
25 años de la riada que marcó a Badajoz
La noche del 5 al 6 de noviembre de 1997 ·
Murieron 22 personas, 18 de ellas atrapadas dentro de sus casas y otras cuatro arrastradas por la corriente que desbordó los arroyosSecciones
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La noche del 5 al 6 de noviembre de 1997 ·
Murieron 22 personas, 18 de ellas atrapadas dentro de sus casas y otras cuatro arrastradas por la corriente que desbordó los arroyosEran las dos de la mañana cuando llegó a Badajoz la ola más fuerte de la riada. El agua superaba en cuatro metros la altura de los puentes. La pasarela peatonal junto a la plaza de Toros, de hormigón, se partió y toda la fuerza de la inundación golpeó a las casas de la confluencia del Rivillas y el Calamón. En cuatro viviendas el agua comenzó a subir rápidamente, sus ocupantes se refugiaron, algunos al fondo de la casa, otros encima de los muebles. No pudieron hacer nada. Once personas se ahogaron en apenas unos minutos dentro de sus propias viviendas. Una anciana lo hizo mientras hablaba por teléfono con los servicios de emergencias que solo pudieron escuchar impotentes cómo perdía la vida.
Cuando la lluvia paró, el balance de víctimas fue de 22 muertos, 18 que encontraron entre los restos de lodo y cuatro desaparecidos, arrastrados por la corriente. Uno de ellos era una niña de solo 7 años. Se refugió con su familia encima de una furgoneta, pero la fuerza del agua la arrastró. Las labores de búsqueda duraron mes y medio y se extendieron hasta Portugal. La pequeña Ana María apareció, y también dos hombres más, uno de ellos en el azud de Badajoz y el otro en Olivenza, ya que su cuerpo había sido arrastrado 23 kilómetros. Antonia Herrero, de 73 años, nunca apareció.
Las muertes fueron el mayor mazazo para la ciudad, pero además 1.200 familias se habían quedado sin vivienda. Algunas casas se hundieron, otras quedaron en ruinas y muchas no se podían volver a habitar por miedo a una nueva inundación.
Muchos supervivientes tuvieron que dejar el barrio donde habían residido toda su vida y en el que habían vivido momentos muy duros. Los que se salvaron quedaron marcados. Algunos escucharon a sus vecinos ahogarse dentro de su casa sin poder abrir la puerta y otros tuvieron que trepar a sus tejados y aguantar horas, agarrados a lo que podían para que no les llevase la corriente, hasta que la zodiac los alcanzaba.
La noche de la riada fue inesperada para San Roque, Antonio Domínguez y el Cerro de Reyes, el barrio más golpeado. Los que vivían en 1997 allí recuerdan que los vecinos más cercanos al arroyo, había casas a tres metros del agua, tenían palos con marcas pinchados en el cauce. Cuando aumentaba el nivel, subían los muebles del primer al segundo piso de sus casas. Es decir, estaba normalizado residir cerca de un río, pero no sentían peligro.
Sin embargo, esa noche del 5 al 6 de noviembre fue excepcional. Según un informe de la Agencia Estatal de Meteorología de Extremadura, los elementos que se dieron aquellos días son muy complicados de que se den juntos a la vez: por probabilidad tendrían que pasar 500 años para que se repitiera una situación similar. Fue la primera ciclogénesis explosiva atlántica que afectaba a la península de la que se tienen estudios. Además de las cantidades generosas de agua, hubo rachas de viento por encima de los 100 kilómetros por hora.
En la Base Aérea de Talavera se recogieron 119,1 litros y el récord estaba en 70,5, lo que representa un crecimiento del 69%. Según Confederación Hidrográfica del Guadiana, el caudal de los arroyos Calamón y Rivillas osciló entre 450 y 500 metros cúbicos por segundo, casi el triple del caudal máximo admisible por sus cauces de hormigón, que era de 180.
Esa cantidad de agua provocó una riada que primero golpeó a Valverde de Leganés, donde también murieron tres personas. A las once de la noche se desbordó el arroyo Los Caños. Iba canalizado e hizo reventar el asfalto del pueblo. Murieron tres mujeres. Isidra Asensio, de 49 años, se ahogó en su tienda de ultramarinos. María Dolores Rodríguez, de 41 años, fue a rescatar a su vecina de 76, Alfonsa Pajares, porque era viuda y vivía sola. Ambas murieron.
A las doce de la noche el nivel del agua comenzó a subir en Badajoz. Afortunadamente muchos vecinos estaban despiertos porque el Real Madrid había jugado un partido de la Champions y eso hizo que se diesen cuenta del peligro y se marchasen. A las dos de la mañana, sin embargo, la subida del nivel del agua se convirtió en riada y atrapó a muchos en sus casas, otros fueron arrastrados cuando trataban de irse en coche.
Al día siguiente los bomberos fueron casa por casa preguntando a los pacenses si echaban a alguien de menos. Cuando los afectados les confirmaban que no sabían nada de sus vecinos, entraban. Encontraron 18 personas fallecidas en siete casas (más los cuatro desaparecidos que se confirmó después que estaban muertos). El caso más dramático fue el de cinco miembros de una misma familia que se ahogaron en su vivienda, en la confluencia de los arroyos. Se refugiaron en la habitación del fondo, pero el nivel del agua subió hasta el techo. Los bomberos también encontraron a una madre y su hija que habían hecho las maletas, pero que, cuando fueron a salir, no pudieron y también se ahogaron dentro de su vivienda.
Los 22 muertos en Badajoz y los tres de Valverde no fueron los únicos. Posteriormente se habló de las víctimas víctimas 26, 27, 28 y 29. El miedo provocó que circulasen noticias falsas sobre una nueva riada los días siguientes. Hubo rumores infundados de que las presas de Villar del Rey, Montijo y Nogales estaban a punto de romperse. La Policía Local fue con megáfonos por la ciudad indicando que era falso, pero la psicosis ya se había desatado. Dos infartos mortales se relacionaron con este miedo y una vecina rescatada, de 70 años, tuvo complicaciones de salud y también falleció. Otra voluntaria murió atropellada en las labores de limpieza.
Frente a la cara más dura de la tragedia, la riada provocó una enorme oleada de solidaridad. Miles de voluntarios sacaron barro de las calles de Badajoz los días siguientes.
Posteriormente comenzó la reconstrucción. Más de 2.500 personas fueron realojadas y se encauzaron los arroyos Rivillas y Calamón. Sin embargo, han pasado 25 años y quedan muchas huellas de la riada. Pero esa es otra historia.
Badajoz nunca olvidará su noche más terrorífica y levantarse ese 7 de noviembre con más de veinte víctimas en las noticias. Pero la ciudad tampoco ha olvidado que ese 7 de noviembre se agotaron las botas de agua en todas las tiendas de la ciudad porque todos querían ayudar. Fueron 2.000 las personas que, con sus propias manos, desenterraron un barrio entero para salvar todo lo que pudieron.
Solo unas horas después de la tragedia, se organizó un dispositivo de 2.000 personas que se repartió por las calles del Cerro de Reyes. Cuando la riada pasó, todo quedó cubierto por metros de lodo. En alguno puntos el barrio alcanzaba un metro de altura y había enterrado coches, muebles, recuerdos, etc.
Unas 500 personas eran militares. Otras 700 pertenecían al dispositivo de emergencia compuesto por equipos de Protección Civil, Policía Nacional, Policía Local, Bomberos, Guardia Civil, Cruz Roja, así como otro personal municipal y Cáritas. El resto eran voluntarios anónimos o pertenecientes a diferentes ONGs que quisieron aportar su grano de arena.
Durante días los voluntarios retiraron barro de las casas y las calles. La riada provocó que 1.250 familias no pudiesen volver a sus casas y otras 300 sufriesen daños importantes. En todos los casos los voluntarios ayudaron. Los afectados recuerdan que los que fueron a ayudar llevaban la ropa, las sábanas y las mantas a sus propias casas para devolverlas limpias.
Otros voluntarios, incluido un equipo de psicólogos, trabajó en el hospital Perpetuo Socorro. Allí fueron recogidas 300 familias que no tenían donde ir tras la riada. En ese hospital también se centralizó la recogida de donaciones materiales. Los pacenses llevaron comida, colchones, ropa, juguetes, etc. Tanto que se quedó pequeño el centro sanitario y tuvieron que habilitar una nave industrial en la autopista.
Como anécdota, los problemas eléctricos debido a la riada duraron varios días y afectaron a varios supermercados de la ciudad que no podían cobrar con tarjeta debido a la avería. Sin embargo, estas tiendas permitieron a los pacenses llevarse la compra y apuntaron las deudas pendientes para cobrarlas más adelante porque muchas de las adquisiciones eran para llevarlas al Cerro de Reyes.
Otros héroes particulares esos días fueron los transportistas y las empresas de mudanzas de la ciudad. Muchas de ellas ayudaron a los afectados a trasladar sus enseres a otras viviendas o a almacenes sin cobrarles por el servicio. Muchos restaurantes y bares, además, dieron de comer de forma gratuita a los voluntarios que estaban limpiando el barro.
Otro apoyo importante fueron las donaciones. En un mes se recaudaron 1.200 millones de pesetas en donativos (7,2 millones de euros). Las ayudas llegaron de muchos vecinos y empresas extremeñas, como HOY que aportó 12.000 euros. También de muchos puntos de España. Llegaron contribuciones de programas de televisión, los gobiernos de otras comunidades autónomas e incluso un bingo de Madrid que cedió su recaudación de varios días.
Una de las ayudas más importantes llegó de la ONCE. Sus trabajadores organizaron una campaña y recaudaron el sueldo de un mes de 26.000 de sus empleados a favor de las víctimas.
Además de las donaciones directas, se celebraron conciertos solidarios, degustaciones, mercadillos, citas deportivas y festivales taurinos.
Lo que más recuerdan los vecinos de Badajoz fue la ayuda del Real Madrid. Este equipo de fútbol quedó vinculado para siempre con la tragedia. La noche de la riada jugó en Atenas con el Olympiacos. El partido, de Champions, terminó a cero en el marcador, pero salvó muchas vidas porque esa noche muchos vecinos del Cerro de Reyes estaban despiertos para ver el final y la riada no les atrapó dormidos.
Además, solo 15 días después de la riada, el equipo madridista viajó a Badajoz para jugar un partido solidario ante una selección de jugadores extremeños.
Se celebró en el Viejo Vivero y las estrellas como Suker, Roberto Carlos, Morientes o Sanchís entraron al campo de la mano de los niños del Cerro de Reyes afectados por la inundación. Se recaudaron 100 millones de pesetas (600.000 euros). Días después otros famosos apoyaron la causa. Se celebró un concierto en Madrid con artistas como Rocío Jurado o Juanito Valderrama.
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