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El asesinato de Humberto Delgado en Extremadura
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El asesinato de Humberto Delgado en Extremadura
Sesenta años sin el general sin miedoUn hombre de nacionalidad portuguesa y su secretaria, brasileña, se marcharon del hotel Simancas (ya desaparecido) de Badajoz el 13 de febrero de 1965. No volvieron. Los dueños pensaron que se habían ido sin pagar, aunque les extrañó que se dejasen sus maletas, con muchos objetos valiosos. Unos niños encontraron sus cuerpos dos meses después enterrados en la alameda de los malos pasos de Villanueva del Fresno. La dictadura de Salazar en Portugal y la de Franco en España impidieron durante muchos años que se supiese lo que había ocurrido, que Extremadura había sido el triste testigo del asesinato de Humberto Delgado.
Delgado, nacido en Boquilobo en 1906, se graduó en el colegio militar de Lisboa en 1922 y después entró en la escuela de artillería. En 1926 participó en el golpe militar de Antonio de Oliveira Salazar que derrocó a la república e instauró el llamado Estado Novo, la dictadura.
Durante años fue un defensor del ideario salazarista y llegó a tener una posición muy destacada en el régimen, fue general con solo 47 años. En los años 50 fue destinado a Estados Unidos y cambió su forma de pensar al conocer de cerca esta democracia. En 1958 decidió presentarse a las elecciones presidenciales contra el candidato de Salazar, pero perdió. Denunció que los comicios habían sido manipuladas.
Dos años después encabezó un intento para derrocar al dictador, pero fracasó y tuvo que exiliarse a Argelia. Allí siguió abogando por llevar la democracia a Portugal. Se convirtió por tanto en un problema para el régimen de Salazar, que decidió eliminar al que habían apodado en Portugal el general sin miedo.
Le tendieron una trampa y el escenario elegido fue Extremadura. Los ejecutores fueron agentes de PIDE (Policía Internacional y de Defensa del Estado), es decir, la policía secreta de Salazar.
Uno de sus agentes se reunió con Humberto Delgado en París en 1964 haciéndose pasar por un opositor que quería ayudarle. Le convenció de que viajara a Badajoz para reunirse allí con un coronel disidente. Delgado seguía buscando alianzas para acabar con la dictadura en Portugal.
Finalmente Delgado aceptó y fue a Badajoz en 1965 junto con su secretaria, Victoria Arajaryr Campos. Pasaron varios días alojados en la ciudad, pero la supuesta reunión no acababa de concretarse.
A partir de este punto las versiones sobre lo sucedido difieren en algunos detalles, pero lo que se cree es que el 13 de febrero un coche recogió a Delgado y Arajaryr en su hotel y viajaron a Olivenza, donde se iban a reunir con Antonio Rosa Casaco, que era el supuesto disidente, pero en realidad estaba en la policía secreta. En la frontera apareció otro coche del que se bajaron varios hombres del PIDE.
Estaban cerca del puente y Delgado comprendió que se trataba de un secuestro y que intentaban llevarlo a Portugal. Se resistió y fue entonces cuando fueron asesinados. El militar disidente recibió varios disparos. A su secretaria le dieron una paliza y la estrangularon.
Se sabe que fue en Olivenza porque se localizó un reguero de sangre.
Desde allí sus cuerpos fueron trasladados a Villanueva del Fresno, donde aprovecharon una fosa natural en la alameda para enterrarlos después de cubrirlos de cal. Unos niños los localizaron dos meses después cuando buscaban pájaros y se abrió una investigación en los tribunales extremeños, pero, una vez conocida la identidad del fallecido, la dictadura franquista silenció el caso.
Durante años apenas hubo información sobre el crimen, era un tema tabú, aunque poco a poco los detalles fueron saliendo a la luz. En Extremadura se preservaron muchos rastros. Por ejemplo el coche del crimen. Lo compró un empresario de Santa Amalia.
Sabía lo que había pasado en su interior, pero le atraía el vehículo porque era un modelo americano difícil de conseguir en España. HOY entrevistó al propietario años después y confesó que había encontrado manchas de sangre, marcas de golpes e incluso un impacto de bala que no reparó y se podía apreciar.
Sin encontrar ni apenas buscar a sus asesinos, las víctimas fueron enterradas en el cementerio de Villanueva del Fresno aunque posteriormente el general fue trasladado con honores al Panteón Nacional de Portugal.
La familia de Humberto Delgado ha viajado a Extremadura en numerosas ocasiones, primero para exigir que avanzase la investigación y luego para asistir a distintos homenajes, como la instalación de un monolito en Villanueva del Fresno. En la inscripción destaca una cita de Delgado: «Estou pronto a morir pela libertade (estoy listo para morir por la libertad)».
Badajoz tiene una deuda pendiente con el portugués. Como ha recriminado esta semana Armhex (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura), el Ayuntamiento aprobó hace nueve años dedicarle una plaza, pero no lo ha cumplido.
El crimen del general sin miedo y Arajaryr no encontró justicia. Un año después del asesinato, comenzó en Badajoz un juicio contra los responsables aunque fueron investigados con sus identidades falsas. Además el país luso se negó a entregarlos.
En 1978 Portugal juzgó y condenó a los cuatro responsables, aunque en rebeldía (no los encontraron). Solo uno de ellos, Antonio Rosa Casaco, fue detenido cuando estaba en Madrid, ya octogenario. Se confirmó entonces que Franco lo había protegido. Nunca fue encarcelado e incluso pudo volver a Portugal, donde murió en Cascais en 2006.
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