¡Vaya lío!
La aldaba ·
Matilde muro
Lunes, 13 de enero 2020, 09:05
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La aldaba ·
Matilde muro
Lunes, 13 de enero 2020, 09:05
La cosa está que arde. Unos piensan que es mejor darse prisa para que los de arriba no se enfaden y cambien de opinión. Luego llegan a la meta y deciden meterse en la cama porque el esfuerzo los ha dejado exhaustos. Los que preparan el desayuno y el menú de la tarde no se atreven a llamar a la puerta, porque el jefe duerme profundamente y tiene un despertar caótico.
Los vigilantes de noche dan la orden de apagar las luces porque es de día y les han cambiado la guardia.
El desconcierto acecha. Hay quien no piensa más que en el follón y el insulto, pero les han dicho los maquilladores y entrenadores del comportamiento que nada de gritar, ni llevar la contraria, ni vestir con camisetas impropias de la mayoría, que hay que llevar traje, aunque esté desabrochado y con la americana dada la vuelta, pero con traje. Obedecen y parecen lobos con piel de cordero y todo el mundo, menos ellos, se da cuenta.
El jefe duerme. El entorno se asfixia callando a gritos, dan ruedas de prensa, aparecen en programas de televisión dando noticias que nadie esperaba, pronunciando discursos amenazantes a quienes han votado a los contrarios, mientras los contrarios anuncian el apocalipsis general fundamentado en una historia que ese mismo pueblo vivió hacía decena de años. Daba la impresión de que todos habían sido atacados por enjambres de avispas rabiosas, y lloraban por distintas razones, pero con las mismas consecuencias: a nadie le importaban sus lágrimas.
El jefe sigue durmiendo y nadie se atreve a golpear la puerta. Las noticias se acumulan en el despacho de la secretaría, pero el jefe no aparece. Las horas transcurren engordando la bola de acontecimientos que hay que transmitir y dulcificar para que el despertar sea amable y no acabe con el principio fundamental de su quehacer, que es conseguir lo que nadie sabe que persigue. El bando contrario no descansa. Los disparates se multiplican por el infinito y empiezan a jugar a amenazar a la concurrencia con catástrofes irreversibles.
Los aliados del jefe dormido siguen diciendo que están molestos porque nadie les dice nada, que no les comunican sus nuevos puestos en la trinchera, que han salido a la palestra, y los ganadores se han escondido como si fueran perdedores de la lucha que les ha costado tantas bajas en sus huestes y cambios en sus propuestas.
Sigue el lío y sólo han pasado unas horas desde que la situación se normalizó conforme a lo votado por los espectadores, pero da la impresión de que todo se ha complicado. Es difícil entender lo que está ocurriendo, porque los periodistas dicen que a ellos nadie les habla si no es por whatsapp, y sólo si pertenecen a un grupo concreto.
¡Ha despertado el jefe! Hay que ponerse en marcha. Viene con ideas. Ha pensado. Tiene claro lo que quiere y lo va a contar de forma distinta a todo lo que era tradicional. Como ha dormido tanto no sabe en qué día vive y ha decidido que, a partir de su mandato, el calendario cambia. Que el domingo es el día ideal para trabajar. Y en eso estamos.
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