![Siete mil extremeños peregrinan cada año a Santiago, el triple que hace una década](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/08/11/gif_caminosantiago.gif)
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Hoy, ayer, mañana... Todos estos días hay extremeños haciendo el Camino de Santiago. En este mismo momento habrá unos cuantos andando o pedaleando hacia la plaza del Obradoiro. Queda claro al conocer los números: 6.656 residentes en la comunidad completaron este histórico sendero el año pasado. Y 2.848 lo han hecho en este 2023, hasta el pasado 10 de agosto, según la estadística que actualiza a diario la Oficina de acogida al peregrino, un recurso de la Archidiócesis de Santiago de Compostela que entre otras tareas, expide el certificado de la peregrinación, la 'Compostela'.
En el año 2002 lo hicieron 2.463, lo que significa que en una década casi se ha triplicado la cantidad de extremeños que se animan a llegar a la ciudad gallega tras completar al menos cien kilómetros a pie o doscientos en bici. Es un incremento mayor que el registrado para el conjunto del Camino, que recibió en 2022 a 483.209 personas y en 2012 a 192.458 (128% de incremento, frente al 170% en la región).
Tras cada cifra hay una historia. De madrugones, albergues, mochilas, ampollas, esfuerzo, emoción... Hay tantos testimonios como peregrinos. Aquí van cuatro de extremeños que lo han hecho recientemente.
«Mi padre lo hizo en su día, y nos metió el gusanillo». Ahí está la raíz de la historia de Lourdes Chico con la peregrinación a Santiago. Es de Badajoz, tiene 37 años y lo ha hecho dos veces. «Cada verano –cuenta– hacemos un viaje familiar, y el año pasado pensamos mi hermana y yo que sería una buena opción hacer el Camino. Se lo propusimos a mi padre, le encantó la idea e hicimos el Francés desde O Cebreiro.
Tanto le gustó la experiencia que han repetido este verano, ahora haciendo el portugués por la costa, desde A Guarda, en siete etapas y de nuevo con su padre, su hermana y también su tía. Han dormido en albergues, hostales y hoteles, y utilizado el servicio de transporte de mochilas entre alojamientos. Lo prestan Correos y empresas privadas, cuesta sobre cinco euros por bulto y día y es una opción cada vez más popular, sobre todo entre quienes inician su aventura en Sarria, que son mayoría (el 46% de los extremeños el año pasado). Lourdes y su familia regresaron a Badajoz el pasado día 10.
54% Elige el Camino Francés
De los 6.656 extremeños que hicieron el Camino de Santiago el año pasado, el 54% eligió el Francés. Un 18% prefirió el Portugués interior, un 7% el de la Vía de la Plata, un 5% el del Norte y casi los mismos el Portugués por la costa.
6.381 Lo hicieron a pie
Extremeños que hicieron el Camino el año pasado a pie. Son el 96% del total. 241 lo completaron en bici (3,6%), 31 a caballo, dos en silla de ruedas y uno por el mar, a vela.
«Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo –resume la joven pacense–. Este año fui colgando fotos en los estados de WhatsApp y en Instagram, y me escribieron dos amigos diciéndome que querían hacerlo. Uno ya lo ha empezado y el otro lo hará en unos días».
Para evitar la masificación que caracteriza a la ruta en verano, ellos eligieron no hacer las etapas más usuales, sino empezar y terminar en localidades menos habituales. «Haciendo eso y saliendo a andar sobre las siete de la mañana evitas bastante las aglomeraciones», aconseja Lourdes, que si tuviera que elegir uno de los dos senderos que ya conoce, optaría por el primero que hizo. «Las vistas de los acantilados en el portugués por la costa merecen mucho la pena, pero me quedo con el paisaje de montañas y bosques frondosos del Francés, aunque una ventaja del portugués es que no está tan masificado».
«El Camino –resume Chico– es una sucesión de vivencias, tienes mucho tiempo para pensar, te plantea un reto diario, te enseña a no tirar la toalla, y todo esto te hace crecer como persona».
La de Israel Vázquez es una historia fuera de lo común. Él no ha peregrinado a la ciudad gallega como lo hace la mayoría, sino que lo ha hecho en bici y llevando en un carro a Martín, su hijo de tres años. Buscaba lo mismo que otras muchas veces en su vida: vivir una experiencia que recordar siempre. Y ha acertado, claro.
«Lo hice el verano pasado, en agosto, porque mi mujer estaba preparando unas oposiciones y vi que el verano se me iba a hacer largo –cuenta el aventurero. Me apetecía hacer un viaje en bici llevando a Martín. Miré opciones, y me decanté por el Camino Francés de Santiago desde Ponferrada. Lo completé en 11 ó 12 etapas, porque hacía los kilómetros que suelen hacer quienes van andando, no los ciclistas».
2.848 Peregrinos extremeños en lo que va de año
Extremeños que han hecho el Camino este año, hasta el pasado 10 de agosto. Fueron 19 en enero, 21 en febrero, 247 en marzo, 324 en abril, 83 en mayo, 517 en junio. 1.320 en julio y 317 entre los días 1 y 10 de este mes, según la Oficina de acogida del peregrino.
O sea, entre 20 y 25 en vez de sobre 50 ó 60. Los completó en una bicicleta Orbea modelo Sherpa, que compró de segunda mano hace nueve años por 200 euros. A ella le añadió sus alforjas y un carro prestado por un amigo. Y con esos mimbres alejados de cualquier lujo, este profesor amante de la montaña y la escalada completó la hazaña.
Aunque alguna vez tuvo que poner pie a tierra. Por ejemplo, subiendo a O Cebreiro, un puerto que se hace eterno y que coronó gracias a la solidaridad de un joven italiano que le ayudó a cargar con bici, niño y equipaje.
«Fue una experiencia que te queda para toda la vida y que recomiendo a todos», resume Israel, que durmió en albergues con su hijo al lado. «Nos levantábamos a las siete –recuerda–. Despertaba a Martín, le abrigaba y a las ocho estábamos empezando la etapa. A la hora y media o así, parábamos a desayunar, y luego seguíamos. Él en el carro se lo pasaba bien. A ratos miraba por la ventana, a ratos dormitaba... Y por la tarde, íbamos a las piscinas de los pueblos o a algún parque, a sitios donde pudiera jugar con otros niños».
«Fue algo hermoso, la verdad», resume el profesor extremeño, que evoca «las sensaciones a flor de piel que te hace vivir el Camino, y las amistades que trabas, con gente con la que un año después sigues manteniendo el contacto». De hecho, mientras lo cuenta, le llega al WhatsApp una foto de una joven que le cuenta que este año va a empezar a caminar en Francia.
Tiene Alejandro Ortiz la flecha del Camino de Santiago tatuada en un tobillo, y la vieira del peregrino en el otro, lo que ya da una idea clara de lo que esta ruta supone para él. La ha hecho cinco veces, y en octubre será la sexta.
«Es la experiencia personal más fuerte que he vivido tras el nacimiento de mi hijo», define el joven nacido en Barcelona pero que considera a Fuentes de León como su pueblo. Una vida paralela ha llevado su amigo Fran, con el que ha completado la peregrinación cada vez que la ha hecho.
Julio El mes preferido
Es el mes preferido en la región para vivir esta experiencia. Lo eligieron el año pasado 1.952. El segundo de la lista es agosto, con 1.662. Por el contrario, en enero hubo solo diez, 30 en febrero y 23 en diciembre.
«La primera vez nos hicimos la promesa de amigos de hacerlo cinco veces, y ya vamos a por la sexta», explica Ortiz, que como la mayoría, empezó con el Francés. Luego hizo el portugués y el inglés, pero al cuarto año y al quinto volvió a ese inicial, que también hará este año. «Es el que más me gusta, el más animado y el más preparado para el peregrino, algo importante cuando lo haces en octubre como es nuestro caso», explica el joven extremeño, que completa la ruta los años impares y que asegura que «cada vez que lo haces sientes cosas distintas, aunque ninguna como la primera».
«Lo mejor del Camino –resume– es que nos hace a todos iguales. Te pones las botas y la ropa para andar y no hay ni ricos ni pobres, ni gordos ni flacos».
Esto y las amistades. De camino a Santiago, él ha hecho algunas que años perduran hasta el punto de que han venido a visitarle desde muy lejos. Este año recibirá a un joven de Miami, y antes le vino a ver un argentino. A los dos les conoció en esas caminatas que tanto le gustan.
El pasado 6 de agosto, un grupo de peregrinos entró en la plaza del Obradoiro cantando el himno de Extremadura. Uno de ellos era Juan Manuel Romero, de Herrera del Duque. «La idea de hacer el Camino –cuenta– nos la propuso en marzo una empresa de ocio en la naturaleza llamada SiberOcio, y salió un grupo de 24 adultos y dos menores».
Casi todos eran vecinos de la comarca de La Siberia, y eligieron para esta peregrinación lo que la mayoría de debutantes: el Francés desde Sarria en cinco etapas (114 kilómetros). «Ha sido una experiencia muy gratificante, muy enriquecedora en lo personal y en lo espiritual, y que me ha permitido afianzar amistades y hacer otras nuevas», condensa Romero.
Lo que más le ha gustado han sido «los paisajes, las temperaturas, la gastronomía y la interacción con otros peregrinos», y lo que ha resultado más duro «los albergues para alguien de 60 años y las pendientes de algunos tramos». A la hora de hacer balance, afirma que es una experiencia que recomendaría «a familiares y amigos», y afirma que repetiría, «aunque eligiendo otro caminos y alojamientos». «Los consejos que daría a alguien que lo va a hacer por primera vez –concluye Juan Manuel Romero– son prepararlo entrenando antes, elegir calzado que ya se haya usado, cuidar los pies a diario, dejarse llevar por la ilusión y disfrutar cada día de una experiencia tan gratificante».
Cada año a finales de junio o principios de julio, el Colegio Santa Eulalia de Mérida organiza una peregrinación a Santiago de Compostela para alumnos de 15 a 17 años. Ya van por 26 ediciones, y en cinco de ellas ha participado Javier Hurtado, catequista. «Son los chicos los que peregrinan, yo estoy al servicio de ellos», sitúa él antes de explicar que alternan el inglés, el portugués y el de la Vía de la Plata.
Este último es el que han hecho este año. Siempre evitan el Francés por ser el más masificado, lo que dificultaría vivir la experiencia que justifica la actividad en el caso de este centro educativo religioso, que es la de peregrinar como un acto de fe. «Llevamos siempre un diario, que en todo momento está a disposición de cualquiera que quiera escribir, y que da gusto leerlo -cuenta Hurtado-. La frase que más se repite en él es todos los años la misma: 'Es la mejor experiencia de mi vida'».
Y eso que lo hacen de forma austera. No duermen en camas en albergues sino en esterillas en pabellones deportivos, «porque así todos a la vista de todos, y esto ayuda a hacer grupo», explica el catequista. A la hora de comer, cocina su propia comida, habitualmente arroz, pasta o filetes a la plancha, y solo al día siguiente de haber llegado a Santiago se permiten ir a una pizzería. Más incomodidades: puede ocurrir que de tanta ducha, se acabe el agua caliente y a alguno le toque lavarse con agua fría.
Pese a todo esto, «a ellos les encanta hacer el Camino», asegura Javier Hurtado. «Para ellos es una experiencia única, inolvidable, diferente a todo lo que han vivido hasta entonces. Les hace crecer como personas. Todos tenemos a nuestros hijos sobreprotegidísimos, y en estos días ellos tienen que hacer unos esfuerzos que habitualmente no hacen. A veces comento lo sorprendente que es ver cómo sus padres cargan cada día con las mochilas de sus hijos los últimos cien metros antes de que entren en el colegio, y sin embargo, en estos días ellos son capaces de hacer cada día 25 kilómetros cargando sus mochilas».
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