Hay términos que se abren paso en el vocabulario colectivo en función de la actualidad social. Si la crisis económica nos enseñó qué era la prima de riesgo o quiénes eran los señores de la Troika y el drama de los refugiados nos informó de que vivimos dentro del espacio Schengen, la coyuntura sanitaria está llevando a las conversaciones el acrónimo ERTE, que se refiere a los expedientes de regulación temporal de empleo.
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El obligado cierre de muchos negocios, decretado por el estado de alarma activo desde el pasado domingo en nuestro país, ha hecho que las empresas dejen de ingresar dinero y no puedan asumir las nóminas de sus empleados. «Ya hemos tramitado el ERTE, aunque todavía no se ha hecho efectivo, porque somos una pequeña empresa y si no trabajamos no podemos aguantar pagando los sueldos», reconoce Juan José Piris, propietario del restaurante La Parada de la Reina, en Plasencia.
Su establecimiento lleva sin abrir desde el viernes 13. Ese mismo día informó a sus trabajadores. «Se lo han tomado con resignación, son conscientes de lo que está sucediendo y de la situación de la empresa», añade Piris, que tiene a doce empleados. «Volveremos todos», pronostica, al mismo tiempo que se lamenta porque el cierre le ha llegado en una de las épocas más fuertes para su negocio.
178 ERTE han presentado las empresas extremeñas desde que se inició la crisis sanitaria provocada por el coronavirus; todos ellos, menos uno que ha alegado causas productivas, se han acogido a la figura de causa de fuerza mayor relacionada con el estado de alarma decretado por el coronavirus.
Si la Administración autoriza el ERTE, este empresario no tendrá que hacer frente ni al sueldo de los trabajadores ni a las cuotas de la Seguridad Social. Esto se debe a que, según las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez, las empresas con menos de 50 personas en plantilla están eximidas de estos pagos. «En esa situación están la inmensa mayoría de las compañías extremeñas», reconoce Alberto Franco, secretario de Salud Laboral de Comisiones Obreras. Las empresas con más de 50 trabajadores tienen una rebaja en esas cuotas del 75%.
Los últimos datos del Gobierno extremeño, antes de cerrar la semana, recogen que 178 empresas han presentado un ERTE en la región a causa de la crisis del coronavirus. En total, afectan a 1.886 trabajadores y la mayoría son de carácter provincial, aunque hay ocho a nivel regional y cuatro son nacionales con consecuencias en Extremadura. Todos se han presentado por causa de fuerza mayor, menos uno en el que se han alegado causas productivas.
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La hostelería es uno de los sectores más está sufriendo la coyuntura. Los bares y restaurantes están cerrados al público. Sí pueden mantener su actividad aquellos que envíen comida a domicilio. Por ese motivo se rechazó el ERTE presentado por Burger King para sus 14.000 trabajadores en España.
Esa solución fue la que adoptaron en el restaurante Rigoletto, de Plasencia. Casi una semana mantuvieron abierta la cocina e hicieron repartos de comida. Finalmente, el viernes optaron por cerrar. De esta forma, Fernando Ramos ha perdido temporalmente su trabajo de cocinero.
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Además de su formación en cocina, estudió Ciencias del Deporte y dos días a la semana impartía clases de pilates en cuatro pueblos pequeños de la provincia de Salamanca próximos a la frontera con Cáceres. «Ya antes de que se decretase el estado de alarma, había gente que era de la opinión de suspender las sesiones por el tema del coronavirus», apunta este placentino de 36 años, que añade que algo más de la mitad de la treintena de alumnos que tenía superaban los 65 años.
Ahora, ha pasado de trabajar los siete días de la semana a no hacerlo ninguno. «Confío en recuperar los dos trabajos que he perdido cuando todo pase, aunque creo que a la gente le va a costar volver a sus rutinas; en el restaurante tardaremos en volver a tener el mismo volumen de clientes y creo que habrá personas que tendrán miedo en ir de nuevo a las clases», entiende Ramos.
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A la espera de lo que decida la Dirección General de Trabajo con el ERTE presentado por su empresa está Alicia Torreglosa. Ella trabaja de recepcionista en el centro deportivo Forus, de Badajoz.
Ya el viernes anterior al estado de alarma los responsables de la empresa les dijeron que el lunes 16 de marzo cesaría la actividad. Desde ese momento lleva sin trabajar. «Nos explicaron que la idea es que todos volvamos a nuestros puestos cuando esto acabe», comenta esta pacense de 42 años.
Pese a ello, reconoce que existe cierto desasosiego en la plantilla. «Estamos preocupados por la situación actual, pero también de cara a futuro», indica por teléfono Torreglosa, que todavía tiene dudas de cómo le va a afectar económicamente el cierre temporal de su empresa. «Hemos llamado a las oficinas de empleo y las respuestas han sido confusas; la verdad es que estamos un poco perdidos».
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Por el momento, las personas que se vean afectadas por un ERTE percibirán una prestación por desempleo sin consumir tiempo de paro. «Van a cobrar el 70% de su base de cotización y estamos intentando que las empresas que son solventes aporten un complemento salarial, porque los trabajadores van a esta situación poniendo sobre la mesa el 30% de su salario», expone el secretario de Salud Laboral de CCOO.
«Confío en recuperar los dos trabajos que he perdido cuando todo acabe, aunque creo que costará que la gente vuelva a retomar sus rutinas»
«Estamos preocupados por el momento actual y por lo que pueda venir en el futuro»
«La plantilla ha reaccionado con resignación, son conscientes de lo que está sucediendo y de la situación de la empresa»
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