![«Tarteso está pasando de la leyenda a la realidad con los descubrimientos del Turuñuelo»](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/04/18/reg%20Turu%204-RGwmss9ROlN9zguB9gzJoKO-1200x840@Hoy.jpg)
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Habla con pasión y con convicción. Es lógico. Acumula años de sabiduría y de trabajo para descifrar la cultura tartesa y en ese objetivo Extremadura se ha convertido en un auténtico filón. El arqueólogo extremeño Sebastián Celestino, coordirector de la excavación en el yacimiento de Casas del Turuñuelo junto a la también extremeña Esther Rodríguez, asevera que se están dando «pasos agigantados» en declaraciones al Diario HOY el mismo día en el que se han descubierto, por primera vez, esculturas humanas talladas en piedra del periódico tartésico.
«Estamos interpretando el núcleo de la vida de Tarteso», que se originó inicialmente entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla sobre el siglo VIII a.C. para trasladar su potencial al valle del Guadiana extremeño. «La ventaja añadida que tenemos aquí con Cancho Roano o el del Turuñuelo es que se ubican en zonas rurales, donde se permite mucho mejor su estudio y no en ciudades de Andalucía donde apenas queda rastro arqueológico».
El «magnífico estado de conservación del Turuñuelo lo convierten en un ejemplo excepcional para el estudio de esta cultura, no solo porque ha mantenido casi intacta su arquitectura, sino porque nos ha legado un amplio y rico elenco de materiales y ahora figuras».
Las excavaciones se iniciaron en 2015 (un año antes se realizaron los sondeos para evaluar el terreno) pero se frenaron durante casi tres años hasta que la Junta no consiguió culminar la expropiación de los terrenos.
La cultura tartésica se identificó con las tierras extremeñas a finales de los años 70 del pasado siglo, a raíz de las excavaciones de la necrópolis de Medellín (1977) y del santurario de Cancho Roano (1980, 81 y 83), según recogen Sebastián Celestino Pérez y Esther Rodríguez González, del CSIC, en una edición de la Revista de Estudios Extremeños de 2017 (tomo LXXIII, número 1). El descubrimiento de este yacimiento situado en el término municipal de Guareña constituye la mayor novedad dentro de la arqueología tartésica de la última década.
«El magnífico estado de conservación que presenta el yacimiento lo convierten en un ejemplo excepcional para el estudio de esta cultura, no solo porque ha mantenido casi intacta su arquitectura, sino porque nos ha legado un amplio y rico elenco de materiales dentro del cual destacan el conjunto de piezas de bronce, los tejidos o los restos de maderas y carbones, que ahora nos permiten profundizar en los hábitos de vida de esta cultura», indican Celestino y Rodríguez.
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