«En verano volamos a París y si en el DNI de mi hijo pone 'F' nos harán pasar un mal rato»

Según Magdalena, fue en tercero de la ESO, antes de la pandemia, cuando su hijo les dijo que se sentía un chico trans. «Le dijimos que lo pensara bien y nos dijo que no había nada que pensar», recuerda antes de relatar los pasos que empezaron a dar para normalizar la vida de Eddie, que a nivel social y familiar no ha encontrado obstáculos para sentirse querido como chico. Lo primero que hicieron fue el cambio de nombre, para lo cual reunieron informes de una psiquiatra en Badajoz previo paso por la trabajadora social. «Aquí la empatía fue total, la verdad es que estos profesionales lo vieron claro y demostraron una gran sensibilidad».

Con esta documentación, necesaria antes de la entrada en vigor de la 'ley trans' el pasado mes de marzo, acudieron al Registro Civil de Villanueva de la Serena a modificar su nombre hace ya un par de años. «Se lo cambiaron tras entrevistarlo y tuvo que pasar solo a una oficina, lo cual siendo menor de edad no me pareció bien, pero bueno. No lo veían claro y nos dijeron que había que elevar la solicitud a Madrid, pero a los cuatro meses en Madrid dijeron que eso había que dirimirlo en Villanueva. Hay veces que sientes que cosas importantes dependen de la diligencia de un funcionario y es lo que peor llevamos», critica.

Conseguido el cambio de nombre, a los dos días de entrar en vigor la 'ley trans' Magdalena acudió al Registro Civil de Villanueva a informarse y le dijeron que aún no tenían protocolo para el cambio de género, esa letra 'M' en el carné de identidad que ahorra tantos malos tragos. «Me quedé en shock, llamé a Triángulo y supe que no era el único registro donde no se hacía, así que a los diez días fui con el formulario de la Fundación, aunque para entonces ya tenían el papel timbrado del juzgado y pudimos registrar la solicitud. Ahora queda esperar, según la ley tres meses como máximo».

Cuando esto se concrete no quiere decir que no haya que hacer más trámites. En el instituto, en la Escuela Oficial de idiomas, en el padrón para poder votar en diciembre, en el seguro, ,... «hay que cambiarlo todo y no es sencillo que salga bien a la primera. Este año le toca la Ebau y no sabremos si habrá problemas y le harán pasar un mal rato, y en verano volamos a París y si en el DNI sigue poniendo F de femenino empezarán las preguntas y se pasa mal», dice Magdalena, quien considera que esta ley es positiva. «Para valorarla de verdad –dice– tienes que tener a alguien cerca que la necesite porque sabemos lo que sufren nuestros hijos y gente adulta también cuando cada persona debería poder hacer lo que le diera la gana y tener el aspecto que desee sin que la juzguen».