Sube el consumo de cannabis entre los estudiantes de ESO y ya son un tercio los que lo han probado

El sondeo del Plan Nacional sobre Drogas con la colaboración de las comunidades autónomas –848 encuestados de 19 centros en la región– especifica que tres de cada diez jóvenes de la comunidad en esa franja de edad admiten haber consumido esta droga alguna vez en su vida. El porcentaje está un punto por encima de la media nacional y es siete puntos más alto que en la edición anterior de la encuesta, hace dos años.

Además, 23 de cada cien reconocen haberlo fumado en los últimos doce meses, una ratio medio punto superior a la nacional y cinco puntos y medio más alta que la de hace dos años.

El estudio desvela diferencias notables en el consumo de esta sustancia según el sexo. En el caso de los hombres, la tasa extremeña asciende hasta el 33%, casi cuatro puntos superior a la española, mientras que entre las mujeres se queda en el 27%, casi un punto y medio inferior a la del conjunto del país.

«Como tantos otros aspectos de nuestra sociedad, el consumo de sustancias adictivas también está ligado a roles de género», sitúa María del Pilar Morcillo Sánchez, secretaria técnica de Drogodependencias del Servicio Extremeño de Salud.

«Lo que más nos preocupa –apunta– es la percepción de no riesgo del consumo de cannabis que tienen a estas edades. Lo han normalizado y forma parte de su día a día. Se han extendido entre ellos una serie de mitos erróneos ligados a este consumo: que es terapéutico, que les hace más atractivos, que les ayuda a concentrarse más y a aguantar más tiempo estudiando, les da sensación de poder, creen que fumándolo están en la onda...».

A esta imagen equivocada hay que añadir otras dos variables que ayudan a explicar por qué el consumo de cannabis entre los estudiantes de ESO está aumentando. «Por lo que ellos mismo nos cuentan –detalla Morcillo–, es accesible, o sea, que no tienen problema para conseguirlo, y además les resulta barato».

Según varias fuentes, por 4 ó 5 euros se puede adquirir un gramo, cantidad que bien mezclada con tabaco da para cinco porros. A estas edades, suelen gastar de 10 a 20 euros en cada compra, en función del dinero que tengan. Según ESTUDES, el 91% de los extremeños de 14 a 18 tiene una asignación semanal que no llega a 25 euros.

En este contexto, Pilar Morcillo explica que es importante que los padres aprendan a identificar las señales que pueden indicar que su hijo tiene un problema de adicción. «Cuando le vemos apático, molesto, con cambios de conducta, de mal humor, cuando nos da malas contestaciones frecuentemente, o falta al instituto o al trabajo porque se queda dormido... Entonces es el momento de pedir información».

La secretaria técnica aporta otra clave importante: «Normalmente –explica–, tanto los menores como los adultos que consumen cannabis, consumen también otras sustancias adictivas, ya sean legales como el alcohol o el tabaco, o ilegales». De hecho, este policonsumo es uno de los factores que antes tienen en cuenta los profesionales de la red extremeña de atención a las conductas adictivas, que entre sus primeros objetivos al atender a un joven está detectar de qué sustancia tiene más dependencia para actuar sobre ella primero y el resto después.

La red autonómica incluye 16 ECA (Equipos de Conductas Adictivas, antes conocidos como Cedex) ubicados en las localidades más pobladas, y seis puntos de atención, que son similares a los ECA pero más pequeños y están en municipios con menos habitantes. Cualquiera puede acudir a ellos sin necesidad de pedir cita.

Además, hay otros recursos, como ocho comunidades terapéuticas, un centro de tratamiento breve, un teléfono gratuito y anónimo (el 900 210 994), varias webs (drogasextremadura es la referencia) y un programa específico para menores sancionados por consumo y tenencia de sustancias legales. Es el Pandora, que se desarrolla junto a la Delegación del Gobierno y las fuerzas y cuerpos de Seguridad y que ha sido premiado por el Ministerio.