Especial Día de Extremadura

Volver a los consensos y celebrar lo que nos une

La presidenta de la Junta de Extremadura reivindica «las identidades que no enfrentan y a los pueblos que abrazan», mientras invita a los extremeños a ser inconformistas y hacerse oír

María Guardiola

Presidenta de la Junta de Extremadura

Miércoles, 6 de septiembre 2023

Recordaré siempre este 8 de septiembre. Es el primer Día de Extremadura que tengo el inmenso honor de celebrar como presidenta de la Comunidad Autónoma. ... Coincide que, este 2023, los extremeños conmemoramos algo más que nuestro día grande. Hace 40 años elegimos nuestro camino y lo hicimos ley. Escribimos una de las páginas más importantes de la historia democrática. Las Cortes Generales aprobaron el Estatuto de Autonomía, y esta tierra, que ya era «suelo de historia» y «patria de glorias» mucho antes, plantó el 25 de febrero de 1983 la semilla de la Extremadura actual.

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Entonces yo tenía cinco años. Fui una niña con suerte. Porque considero una suerte infinita pertenecer a una generación que ha vivido la paz, la concordia y la democracia como algo natural; un hecho que me vino dado, pero no por ello dejo de ser consciente del enorme esfuerzo que costó a las generaciones de mis padres y abuelos esa estabilidad que para otros es nativa. En un contexto político en el que afloran y priman planteamientos cortoplacistas, egos, intereses territoriales y una visión que tantas veces peca de urbanita, yo reivindico las identidades que no enfrentan. Reivindico a los pueblos que abrazan. A los rivales que se respetan. A los ciudadanos con un propósito: ser leales al conjunto de una nación que ha sabido perdonar para avanzar y concertar para cambiar su destino.

Por eso, este 8 de septiembre, apelo al encuentro, a la celebración y al inconformismo. Porque, como reza el lema institucional elegido para conmemorar este día, 'Extremadura cuenta'. Hemos optado por una frase que no sea contemplativa, sino que anime al cambio. No es lo que somos, sino lo que queremos ser. Es el mejor momento para mostrarnos unidos y convencidos de que el proyecto de una nueva Extremadura tiene que cobrar protagonismo dentro y fuera de nuestras fronteras. Ofrezco para ello un gobierno de todos y para todos, abierto, esforzado. Sensible a las injusticias. Atento a las deudas históricas.

No queremos revanchas, sólo ansiamos el futuro que el pasado nos negó. Y para alcanzar esas cotas de progreso social, que nadie duda que nos corresponden, esta tierra necesita atención. Porque no es más un ciudadano catalán que un extremeño, no es más un gallego que un andaluz, ni un vasco que un aragonés. Por ello no entiendo que haya políticos abrazados a un interés espurio; sabemos hacia dónde conducen los atajos, los chantajes y los agravios. Y de agravios los extremeños sabemos mucho. Claro que queremos las autovías prometidas desde hace décadas. Claro que exigimos trenes que no se averíen. Por supuesto que queremos financiar como es pertinente los servicios públicos y que habitar el mundo rural no signifique renunciar a la calidad de vida. No es descaro, es dignidad. Ya no es tiempo de silencio, es tiempo de libertad.

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Extremadura lleva muchos años contando con España y España, amenazada por la incertidumbre, el avance de los movimientos independentistas y los intereses minoritarios, tiene que contar con todos por igual. Es hora de que los privilegios históricos que han servido para engordar a un monstruo que jamás terminará de saciarse vayan dejando paso a un reparto cabal de recursos.

Estamos orgullosos de vivir y pertenecer a una tierra maravillosa como la nuestra. Hagamos que ese orgullo se sienta, se reconozca y se extienda. Extremadura quiere converger en igualdad de oportunidades y hacerlo siendo leales a un proyecto común que se llama España. Por eso no cabe la indeterminación: desde cada comunidad autónoma tenemos que empujar y reivindicar el valor de los consensos y de las mayorías. La estabilidad política e institucional es un activo que ya no podemos seguir despreciando. Es lo que nos piden con insistencia nuestros paisanos en la calle. Es el mensaje y la herencia que nos dejaron otra generación de políticos a los que debemos mostrar respeto. No hay soluciones mágicas, pero afortunadamente tenemos el legado de los grandes acuerdos que han funcionado.

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Cuatro décadas de autonomía son suficientes para alzar la voz. Son suficientes para hacernos oír en la defensa de nuestras instituciones. Al fin y al cabo, ellas son el pilar sobre el que se levantan los cimientos de la convivencia y las que permanecen en el tiempo. He ofrecido grandes pactos en materia de sanidad, de educación y de financiación en Extremadura. Estoy convencida de que tenemos margen de acuerdo y confío en que, aquellos que no piensan igual que yo, consideren salir al encuentro de este camino de responsabilidad. Voy a contar con todas y con todos los activos del cambio extremeño. Con sus mujeres y hombres, con sus emprendedores, con sus familias, con sus mayores, con sus jóvenes y con los niños que espero que, en unos años, sean los herederos de una región mejor. Nada nos honrará más que dejarles esa huella. Y, para conseguirla, es preciso que el resto de España nos escuche.

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