«Trabajamos los dos y gestionamos los dos, pues figuramos los dos»

Es su tercer año desde que se dio de alta como joven agricultora, pero lleva dedicándose al campo toda la vida. «Desde los 16 años llevo cotizando –explica– en ocasiones en campañas agrarias y en otras en el comercio».

Reconoce que no conocía la figura de la titularidad compartida hasta que su marido fue a darse de alta como autónomo para iniciar la explotación. «Nos explicaron esa posibilidad y nos pareció una buena idea; en la explotación trabajamos los dos y la gestionamos los dos, pues figuramos los dos», señala.

Es cierto que este modelo tiene ciertas ventajas a la hora de optar a las subvenciones, al asesoramiento o a la participación en acciones formativas. Sin embargo, la decisión de Mari Ángeles también se apoya en otras cuestiones. «Prefiero hacer las cosas bien y que todo sea legal, porque puede haber problemas si tienes un accidente en la explotación, aunque sea una torcedura de tobillo», apunta.

Porque ella, aunque principalmente se ocupa de todas las labores de oficina que conlleva una explotación agraria, también trabaja en el campo durante todo el año y de manera más intensa en las campañas de recogida de las aceitunas y de los higos. «Esta semana ha sido intensa porque hemos tenido la formación de riesgos laborales, pero si hay que ir a descargar las aceitunas también voy o si se avería una máquina», detalla.

Al contrario, todavía no ha pensado en cómo puede repercutir estar dada de alta como autónoma en su jubilación. «Falta mucho para eso», sonríe esta agricultora que en los últimos meses ha entrado a formar parte de la junta rectora de la Cooperativa del Campo San Pedro a la que pertenecen.