
Una vida humilde entregada a los demás
Casimiro Lozano Durán | Monesterio ·
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Casimiro Lozano Durán | Monesterio ·
Maestro y cura. Centenares de jóvenes, y ya no tan jóvenes, han crecido con sus lecciones de geografía e historia, pero también con su ejemploISABEL AMBRONA
Miércoles, 31 de agosto 2022, 07:26
Solo alguien como don Casimiro Lozano Durán, más conocido como don Casi, puede haber sido tu profesor, haber oficiado tu matrimonio y, además, haber bautizado a tus hijos. Seguro que esta historia le es familiar a más de algún vecino de Monesterio y de pueblos de alrededor. Y es que este maestro por vocación, pero también de profesión, ha compaginado desde siempre la docencia con el sacerdocio. Su doble vertiente como párroco y educador en el municipio le ha permitido ser testigo del crecimiento de generaciones y generaciones.
Hace ya casi 40 años que el destino llevó hasta Monesterio a don Casi. Natural de Calzadilla de los Barros, con apenas 12 años ingresó en el Seminario Diocesano 'San Atón' de Badajoz, donde estuvo hasta los 24 cursando Bachillerato y estudios en Filosofía y Teología. Terminada la Filosofía, su pasión por la enseñanza le hizo iniciar la diplomatura de Magisterio en la Escuela 'Nuestra Señora de Guadalupe', también en la capital pacense. Una formación que alternó con los cuatro años de Teología en el Seminario.
La localidad de Los Santos de Maimona fue su primer destino tras finalizar sus estudios, donde fue nombrado vicario parroquial y se implicó en la vida del pueblo. Recuerda con especial cariño su estancia en aquella localidad, la única en la que ejercería exclusivamente de sacerdote y donde también se estrenaría como maestro tras aprobar la diplomatura y posteriormente las oposiciones.
Sin embargo, la vida le tenía preparado otro camino. Tras pasar por el colegio de Arahal, en Sevilla, una petición de traslado lo condujo hasta Monesterio, donde vive desde los 39 años en su doble papel como maestro y cura, labor esta última que desempeña «gratis et amore». Ahí, don Casi es todo un referente para centenares de jóvenes –y ya no tan jóvenes– que han crecido con sus lecciones de geografía e historia, pero también con su ejemplo de vida: entregarse a los demás. Aunque prefiere no recibir muchos halagos, lo cierto es que todos coinciden en que este maestro conjuga en su forma de ser las cualidades que todo buen hombre debe contener. Persona calmada, respetuosa, prudente, culta y entregada donde las haya.
Muestra de ello es su inquietud por el mundo que le rodea. Es fiel lector del Diario HOY en su versión de toda la vida, el papel. En su despacho, cada mañana no falta un ejemplar. Tanto es así, que antes de comenzar esta entrevista se encontraba inmerso en sus páginas.
Jubilado desde 2010 de la docencia, única profesión que le ha dado de comer, es en la actualidad el encargado del archivo parroquial. Además, continúa ayudando en la iglesia del pueblo en todo cuanto puede. A puño y letra, rellena los libros de bautismos, comuniones, matrimonios y defunciones de la localidad, y se ocupa de gestionar cualquier tipo de trámite al respecto.
No es raro que suene su teléfono y que al otro lado se encuentre un antiguo alumno proponiéndole ilusionado a su profesor de la adolescencia que lo case. O que bautice a su hijo; porque quiere que sea él quien lo haga. Al revés, en la otra cara de la moneda de la vida, también le ha tocado despedir como sacerdote a algún que otro pupilo.
Es lo que sucede cuando vives tan de cerca el día a día de un pueblo y de su gente, que pese a no ser suyo, don Casi ya siente como propio. Y es que no solo ha visto crecer a decenas y decenas de niños en las aulas, sino que ha sido testigo del desarrollo político, económico, social y religioso de Monesterio en las últimas décadas. Unos años en los que, admite, su ejercicio como docente no fue sencillo. «No solamente por la edad de los alumnos, sino por los años en los que me tocó desempeñarlo», explica.
Su talante sereno y amable y su predisposición a todos, al margen de lo religioso, hacen de don Casi una figura admirada y reconocida en Monesterio y pueblos vecinos. Aunque él le reste importancia.
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