![Usuarias del Centro Deportivo Forus con mascarillas y sin ellas.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202204/20/media/20220420_1333__JVA4871.jpg)
![Usuarias del Centro Deportivo Forus con mascarillas y sin ellas.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202204/20/media/20220420_1333__JVA4871.jpg)
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Álvaro Rubio, J. López-Lago, Marta Muñoz y Suso González
Cáceres | Badajoz
Miércoles, 20 de abril 2022, 11:56
Este miércoles era el día esperado para quitarse la mascarilla definitivamente tras dos años de pandemia. Ya no es obligatorio en interiores. Así lo detalla el Boletín Oficial del Estado, pero una vez más la realidad se ha llevado por delante al papel. El ... cubrebocas sigue muy presente en los supermercados, los pequeños comercios, los edificios de la Administración Pública, los hoteles y tras la barra de los bares.
Las excepciones, que son pocas, se ven en los colegios con pequeños que prefieren quitársela y jugar en el recreo sin ella; entre los obreros de alguna que otra obra de reforma y en los gimnasios. Precisamente en las salas de entrenamiento es donde se están observando menos mascarillas. «Chicos, ha llegado el día de vernos las caras». Con esa frase empezaba la clase uno de los profesores de las gimnasios más grandes de Cáceres. Seguidamente, todos los alumnos se quitaban la protección.
Marta Chapado era una de ellas. «Yo lo estaba deseando porque es incómodo hacer deporte con ella. A veces, no puedo ni respirar», comentaba esta joven justo antes de empezar su clase de ciclo de todos los miércoles. «En los demás sitios cerrados, también me la quitaré», añadía pasadas las nueve de la mañana.
Justo a esa hora, obreros que trabajan en la reforma de un local en Cánovas tampoco la llevaban puesta. «En la foto, preferimos no salir, que la gente todavía está muy sensible», reconocía uno de ellos. Es un claro ejemplo de que existen dudas y la población aún es reticente a la eliminación total de las mascarillas.
Por el momento, la mayoría de la gente está optando por llevarlas puestas, tal y como se puede ver en las oficinas de la Administración Pública. «Aquí, hasta nueva orden continuamos con ella», comentaba la vigilante de seguridad del edificio Múltiples de Cáceres. En el de la Seguridad Social también siguen con ella.
Es lo que está sucediendo en la mayoría de los sitios cerrados. «Nosotros, los trabajadores, hemos decidido que no nos la vamos a quitar porque tenemos mucho contacto con el público y consideramos que todavía no es conveniente. Además, manipulamos muchos alimentos y es bueno llevarla», decía Virginia Morcillo, camarera encargada del bar La Tarara en Cáceres, mientras ponía los primeros cafés. «Si entran clientes sin mascarilla no podemos decir nada, ellos son libres de hacer lo que quieran», añadía.
Más de lo mismo en los hoteles. «Ya es responsabilidad individual. Lo que estamos viendo es que casi todo el mundo la lleva, sobre todo al entrar en cafetería y en el restaurante, pero también hay quien se la quita, aunque son menos», explicaba Juan Fernández, recepcionista del hotel Alcántara en Cáceres. «Nosotros, como empleados, tenemos que llevarla por decisión de la empresa».
En otros centros de trabajo les han dado libertad para decidir. «En mi caso voy a seguir con ella, es decisión personal», aseguraba Carmen Jiménez, empleada en la imprenta Ricopy. «Los clientes también la llevan puesta. De las 15 personas que han entrado esta mañana todos la llevaban», añadía.
En los supermercados también es complicado encontrarse a gente con la cara al descubierto. «Todos los empleados la vamos a llevar puesta. Por ahora ningún trabajador ha caído con el virus. Lo hacemos por la salud, pero sobre todo por el tema económico», reconocía Benito Rosa, dueño del supermercado Covirán en la calle Santa Joaquina de Vedruna de Cáceres. «De las 30 personas que ya han entrado, todos van con mascarillas».
En la zona de la carnicería, Cándido Hernández, de 74 años, era un ejemplo de ello. «No me la pienso quitar, me da más seguridad y es pronto», comentaba. «Me la pongo cuando salgo de casa y la llevo también puesta en exteriores», decía.
En la capital pacense el fin de las mascarillas apenas se ha notado y la jornada de hoy no ha sido muy diferente a la de ayer. En los colegios de Badajoz la gran mayoría de niños han entrado en el centro con la cara semitapada, aunque en la hora del recreo la libertad ya es total y, como en tiempos previos a la pandemia, muchos niños ya han jugado hoy con normalidad sin espacios reservados para cada clase y muchos de ellos con la cara al descubierto, lo cual ya estaba permitido si se respetaba una distancia de seguridad.
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Por la calle aún es frecuente ver a adultos con la mascarilla puesta incluso al aire libre, igual que en espacios interiores, donde apenas un veinte por ciento de la clientela de los supermercados que ha visitado este diario compraba ya a cara descubierta. En cuanto a los empleados de estos establecimientos, hay algunas cadenas de alimentación que han dado opción a los trabajadores de despachar con la mascarilla o sin ella y más de la mitad la llevaba. En otras cadenas no existía opción y todos la llevaban puesta esta mañana.
En administraciones públicas como las oficinas de Tráfico o Correos en Badajoz la gente que atiende al público tras mamparas transparentes seguía hoy con la mascarilla puesta prácticamente en su totalidad. Entre los ciudadanos que acudían a hacer algún trámite también eran mayoría quienes llevaban la mascarilla puesta.
María Eugenia soto
Directora Centro Deportivo Forus
No obstante, en los centros deportivos sí se han notado cambios hoy miércoles. En Forus, en la barriada de Valdepasillas de Badajoz, su directora, María Eugenia Soto, explicaba que durante la mañana de hoy eran más o menos la mitad quienes aún acudían a entrenar con mascarilla. «Los empleados pueden elegir llevarla o no y muchos ya no la llevan. Solo es obligatorio llevarla en la sala de fisioterapia, donde en un principio decidimos que la llevaría solo la fisioterapeuta, pero esta mañana en cuanto he leído el BOE se indica que el paciente también debe llevarla, así que es el único lugar donde aún sigue siendo obligatoria. En el resto de las instalaciones supongo que a medida que pasen los días cada vez menos gente llevará mascarilla». Por otro lado, en la recepción comentaban que algunos clientes al entrar preguntaban si tenían que quitarse la mascarilla. «Cada uno puede hacer lo que desee -respondíamos- pero muchos que entraban con la mascarilla puesta al salir lo hacían sin ella», han indicado en este centro deportivo.
En la zona de compras del centro de Badajoz el panorama hoy es variado, lleno de dudas y donde prevalece la precaución en los primeros días. Almudena Velarde, empleada de la tienda Rebeca de la calle Menacho, llevaba puesta la mascarilla. Según ha explicado esta mañana, «al principio tenemos que ser cautos, nos da un poco de miedo y aunque nos agobiemos porque vamos a estar muchas horas con ella, a los clientes no se la podemos exigir. Cuando nos juntemos muchos en los probadores, por ejemplo los sábados, pues se lo diremos, no en plan autoritario sino por el bien de todos. Los clientes están deseando quitarse la mascarilla. Se ven tan guapas con los trajes que salen al espejo sin ella y hasta ahora había que recordarles que se la tenían que poner».
Paqui Macías, que es encargada en la tienda de moda Tara, también en la calle Menacho de Badajoz, reconocía esta mañana estar «encantada de la vida». Según ha explicado, «yo lo de la mascarilla lo he llevado fatal, me agobiaba mucho. No sé lo que haremos aún. Si no hay nadie nos la quitamos, pero si tengo que atender a una clienta con la que voy a tener un trato directo pues me la pongo, al menos de momento porque venimos de una Semana Santa que ha sido brutal con muchas salidas de vacaciones, así que por precaución y si hay gente nos la pondremos. Hay gente que está deseando quitársela, pero otros aún tienen miedo, sobre todo las personas con más edad. Lo que no podemos es obligar a los clientes».
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Sara Dorado, propietaria de Dorado Vintage, decía que la no obligatoriedad de las mascarillas es positiva pero a la vez le da respeto y miedo. «Con las trabajadoras hemos llegado al acuerdo de que no les voy a obligar a que la lleven, pero yo sí por precaución. También les he dicho que cuando entre un cliente me gustaría que ellas la llevaran puesta».
Por su parte, Julián González, de Frutería El Capricho, admitía esta mañana que para él hoy es un día complicado. «No sé si ponérmela o no porque la gente tiene miedo todavía. Yo me la voy a poner por si acaso. Lo que no voy es a poner un cartel que diga que es recomendable el uso de la mascarilla porque a lo mejor no entran. La gente está cansada. Hoy han venido a comprar con mascarilla y sin mascarilla».
Por último, Antonio Palma, de uno de los dos bares del parque pacense de San Francisco, indicaba esta mañana que él está a favor de quitarla. «Necesitamos un poco de libertad para todos los hosteleros, que hemos sufrido unas medidas bastante drásticas. Yo me la pondré para trabajar, pero mis trabajadores y mi socio harán lo que quieran. Ellos están un poco hartos de las mascarillas, esa es la verdad».
Esta es la imagen generalizada en las primeras horas del fin de las mascarillas en Extremadura, aunque es pronto para determinar si dentro de unas semanas se verán tanto como ahora. Lo que está claro es que la precaución y las dudas continúan.
El miedo al virus sigue existiendo, pese a que las cifras de hospitalizados y contagios no se sitúan en los peores momentos de la pandemia. Actualmente, se notifican más de 300 infecciones diarias y hay 86 ingresados en los hospitales de Extremadura. El Ministerio de Sanidad, en su último informe, comunicó un incremento de los hospitalizados en 21 personas.
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