El jueves pasado, participé en un debate en Plasencia sobre la exposición 'Las Edades del Hombre'. El auditorio de Las Claras estaba lleno, no faltaban ... las fuerzas vivas y, a lo largo de las intervenciones de los ponentes, se repitió una broma sobre la negativa de los serradillanos a ceder para 'Las Edades' a su Virgen de la Asunción, una valiosa talla barroca de 1749, obra del escultor vallisoletano Luis Salvador Carmona.
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Cada vez que se ironizaba sobre el caso, se sucedían las sonrisas en el estrado y en el auditorio, sonrisas irónicas, como si todos pensáramos: «Estos de Serradilla, cómo son...». Pero no deberíamos haber sonreído con tanta displicencia porque lo que ha pasado en Serradilla está tan afianzado en las tradiciones populares extremeñas que milagro parece que, al final, hayan cedido y presten a su Virgen.
Ya sucedió algo parecido hace 30 años, cuando dijeron que la Virgen de la Asunción no salía del pueblo para la exposición 'Extremadura enclave 92'. Y no salió. Para entender Extremadura, hay que conocer sus tradiciones: quemar un tuero en Navidad, perseguir a una máscara en enero, la romería de San Isidro en mayo, la fiesta del emigrante en agosto y no prestar la Virgen jamás.
Lo que querían hacer en Serradilla es lo mismo que hicieron en Ceclavín cuando, desde el museo de Cáceres, propusieron hacer una reunión de patronas y los ceclavineros dijeron que su Virgen del Encinar se quedaba tranquila en su ermita, que no se le había perdido nada en ningún museo. La decisión tenía su lógica si se tiene en cuenta que la última vez que la Virgen había salido del pueblo, para ser restaurada en Madrid, había vuelto un poco cambiada, tanto que algunos devotos sentenciaron que no era la misma.
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Lo del cambiazo o desfiguración de la Virgen es un 'milagro' muy extremeño. A veces, modernizan a la Virgen sin salir del pueblo. Eso le pasó a la imagen de Nuestra Señora de los Remedios de Aldea del Cano. Hace 70 años, mi suegra, una joven cabal, era la mayordoma, pero cuando, al casarse, dejó el cargo, las nuevas mayordomas, jóvenes y modernas, le colocaron a la Virgen una melena tan negra y tan larga que parecía más una bailaora de sevillanas que nuestra señora. Hubo revuelo, hubo cambio de peluca y la Virgen de Aldea es hoy más canónica que flamenca.
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Un caso curioso es el de la Virgen de los Santos, patrona de Táliga, que protagonizó una 'fake news' inventada para desprestigiar a los portugueses y ensalzar a los españoles. La creencia popular era que fue robada por los malvados portugueses, mientras que la imagen actual habría sido traída y regalada por los buenos castellanos después de la conquista de Táliga y Olivenza en 1801. Pero era una mentira con interés político, que se descubrió hace una decena de años, cuando la imagen fue restaurada en el taller de Luis Peña en Llerena. El propio restaurador informó de que por la madera, el policromado y las pìnturas, la imagen era la primera, la auténtica del siglo XVI, realizada por artesanos portugueses. Por lo tanto, nunca fue robada y tampoco se trata de un regalo recibido tras la conquista española.
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Otra caso curioso, que desanima a los extremeños a prestar vírgenes, sucedió en Belvís de Monroy, donde su Virgen del Berrocal, originariamente de color negro, policromada, de estilo oriental, elegante, delicada y con una curvatura muy gótica, fue llevada a restaurar a Madrid y volvió al pueblo siendo una Virgen blanca y perdiendo parte de su gracia. Que la Virgen sea negra, la mandes a Madrid y vuelva blanca no es un milagro, sino un timo que explica por qué en Serradilla son reticentes a prestar la suya.
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