cabeza de su vida», pero el ictus no puede esperar, no se programa, se atiende en el acto. Esto es lo que inevitablemente ha revolucionado esta unidad del SES. «Requiere rapidez para evitar secuelas y la verdad es que cada vez llegan antes al hospital, por lo que hay más posibilidades de hacer algo que evite secuelas», indica el neurorradiólogo Mario Trinidad, ahora mismo el más veterano de la unidad.

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Recursos y futuro

Mientras explican esto, la unidad está activa pero tranquila. Un varón de 67 años se encuentra semiinconsciente y es atendido en una cama rodeada de aparatos mientras el interior de su cerebro asoma por varias pantallas. Le están realizando una angioplastia de carótida para que le llegue un mayor flujo de sangre al cerebro. Puede haber padecido un ictus previamente, haber sufrido episodios de pérdida de visión temporal o incluso desmayos. El paciente está en una de las dos salas que existen en Neurorradiología, donde la última novedad en aparataje es contar con dos arcos biplanos que aportan el doble de información que los monoplanos. El primero de estos arcos llegó en 2014 y el segundo en 2023.

En el hospital de Cáceres hay una unidad de neurorradiología desde hace menos de un año. Aunque ya realizan operaciones complejas, aún es complicado establecer una estadística de su actividad. Ahora mismo, en la unidad que existe en el Universitario de Badajoz se realizan de media dos operaciones al día. Suelen ser de dos grupos, explica el doctor Fernández Prudencio. Por un lado, las patologías isquémicas cerebrales, como los ictus –entre 100 y 120 año año– y las carótidas –entre 50 y 60–, todo lo cual suele afectar a gente de edad avanzada.

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En el segundo grupo están las hemorragias cerebrales. Las más numerosas aquí son los aneurismas –casi medio centenar al año– en gente de entre 40 y 50 años, aunque prácticamente una vez al mes ven otras patologías como fístulas arteriovenosas, malformaciones cerebrales en gente más joven de veintitantos años, así como tumores de cabeza y cuello, entre otras.

De este volumen de trabajo se encargan seis neurorradiólogos, entre cuatro y cinco enfermeros más un auxiliar y un anestesista. Además, participan en muchos estudios, y entre las últimas novedades citan un tratamiento para conseguir ayudar a la reabsorción de un hematoma que se drenaba y volvía a salir.

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Todos son conscientes de que la Inteligencia Artificial irá colonizando poco a poco cada departamento de la medicina y los hospitales se beneficiarán de ella para ganar en eficacia. En esta Unidad de la planta baja del Universitario de Badajoz esperan ir incorporando todos los recursos técnicos posibles mientras aspiran a ser más independientes dentro del hospital y tener sus propias camas y consultas.

Confusión, vómito, dolor de cabeza, mareo... ojo a estos signos

En España casi 120.000 personas sufren un ictus en España cada año, de los cuales la mitad quedan con secuelas discapacitantes o fallecen, según los datos del Ministerio de Sanidad, que habla de «una enfermedad que trae consigo un enorme sufrimiento». Aunque, en los últimos 20 años la mortalidad y discapacidad ha disminuido, las administraciones han divulgado un protocolo para minimizar los efectos de estos infartos cerebrales. Los síntomas de alerta de un ictus isquémico pueden ser entumecimiento, debilidad o parálisis repentina de la cara, el brazo o la pierna de un hemicuerpo; confusión repentina; dificultad para hablar o entender; pérdida de visión brusca de uno o ambos ojos; dolor de cabeza intenso, repentino y sin causa aparente asociada a náuseas y vómitos; dificultad para caminar, pérdida de equilibrio o de coordinación. En cualquier caso, es preciso que la atención se realice con la mayor celeridad posible avisando a los servicios de Urgencias (112).

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