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Vecinos rodean a Pero Palo, ya con la sentencia a muerte pinchada en la espalda. DAVID PALMA

Villanueva de la Vera da caza y muerte al Pero Palo

Vecinos, comarcanos y turistas disfrutan de la fiesta más ancestral de la localidad verata

Ana B. Hernández

Martes, 13 de febrero 2024

«Considerando que es Pero y que es Palo y es cebrón y barrunto que es ladrón y también un usurero, que a unos les produce horror, porque es causa de su afrenta, y a otros muchos impacienta, porque les mina el honor, fallamos que muera».

Es la sentencia dictada este martes por el juez y ratificada después por el tribunal popular contra Pero Palo, el malhechor al que los vecinos de Villanueva de la Vera dan caza cada año, someten a escarnio público y condenan a muerte durante uno de los carnavales más singulares de la región, en el transcurso de su festejo más ancestral, el que cuenta con la declaración de fiesta de interés turístico regional, y que arranca mucho antes de que Pero Palo arda en la hoguera.

Lo hace cada año, en el domingo anterior al de carnaval, con la procesión de la «turra», la cabeza de madera del Pero Palo, ataviada con su sombrero negro de fieltro y su pañuelo al cuello, parte del atuendo que durante estos días lucen muchos vecinos de Villanueva, y que da paso a una sucesión de actos, rituales mágicos todos que conforman la fiesta pagana con la que se vuelcan pequeños y grandes en una localidad de algo más de 2.000 habitantes que casi triplica su población estos días.

«Es nuestra fiesta, esa en la que sacamos nuestros sentimientos al ritmo de los tambores», afirma Pilar Vázquez, fiel al Pero Palo desde que era un niña como la inmensa mayoría de sus vecinos. «La vivimos desde chicos y vamos entendiéndola poco a poco», añade Sergio Ruano. Aunque nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo ni de qué manera comenzó ni a quién representa el gran protagonista del festejo.

Hay quienes creen que pudo ser un guerrillero de la época de la Reconquista que fue hecho prisionero, ajusticiado y sometido a distintos suplicios durante varios días. Otros hablan de un malhechor que, huyendo de la justicia, se refugió en las estribaciones de la Sierra de Gredos y fue pillado cuando merodeaba por los alrededores del pueblo y fue condenado a morir por los procedimientos de la Santa Inquisición. Otros opinan que podría tratarse, simplemente, de una representación por parte de los vecinos del pueblo de los procesos de la Inquisión para con los reos de aquel tiempo.

«Lo único claro es que Pero Palo representa a un hombre que para unos fue malo, porque robaba las cosechas y violentaba a las mujeres, y para otros, bueno, una especie de terrateniente que daba trabajo en el campo», cuenta Sergio Ruano, autor del cartel de la fiesta de este año. «Pero Palo, al final, representa la dualidad del ser humano», resume. Motivo por el que, antes de que se ratifique su condena a muerte, hay vecinos que defienden su inocencia y otros su culpabilidad en una representación en la plaza del pueblo, donde se concentran buena parte de los actos de una fiesta que vive su día grande en el martes de carnaval.

Los capitanes, con la bandera y custodiados por los alabarderos. DAVID PALMA

Lo hace precisamente con la sentencia que dicta el juez, la que se pincha en la espalda del Pero Palo, que a lomos de un burro recorre el pueblo para darla a conocer. En realidad, el hombre que hace las veces del pelele, y que va escoltado por los burreros, todos ataviados con sacos y que abren paso al animal para evitar incidencias durante un paseo de poco más de una hora, animado por tambores y canciones populares, y que termina con el burro de vuelta al prado.

Es durante el paseo cuando los capitanes del festejo suben hasta el balcón consistorial, lanzan claveles a los vecinos y ondean la bandera que cada año Villanueva luce en el carnaval. «Hay una lista de espera larga para ser capitanes y nosotros hemos tenido la suerte de serlo este año», valoran Nazaret Cantos y su hermano Rafael. Son los encargados de organizar el festejo y el convite para todo el pueblo y lucir los trajes regionales de la localidad, junto con amigos y familiares, y ser custodiados por los alabarderos, «encargados de nuestra protección porque el Pero Palo es un malhechor», recuerda Nazaret.

Los tambores suenan durante toda la celebración del Pero Palo. DAVID PALMA

Alabarderos, por otro lado, que representan una de las novedades que se han introducido en la fiesta ancestral de Villanueva de la Vera. «Siempre eran hombres, pero desde hace tres años, también las mujeres portamos las alabardas», indica Almudena Escobedo con lanza en mano. «Una de las cuatro antiguas que hay de la veintena que sacamos estos días», detalla Teresa Morcuende, vecina que ha sido ya capitana en dos ocasiones «y que sigo fiel a una fiesta única para nosotros».

De custodiar tanto las alabardas como la bandera se ocupa el conocido como peropalero mayor, Tomás Salinero, que cogió el testigo de su abuelo hace ya años y que, junto a una veintena de peropaleros, se encarga también del gran protagonista de la fiesta, el que previamente han confeccionado para la ocasión. Es, de hecho, uno de los momentos mágicos del festejo y se lleva a cabo el sábado de carnaval rellenando con heno un traje de paño que es atravesado por un palo que sirve, a su vez, para colocar en un extremo la «turra».

Es el pelele confeccionado el que arde en la hoguera tras ser sentenciado a muerte. Tanto la «turra» como el traje que luce el Pero Palo durante la fiesta se mantienen a salvo de las llamas en las que se quema al malhechor cuando comienza a anocher el martes de carnaval.

Pequeños y grandes disfrutan de la fiesta de Villanueva de la Vera. DAVID PALMA

«No sabemos el significado de todo, cuándo comenzó, quién fue realmente Pero Palo, pero es nuestra fiesta, está llena de actos mágicos, de mucho color y mucho folclore», concluye Sandra López, otra vecina de Villanueva que se mantiene fiel a una tradición a la que se acercan los vecinos de otras localidades veratas, de otros puntos de la región y de más allá. «Me habían hablado de esta fiesta y tenía curiosidad por ver cómo era, y me voy encantado», cuenta Manuel Andrés, vecino de Madrid que ha disfrutado con su mujer estos días de un carnaval diferente.

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