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Marta Gallardo y maría isabel hidalgo
Sábado, 21 de agosto 2021
Siempre se ha pensado que es para locos, y llega un momento en el que tú misma lo crees. En todos los sitios nos han ... vendido que ir a terapia era algo muy malo y no es así», afirma Belén Jiménez.
A sus 21 años esta joven lleva cinco acudiendo al psicólogo. No dormía bien, no disfrutaba y no «cumplía con esos supuestos estándares que creemos nos exigen en la adolescencia», afirma. Belén era consciente de que tenía un problema y que la solución pasaba por acudir a un especialista, pero tenía miedo de dar el paso. «Tras mucho pensar cómo decírselo a mi madre e intentar evitarlo llegó un momento en el que me di cuenta que no lo podía retrasar», cuenta.
El miedo, la vergüenza o el desconocimiento son algunas de las causas por las que no se acude al especialista, comenta la psicóloga María Rastrojo.
Esto se debe a que socialmente la tendencia en caso de sufrir o percibir un problema de salud mental ha sido hacer como si no existiera. «Actuamos como si hablar de ello empeorase la situación. «Ya se te pasará», «No pones de tu parte», son algunas de las muletillas empleadas con alguien que sufre malestar, como si estar mal fuese una decisión personal», apunta la psicóloga villanovense Andrea del Pozo.
Con estas conductas se ha creado un estigma en torno a los problemas de salud mental, en definitiva su elusión al nivel social ha llevado a que se trate como un tema tabú.
La Organización Mundial de la Salud señala que para que exista el bienestar debe haber un equilibrio entre la salud emocional y la salud física.
En este sentido, del Pozo recuerda que el bienestar emocional es aquel en el que «el individuo puede afrontar las presiones normales de la vida». Sin embargo en muchas ocasiones esto supone todo un reto, en especial para las nuevas generaciones.
Según los datos que arroja la Confederación de Salud Mental en España, cerca de dos millones de jóvenes de entre quince y 29 años han sufrido síntomas de trastorno mental en el último año.
Francisco J. Vaz Leal
Catedrático de Psiquiatría
«Déficit de atención, problemas de conducta, trastornos de adaptación, depresión, ansiedad, comportamientos autodestructivos, estrés postraumático, trastornos de alimentación y en mayor medida trastornos relacionados con el consumo de sustancias» son los principales problemas de salud mental que sufren los jóvenes en Extremadura, comenta el catedrático en psiquiatría Francisco Vaz.
El estigma social que hay entorno a estos problemas hace que muchas personas como Belén tarden en dar el paso que les lleve a la consulta de un especialista. «No fui antes por el miedo a qué pensaría mi madre, a que la gente no me entendieran o pensaran que estaba exagerando», declara Belén.
Gloria Tena es otra joven que ha necesitado ayuda psicológica para superar la ansiedad social que le fue diagnosticada en su primera sesión. Gracias a este diagnóstico comprendió por qué pese a hacer un plan con sus amigos en el último momento no le apetecía ir. Cuenta que sintió alivio «porque ya tenía una explicación de lo que me pasaba».
Ella también se arrepintió de no haber ido antes, pero que no lo hizo porque creía que solo había que ir cuando estás muy mal,
Precisamente para visibilizar estas enfermedades y eliminar los prejuicios que tienen asociados, la Federación Extremeña de Asociaciones de Personas con Experiencia en Salud Mental y Familiares (FEAFES) ha puesto en marcha un programa basado en el juego de la oca. La iniciativa pretende dar a conocer a los jóvenes qué es la salud mental y cual es la realidad de transtornos como la esquizofrenia, la ansiedad o la depresión.
Con esta herramienta, activa en la web de la Federación, también se pretende normalizar la figura de los profesionales de la salud mental.
Herencia genética, factores ligados a la cultura y el entorno social, inseguridad, estrés, consumo de sustancias, el uso cada vez más precoz e intensivo con el alcohol, el mal uso de redes sociales son algunas de las causas de problemas mentales en los más jóvenes.
Todo esto sumando a la situación socio-económica de España, con una de las tasas de paro juvenil más elevadas de la Unión Europea, constituye la mezcla perfecta para una situación de salud mental alarmante.
A esto mismo hizo referencia la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, al reconocer en una entrevista al diario Público que la precariedad laboral es una de las principales causas de los problemas de salud mental en la juventud.
La vida laboral de este sector de la población se basa en contratos temporales y condiciones laborales cuestionables. Andrea del Pozo coincide al recordar que el futuro laboral es «cada vez más ocuro para los jóvenes» y destaca que el paro en Extremadura se sitúa en el 55,92%.
Andrea del Pozo
Psicóloga
Prueba de estos datos es que según el Consejo Económico y Social de España (CES) solo el 33% de los jóvenes se siente satisfecho con su trabajo, Mientras que un 36% afirma estar contento con su situación económica.
A este futuro desesperanzador se le suma un presente pandémico. Vaz Leal reconoce que los jóvenes suelen estar más predispuestos que los adultos a presentar síntomas en respuesta a situaciones que ponen a prueba sus mecanismos de adaptación. «La covid ha sido una situación generadora de estrés crónico», explica Vaz, y continua afirmando que «ha puesto a los jóvenes frente a experiencias como la confrontación con la muerte de personas cercanas y el confinamiento ha provocado un incremento de la patología ansioso-depresiva en un gran número de niños y adolescentes»,
Aún así los expertos dejan claro que la pandemia no ha sido más que un desencadenante de patologías ya adquiridas por la población.
Lo que sí ha hecho la pandemia ha sido contribuir a avivar el debate sobre la salud mental y los trastornos mentales, algo que jóvenes como Belén y Gloria creen que es necesario y que debe ser normalizado. «En mi grupo de amigos es habitual que hablemos de salud mental. Mostramos bastante interés en conocer las cosas que pueden afectarnos y así conocernos mejor», cuenta Belén.
Por su parte Gloria explica que es más habitual tratar estos temas con los amigos que en casa, siente que las generaciones anteriores no entienden o no saben tratar estos problemas.
«¿Cómo estás? es el cambio más grande que la pandemia ha introducido en las personas. «Antes pregutábamos qué tal o cómo te va pero nos olvidábamos del 'me siento' o 'me preocupa'», apunta Tamara Merchán, responsable de comunicación de Feafes. Esta importancia que la sociedad ha comenzado a darle a los sentimientos y emociones suponen un cambio importante para la salud, afirma Merchán.
¿Depende esta progresiva visibilización de la salud mental de los jóvenes? Belén cree que sí, que de hecho se habla más que en generaciones anteriores. «Por ejemplo, en las generaciones anteriores casi nadie iba (al psicólogo) solo aquellas personas que estaban en situaciones muy extremas y siempre estaba mal visto.
Antes no sería posible que una persona joven, que aparentemente «lo tiene todo» pudiera hablar abiertamente que va a terapia sin ser juzgada por todo el mundo como si fuese algún delito», cuenta la joven.
Del Pozo matiza. «No sé si le dan más importancia que los adultos, pero sí buscan otras soluciones». Vaz por su parte disiente, cree que los jóvenes mantienen las mismas actitudes que las generaciones que les precedieron y alarma sobre el uso de algunos términos términos que han sido incorporado al argot de los jóvenes como «paranoia»,« anoréxica», «bipolar», que son usados de forma inadecuada por los jóvenes dando continuidad a la estigmatización de los problemas mentales. lo que acaba afectando a los propios pacientes y les lleva en muchos casos a marginarse y a rechazar tratamientos que podrían aliviar su sufrimiento. «Y esto es grave, muy grave,ya que estamos hablando de problemas que pueden afectar al 10-20 %», apunta Vaz.
Gloria reconoce que tardó en dar el paso. «Lo iba ignorando, pensaba, pues bueno es un dia que tengo malo y ya está». A la hora de pedir ayuda tanto Gloria como Belén confiesan que les costó contárselo a sus respectivas familias.
El contar con el respaldo de los seres queridos en muchos casos también es clave a la hora de empezar las sesiones. Gloria recuerda. «Mucho apoyo no noté», pues comenta que su madre no entendia por qué necesitaba ir a un psicólogo. Por su parte Belén coincide en que en su familia no saben tratarlo, «tampoco ponen interés en conocerlo, son mayores, se han criado con otra generación y otras costumbres y eso ha jugado en contra siempre», comenta.
Hoy en día ambas reflexionan sobre lo que ha supuesto buscar ayuda profesional para afrontar sus problemas, y coinciden que ha merecido completamente la pena. Su visión con respecto a las primeras sesiones ha cambiado por completo.
Gloria destaca que acudir a terapia te ordena la mente, «no hay que ir solo porque estés mal, porque al fin y al cabo nuestros pensamientos están por ahí, y hay que ordenarlos».
Siguiendo esta linea Del Pozo recuerda, que no es necesario que haya una causa objetiva para hacer terapia «Hay personas que deciden invertir en su salud mental encontrando en la consulta un lugar de reflexión y de aceptación de sus emociones, donde adquirir herramientas para simplemente practicar ese autocuidado» Añade, que a lo largo de su carrera ha escuchado la frase «no estoy tan mal como para ir al psicólogo», sin embargo esto no es excusa cuando existe un verdadero problema, ya que poner respuesta a este sufrimiento debe de ser inmediata.
Hay ocasiones en las que el empeoramiento de la salud mental llega a casos extremos. Feafes indica que las urgencias de salud mental reciben a diario un número creciente de llamadas de jóvenes que han intentado acabar con su vida. De los más de tres mil suicidios que ocurrieron en España en el año 2019, más de cuatrocientos eran jóvenes con edades comprendidas entre los quince y los veintinueve años, apunta Merchán.
¿Continuará esta tendencia? Los profesionales alertan de la necesidad de tomar medidas desde ya, para que un futuro estas cifras dejen de subir. No se puede hablar de salud, sin tener en cuenta el bienestar mental.
MARTA GALLARDO
Nos encontramos inmersos en dos pandemias, el coronavirus y la salud mental. La primera prácticamente ya sabemos cómo combatirla, no obstante, la segunda sigue siendo una asignatura pendiente. Se manejan cifras tan alarmantes como que una de cada cuatro personas padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida. Los psicólogos y psiquiatras apuntan a la concienciación y el aumento de inversión y medios, como elementos clave no solo para prevenir sino para ayudar.
Aumentar la visibilidad, normalizar los trastornos e incluso dar a conocer los distintos recursos a los que pueden optar aquellos que los necesiten es una labor que pueden asumir desde los medios, recuerda Andrea del Pozo «Podéis contribuir enormemente a la eliminación de estigmas y sinceramente creo que podéis salvar muchas vidas difundiendo mensajes». Un tratamiento informativo adecuado es clave. Los tiempos en los que se evitaban tratar suicidios para no incentivar estas prácticas parecen haber quedado atrás.
Salud deficitaria
No obstante, la normalización, aunque útil, no es suficiente. Del Pozo recuerda cómo en España sigue habiendo 6 psicólogos y 9 psiquiatras por cada 100.000 habitantes «se traduce en listas de espera interminables» ,e indice en la importancia de las campañas de concienciación «Hay que acercar el mensaje a todos los hogares de que la salud mental no es una elección». Vaz coincide «la atención a la salud mental ha sido claramente deficitaria en nuestro país y en nuestra comunidad autónoma y lo sigue siendo a día de hoy. Todo hace pensar que las cosas no cambiarán a corto y medio plazo»
¿La solución? El psiquiatra apuesta por la inversión en recursos asistenciales, potenciar la detección precoz, y proveer un tratamiento adecuado para los problemas identificados «como se hace con los restantes problemas de salud».
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