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La primera quincena de julio fue la más calurosa desde hace 65 años. Sus 38,1 grados de media marcaron las temperaturas máximas en Badajoz durante esas dos semanas. Desde 1955, el primer año que se recogieron los datos, nunca se ha registrado una media tan elevada en este periodo.
Y no se quedará ahí, pese a que a mediados de esta semana las temperaturas dieron un ligero respiro a los extremeños. Este viernes ya se activó la alerta amarilla en las Vegas del Guadiana, que el sábado se transformará en naranja, ya que se espera que los termómetros alcancen los 40 grados. Este nivel de alerta se extenderá el domingo al resto de la provincia de Badajoz y a la zona del Tajo y del Alagón, en Cáceres, donde se llegará a los 40 grados, mientras que en las Villuercas y Montánchez, también en la provincia cacereña, se rozarán los 39.
Más allá del calentamiento global –datos como este vienen a demostrar que los veranos son cada vez más cálidos– las altas temperaturas durante tantas jornadas de julio tienen una explicación. No es algo nuevo. Se produce verano tras verano. «Extremadura está en el radio de acción del anticiclón de las Azores», expone Marcelino Núñez, delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología en Extremadura, que añade que esto supone que se despeje el cielo de nubes y haya muchas horas de radiación solar. Esto calienta mucho el suelo y, por tanto, el ambiente. «Además, el flujo de viento que nos llega es del levante y del sur, por lo que las zonas de Sevilla, Huelva, Badajoz y Córdoba están teniendo temperaturas muy elevadas», según el delegado territorial de la Aemet.
La novedad este año es la cantidad de días seguidos que se está manteniendo el sofocante calor. «Estos episodios suelen durar una media de siete o diez días, pero en este caso llevamos 20 días en esta situación», remarca Núñez.
Marcelino Núñez | Aemet
Algo nuevo, pero que no extraña a los investigadores y que se repetirá. «Los eventos calurosos van a ser más prolongados, más frecuentes y más intensos en un futuro», afirma Francisco Javier Acero, investigador del grupo AIRE (Física de la Atmósfera, Clima y Radiación) de la Universidad de Extremadura, que define estos fenómenos como días consecutivos con temperaturas máximas que superan los 37 grados. En definitiva, lo que lleva Extremadura viviendo las últimas tres semanas.
Por eso no les está sorprendiendo el comportamiento de los termómetros en estos días. «Los veranos van a ser cada vez más calurosos», asegura Acero, que remarca que eso no significa que se alcancen temperaturas de récord. Precisamente, lo que está sucediendo este año.
Esto es una de las nota positivas del verano. El delegado extremeño de la Aemet considera que los picos de más de 42 grados son más peligrosos para la salud de las personas, ya que pueden causar golpes de calor, que un mayor periodo de tiempo con temperaturas altas y sin días en los que se suavizan. Igualmente, cita el descenso de los termómetros por las noches como una buena noticia para los ciudadanos. «Las mínimas no están siendo tan altas y se puede dormir», detalla Núñez, a quien tampoco ha pillado desprevenido el clima durante estos meses.
38,1 grados de medida marcaron las temperaturas máximas en Badajoz durante los primeros quince días de julio, la cifra más alta desde 1955, año en el que empezaron a recogerse los datos.
La Aemet hizo unas predicciones que se están ajustando mucho a lo que está pasando. «Dijimos que iba a ser un verano más cálido y seco de lo normal, aunque junio estuvo entre el 20% de los meses de junio más fríos de la serie histórica», comenta Núñez, que entiende que fenómenos aislados como el que estamos viviendo no se pueden atribuir al cambio climático. «Los récords que se superan cada dos o tres años sí parece que confirman las hipótesis del calentamiento global», puntualiza.
En este sentido, el delegado territorial de la Aemet avanza que durante el mes de agosto las temperaturas también serán más altas que las medias de años anteriores.
En sus investigaciones, el grupo AIRE ha comprobado que tanto las olas de calor, donde sí se registran de manera constante picos de temperatura muy elevados, como los eventos calurosos se multiplicarán en el futuro y su duración será más larga; por el contrario no prevén un descenso de las precipitaciones excesivamente marcado. «Es consecuencia del calentamiento global», advierte el investigador de la UEx, que estudia desde hace varios años la evolución de las temperaturas en la región. «En el resto de España sucederá lo mismo, no es algo que pase solo en Extremadura», insiste Acero.
Estas previsiones tendrán repercusión sobre múltiples aspectos, como la edificación, la biodiversidad o la agricultura y la ganadería, pero también afectará a la salud de las personas. «En los veranos habrá más riesgo de incendio forestal», comenta Acero.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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