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Escenas propias de verano en pleno mes de octubre. J. M. ROMERO

Calor en Extremadura

Turrones al sol de octubre

Las altas temperaturas de octubre mezclan el otoño con los hábitos veraniegos

Domingo, 8 de octubre 2023, 07:52

La maestra Natalia García, del colegio Juventud, de Badajoz, se lleva un pequeño ventilador a clase, donde los alumnos de 3ª de Primaria pasan un calor sofocante. Ana y su pareja vienen a hacer turismo a Mérida y se bañan en la presa de Proserpina. ... Los albañiles sudan la gota gorda como si fuera agosto. Y turrones, y mantecados se empiezan a ver ya en los supermercados.

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El tiempo de la primera semana de octubre activa hábitos otoñales pero mantiene una fotografía fija de pleno verano. Y sin cambios a corto plazo a la vista. «Menos mal que las horas de luz son cada vez menos y también la posición del sol va cambiando. Si no, nos pondríamos en 40 grados. Vamos a llegar a los 37/38 grados este fin de semana«, señala a HOY Marcelino Núñez, delegado de la Aemet en Extremadura.

«Los seres humanos tenemos parte de nuestro desarrollo personal dependiendo de factores que no controlamos. Uno de ellos es el tiempo», agrega el psicólogo Carlos Pajuelo. «El tiempo es un factor clave para el bienestar emocional y puede afectar decisivamente», remata.

Ana, su perro y su pareja, que viven en Los Alpes suizos, se bañan el jueves pasado en el embalse de Proserpina, en Mérida. J. M. Romero

«Lo estoy llevando fatal. Tanto que todos los días vengo al río Jerte a bañarme. No pudo soportar este calor», comenta Charo, una palentina afincada en Plasencia que desde finales de septiembre y en este inicio de octubre se sumerge todos los días en las frescas aguas jerteñas.

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«Llevo 20 años en Plasencia y no acabo de acostumbrarme al calor. Bañarme en el río es una bendición y una necesidad», sentencia.

Colegios y calles

En Badajoz, Natalia y sus alumnos del colegio público Juventud, junto al parque de La Legión, lo están pasando, subraya la docente, realmente mal.

Es un colegio viejo, sin climatización (apenas unos antiquísimos ventiladores en el techo que solo mueven aire), sin sombra efectiva en el patio y sin fuentes, dice. «Esto con 37-38 grados es insoportable. Y más cuando nos toca vivirlo en lo que es el inicio del otoño», refrenda.

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Natalia se lleva un pequeño ventilador de su casa para minimizar el efecto de un sol que se mete de lleno por las ventanas sin apenas freno.

«El tiempo es un factor clave para el bienestar emocional y no todos pueden o saber aclimatarse»

Carlos Pajuelo

Psicólogo

«He visto a más de un niño desmayarse en este centro, que necesita con urgencia que se haga algo contra el calor pero también contra el frío porque cuando llega el invierno...Pasamos de estar casi en bermudas a llevar guantes encima en las clases», clama.

Los docentes, los alumnos y, en menor medida, los padres, que suelen esperar a recoger a sus hijos en calles donde o falta el arbolado o el que hay es insuficiente para cobijarse del calor, están viviendo un otoño realmente insólito por parecer mitad de junio lectivo mientras en muchas aulas se empieza a hablar ya de Hallowen o Todos Los Santos. Casi una contradicción.

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Los trabajadores de la construcción y otros asalariados que realizan su jornada laboral al descubierto son otro grupo al que este ardiente octubre los tiene 'quemados'. En todos los sentidos.

«El calor aletarga. Eso es indudable. Te empuja a un menor esfuerzo. Eso en lo físico pero en lo psicológico es una situación sobrevenida a la que cada uno de nosotros damos una respuesta diferente», apunta Pajuelo a este periódico. Cada persona no lo afronta igual.

«Hay gente que tiene habilidades para aclimatarse, sin duda, pero a otras personas que haya este tiempo en estas fechas le causa malestar, alteración, le afecta mucho. Y no digo ya si esa persona en cuestión necesita, porque es agricultor o ganadero, que haya lluvia para sus explotaciones porque percibe este tiempo como una ruina económica y, por tanto, personal», sentencia.

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1. Trabajadores en una obra en el Bulevar de Pasarón de la Vera, en Mérida. J. M. ROMERO/HOY/ANDY SOLÉ

Mateo Guerra, secretario general de la Federación de la Construcción de CC OO Extremadura, indica que en el próximo noviembre, sindicatos y empresarios del sector se van a reunir y sobre la mesa los representantes de los trabajadores van a poner sobre la mesa un cambio para el próximo año. Que la jornada intensiva, que implica reducción de jornada, por altas temperaturas, que se aplica desde el 11 de julio hasta el 11 de agosto, aproximadamente, se modifique.

«Con lo que estamos viviendo, y más como vemos que el calor llega a estas fechas, nuestra intención es que ese mes con jornada intensiva se alargue otro mes al menos. En Andalucía aplican esa jornada durante todo el verano y no tiene el sentido que aquí en Extremadura aún no lo hagamos».

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Eso implica comenzar a trabajar, por ejemplo, a las seis y media de la mañana, si ya hay luz suficiente, o a las siete para que el trabajador esté en casa a partir de las 13.30 horas.

«Vamos a pedir que la jornada intensiva en la construcción se alargue un mes más como poco»

Mateo Guerra

CC OO

«No siente sentido y atenta contra la salud laboral ver estos días a trabajadores en estas condiciones de calor después de las dos de la tarde. Y no digo ya trabajar por las tardes», sostiene Guerra.

«Se produce más, desde un punto de vista laboral, en condiciones de menos calor. Si estás trabajando a más altas temperaturas, lo único que piensas es en refrescarte, beber mucho y el esfuerzo físico es menor. Con ello, menos productividad», recalca el responsable del sector de la construcción del sindicato CC OO.

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Sin piscinas

En Mérida, Ana llevaba hasta el pasado viernes una semana descansando junto a su pareja y su perra. Llegó a la capital de Extremadura el último viernes de septiembre para asistir al concierto del cantante El Barrio en el Teatro Romano. «Ese día del concierto, nos dicen los de aquí, no hacía mucho calor pero a las once de la noche marcaba el termómetro 34 grados y yo estaba sudando como una cosa mala. Fíjate como estaré ahora», decía este viernes antes de iniciar otro viaje.

Este fin de semana Ana se encuentra ya en el municipio gaditana de Sanlúcar de Barrameda. Por eso ha estado una semana entera en Mérida y se ha encontrado con un termómetro «que nunca me lo podía esperar, y encima siendo de Zamora y viniendo de los Alpes suizos, que es donde resido ahora».

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Por eso, Ana ha decidido darse chapuzones permanente en el embalse de Proserpina, que por estas fechas ofrece una imagen insólita. Son habituales los bañistas. Y los cursos de salvamento y socorrismo.

«Es que no queda otra para rebajar el calor. El agua está muy bien y el sitio es muy bonito. Nos hemos tenido que venir a bañar aquí porque las piscinas municipales ya no están abiertas», sentencia.

Azucena, con chalé en Proserpina, sigue bañándose con frecuencia en su piscina particular, lo mismo que muchas familias de Mérida, que han prorrogado su estancia en esa zona, conocida como La Charca, más allá de los meses propios del verano.

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Las altas temperaturas, pronostica la Aemet, se alargarán hasta al menos el jueves de la próxima semana, con máximas de entre 34 y 36 grados.

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