![José Luis Ábalos y Guillermo Fernández Vara.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202011/16/media/cortadas/vara_abalos-kN8E-U120786579936ebG-624x385@Hoy.jpg)
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J. López-Lago y Pablo Calvo
Cáceres
Lunes, 16 de noviembre 2020
Fueron tres tuits seguidos en la tarde del pasado miércoles. Cuando Guillermo Fernández Vara expresó en esta red social las náuseas que le producía depender de Bildu para que el gobierno de Pedro Sánchez sacara adelante sus presupuestos, la oposición se frotó las manos, la familia socialista releyó los mensajes y todos se pusieron a esperar reacciones.
Históricos como Alfonso Guerra o dirigentes socialistas como Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) o Javier Lambán (al frente del Gobierno de Aragón) le respaldaron. Incluso fueron más allá criticando la estrategia de Sánchez y su socio de Gobierno, Podemos, ese aliado necesario, sobre el que cada vez más socialistas de peso reconocen en privado que puede provocar que emerjan dos PSOE distintos.
El vasco Odón Elorza también opinó después de los tuits de Vara y no a su favor. Cree que desmarcarse de la política de Sánchez desde el mismo partido es hacerle el juego la derecha, aunque señalara explícita a García-Page, entregado ya por entonces a una gira por los medios de comunicación. Vara no, él escribió aquellas ocho frases y no ha vuelto a comparecer pese a los ruegos de decenas de medios nacionales para que se explaye. Ayer dio explicaciones de sus mensajes dentro de la ejecutiva nacional socialista, pero rehusó hacerlo también fuera.
El PSOE extremeño ha tardado cinco días en secundar lo expresado por Vara. «La foto con Bildu no nos gusta», declaró ayer el portavoz del partido en Extremadura, Juan Antonio González, a preguntas de los periodistas. Para otros socialistas extremeños, sin embargo, esas palabras fueron demasiado tibias. «Debería haberle arropado con más fuerza».
Que en el PSOE las aguas están revueltas es evidente. La mecha prendida por el presidente extremeño es algo más que una anécdota porque en Ferraz estas declaraciones han dado trabajo al secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos. Este admitió ayer que ha hablado con todos los compañeros de la Ejecutiva que estos días han sido críticos con el apoyo de Bildu: «Me han manifestado que entienden la voluntad del Gobierno y no tienen intención de ser utilizados por quien no quiere a este Gobierno, ni al PSOE».
Desde Madrid, una fuente socialista indicaba ayer a este diario que la posición de Vara no se equipara con la de Page, «que siente la necesidad de estar todo el día pinchando; se entiende que ha sido un desahogo, pero no se le tiene como un dirigente 'susanista', eso está ya muy lejano». En este sentido, asegura que aunque «el momento no ha sido oportuno, no se le ve una intención de dañar el partido, se dirigía también a su público», es decir, al votante de Extremadura.
Los socialistas extremeños lo ven así, y tratan de restar relevancia al mensaje de Vara para que no le acuse de provocar una crisis interna. El análisis más obvio es que busca no perder votos en su territorio por culpa de lo que cocina su partido en Madrid.
Además, argumentan que no es la primera vez que expresa su recelo de pactar con quienes desean separarse de España. «Extremadura siempre ha sido muy crítica con el discurso nacionalista, más bien todo el Sur, así que esto no es nuevo», dice uno. «No es lo mismo el voto aquí que en Navarra», señala otro.
En cualquier caso, los políticos afines a Vara aseguran que el PSOE no corre peligro de romperse entre los partidarios de Sánchez y quienes creen que se hacen demasiadas concesiones a los nacionalistas sin explorar otras vías. «A ningún partido le gusta que se rompa el discurso uniforme, pero Vara tiene el peso para el PSOE de presidir una región con mayoría absoluta», recalcan. En esta línea, un socialista cercano a Vara lo considera coherente. «Los partidos de gobierno, como son el PSOE y el PP, –dice un militante– tienen la obligación moral de impedir que los nacionalistas sean decisivos, aunque eso no resta legitimidad a que estén representados en el Congreso». «No creo que vaya en dirección contraria a Ferraz. Él no está incómodo en el PSOE, lo que le incomoda es no ponerse de acuerdo porque si algo le caracteriza es su capacidad de buscar consenso, que a lo mejor es lo que falta hoy entre la clase política».
Lógicamente, los hay que recuerdan que su antecesor Rodríguez Ibarra ya disentía de muchas de las medidas tomadas por socialistas desde Madrid y que «a Rubalcaba le pasaba mucho con sus barones».
Según otro socialista destacado, los mensajes de Vara pudieran estar incluso pactados. ¿Podría ser una estrategia para no perder el voto socialista que recela del independentismo? «Alguien tiene que salir a decir esto, y el presidente no lo puede decir, pero Vara sí», responden desde el seno del PSOE extremeño.
La principal novedad no obstante es el escenario de un gobierno de coalición. Algunos extremeños piensan que la exhibición que ha hecho Unidas Podemos de los acuerdos con Bildu o Esquerra Republicana, así como el veto impuesto a Ciudadanos, han perjudicado al PSOE. «Todavía nos quedan muchos dolores de cabeza con Podemos en el Gobierno –reconoce una militante extremeña del PSOE cercana a Vara– y pagaremos novatadas por ser la primera vez que se da un gobierno de coalición. Habrá muchas primeras veces con un partido al que le falta oficio como a Podemos y que además necesita hacerse notar».
Pero sobre todo, coinciden en que la situación es crítica. «Hay necesidad de sacar adelante unos presupuestos como sea porque se necesitan fondos europeos». Y en el fondo, más allá de la polémica, en Extremadura también se comparte la segunda la reflexión de Vara cuando escribió: «Y que conste que prefiero que estén en las instituciones antes que matando». «Bildu, igual que ERC, son partidos que están en la senda de la socialdemocracia, no son marxistas», dice un dirigente.
Un veterano político extremeño piensa, en cambio, que aunque puede haber algo de consumo interno «Vara se ha desahogado» porque no se ve cómodo en la dirección marcada por Sánchez, presionado por Podemos. El episodio de Bildu habría sido el último ejemplo. Sin embargo, opina, que «tampoco irá más lejos porque no es hombre de montar crisis y tiene que seguir al frente del PSOE extremeño».
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