Ya se puede circular por el vial alternativo de la N-523 que permite conducir de manera directa y sin rodeos entre Cáceres y Badajoz, un trazado acondicionado contra reloj que a los conductores les permitirá ver de cerca el impactante socavón que dejó la ... lluvia en esta carretera del Estado abierta en canal a la altura del kilómetro 45 el pasado 13 de diciembre por una crecida del arroyo La Troya. El cartel que le da este nombre, todavía torcido desde entonces, aún se mantiene en pie junto al agujero, que afronta ahora meses de trabajos. Hasta que acaben, el contratiempo de detenerse o reducir la velocidad en dos tramos durante el trayecto entre Cáceres y Badajoz se verá compensado por la ausencia de camiones.
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Aunque el desvío que ya está en servicio cinco semanas después del temporal es de un kilómetro en total, el nuevo vial sobre el que se ha trabajado tiene 300 metros. Es en realidad parte de la vieja carretera, la cual tiene un pontón de ladrillo y piedra que ha sido reforzado. El conjunto entero ha costado restaurarlo 160.000 euros (sin IVA) y las obras, que empezaron con un desbroce de vegetación, han durado 38 días. Los conductores lo estrenaron ayer a las dos de la tarde y la principal novedad que deberán tener en cuenta es que estará regulado por semáforos de manera indefinida hasta que se repare el socavón que provocó la borrasca Efraín.
Además, entre Badajoz y La Roca, a la altura del arroyo Guerrero, también existe un tramo de un kilómetro con un solo carril regulado por un semáforo en cada extremo debido a que aquí la crecida también deterioró la base de la carretera y hay que reforzarla, trabajos que el delegado del Gobierno, Francisco Mendoza, desconoce cuándo concluirán. Lo que sí se sabe es el coste de esta otra obra, en torno a 600.000 euros.
Mientras tanto, solo podrán circular por esta carretera vehículos ligeros, si bien aún está pendiente una señal de gálibo en el entorno del socavón que advierta a posibles camiones que se acerquen, además de la instalación de una cámara de vigilancia para identificar la matrícula si el conductor de un vehículo pesado se saltara esta restricción (tres metros y medio de altura y de 7,5 toneladas de peso).
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Ahora mismo, lo que encuentra el conductor nada más superar La Roca de la Sierra o Puebla de Obando son avisos para reducir la velocidad a 30 km/h. Hay señales de provisionalidad, como conos, 'newyerseis' (separadores móviles de plástico blancos y rojos) y líneas amarillas para advertir del sinuoso trazado que se aproxima, donde no hay espacio para que se crucen dos turismos.
Antonio Ruiz, que ha dirigido la obra del desvío alternativo y provisional que se acaba de poner en servicio, explicó ayer viernes que el vial recuperado tiene cuatro metros de anchura y los trabajos han sido complicados por las condiciones de agua y humedad, lo que ha obligado a drenar el terreno para revisar la cimentación del pontón antiguo.
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Él será quien dirija la obra del futuro puente que haga desaparecer el socavón actual y restablezca la normalidad de manera definitiva en la vía. Sobre esta otra obra que costará 1,3 millones (sin IVA), indicó que ya están haciendo los cálculos hidrológicos para calcular avenidas y avanzó detalles del diseño que tienen sobre la mesa. «Es un puente de vigas artesas con una longitud de cuarenta metros y un canto de casi dos metros y cimentación sobre pilotes».
Sobre la finalización de este puente que acabe con el socavón de la N-523, el delegado del Gobierno prefiere no aventurar plazos, igual que con la obra a la altura del arroyo Guerrero en esta misma vía, también regulada por semáforos de manera indefinida, si bien aseguró que los fondos para los trabajos están garantizados. «Creo que el vial nuevo se ha hecho en un tiempo razonablemente más que aceptable en una época muy difícil», declaró ayer Francisco Mendoza.
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Juan Pedro Fernández, director general de Carreteras del Ministerio de Transportes, celebró ayer que «al fin se restablece cierta normalidad al poder pasar vehículos sanitarios y escolares en un mes y poco, lo cual es reflejo de compromiso y responsabilidad por parte del Ministerio».
Si había alguien satisfecho ayer eran los alcaldes de La Roca de la Sierra y Puebla de Obando, cuyos habitantes llevan más de un mes dando rodeos de 33 kilómetros por una carretera provincial.
Según Juan Manuel Iglesias, alcalde de Puebla de Obando, es normal que tuvieran la presión de los vecinos encima porque era un trastorno para ellos que tuvieran que trasladarse más de 30 kilómetros en un tramo que hacían en pocos minutos porque mucha gente de Puebla de Obando trabaja en Badajoz. «Además, hay negocios de hostelería y gasolineras que han visto mermados su ingresos. Las condiciones en que han trabajado en este desvío alternativo eran complicadas, pero siempre que hemos preguntado nos han dado la información real de cómo se encontraba la obra», decía ayer satisfecho.
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