![Un viaje al límite desde el Jerte a la frontera ucraniana](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202202/27/media/cortadas/UCRANIANOS-R5cyC182J2RKp4WHA3LkMWP-1248x770@Hoy.jpg)
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El amanecer del pasado jueves fue especialmente duro para la pareja de artesanos formada por Alexander Starykov y Nuria Romero. Desde Casas del Castañar, un pueblo enclavado en el Valle del Jerte, se enteraban con horror del inicio de la ofensiva bélica de Rusia contra Ucrania ... . Una buena parte de la familia de Alexander, que es de ese país eslavo, se veía atrapada por el inicio del conflicto. «Es insoportable», explica Nuria por teléfono con la voz quebrada.
Alexander y Nuria salieron el sábado de su pueblo. Recorren toda Europa en furgoneta hasta llegar a la frontera entre Ucrania y Polonia, en donde la idea es poder recoger a parte de la familia de Alexander, natural de la localidad de Jerson, al sur del país, donde también ha entrado el ejército ruso. Se han podido ver imágenes de combates en los puentes que unen las islas de esta zona con la parte continental.
Juntos, en una furgoneta en la que duermen y llevan provisiones, tienen previsto recorrer casi 4.000 kilómetros para llevar a cabo este rescate. Allí se encontrarán con Sergio, el primo de Alexander, la mujer de este, Shasha, y su hijo, además del mejor amigo de su marido. «La primera noche la tuvieron que pasar en Kiev, porque no pudieron salir, se tuvieron que refugiar en los sótanos, y allí han aguantado un tiempo, pero en la madrugada de la segunda noche consiguieron salir con dos coches y han estado 25 horas conduciendo, por el camino se han encontrado de todo, recogieron a otra familia», relata Nuria mientras a su lado Alexander conduce ya por territorio francés. Ahora mismo estos familiares se encuentran en Lviv, la ciudad más importante del oeste de Ucrania, que está unos 75 kilómetros de la frontera.
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«El sábado nos llamó nuestro primo pidiéndonos por favor que nos fuéramos a recoger a su familia que la va a sacar a toda costa de allí». La idea es que su mujer y su hijo puedan venirse a España mientras Sergio y el amigo de Alexander continúan en el país para sumarse a la defensa ucraniana. «Por él ha sido por el que hemos decidido arrancar», explica. Se pusieron en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores y con Acnur (la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados), pero les informaron de que la repatriación es para españoles, no había nada previsto para que la población civil pudiera salir de una manera organizada. «He pasado nuestros datos por correo y los datos suyos para que estén localizados en la medida de lo posible. Las noticias sobre cómo las cosas se estaban poniendo cada vez peor en la frontera y las bajas temperaturas de la zona también empujaron a Alexander y Nuria a iniciar un viaje que califican como «a la desesperada». «Estamos haciendo lo único que podemos hacer por ellos, que es movernos».
El reto es, por tanto, que estas personas puedan llegar al paso fronterizo y cruzarlo. «Parece que las fronteras están abiertas y que no se está poniendo mucho problema para atravesarlas, y también sabemos que la población polaca está intentando echar una mano».
Por más que se quieran imaginar cómo será este rescate, reconocen que no saben qué es lo que se van a encontrar. «No sabemos si nos van a esperar en un punto, si se van a tener que desplazar a otro, no sabemos las oenegés que están trabajando allí pero nos han dicho que están prestando la ayuda más básica».
Aparte de este primer objetivo, hay otros familiares por los que están preocupados. «Tenemos una tía que se ha quedado aislada en Jerson que está enferma del corazón y está contagiada de covid, está aislada en casa, intentaron sacarla pero en el momento en el que pudo salir empezaron los bombardeos y fue imposible, tiene medicación y agua, tiene el móvil y de momento no se nos han cortado las comunicaciones, pero es una de nuestras mayores preocupaciones».
La hermana de Alexander, Natalia, junto a su marido, Sergio, y sus dos hijos lograron salir en la madrugada del primer día. «Se tiraron conduciendo mucho tiempo y pretendían ir a la frontera de Ucrania con Polonia pero tuvieron que desviarse hasta la frontera con Rumanía, y ahora están allí, es una zona que no tiene ninguna infraestructura cerca, con lo cual parece que no hay peligro», indica Nuria.
Alexander y Nuria cuentan su periplo no con el ánimo de pedir nada económico, porque pueden sufragar el viaje y dar cobijo a sus familiares si consiguen traerles a Extremadura, sino como llamada de atención a las autoridades. «Entendemos que ha sido muy precipitado y que se tarda un tiempo en consensuar la toma de medidas pero las personas no pueden esperar,» reflexiona Nuria. Para ella es especialmente doloroso que en Europa esté pasando esto. «Son iguales que nosotros, la misma forma de pensar y de vivir, gente como cualquiera que están con sus hijos en la calle y que merecen que hagamos todo lo que esté en nuestra mano», señala esta artesana, que rechaza que su acto pueda considerarse una heroicidad. «Cualquiera haría lo mismo por su familia».
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