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Ana B. Hernández
Domingo, 21 de julio 2024, 08:03
«Llevamos un año con el freno de mano echado. Ahora vamos a hacer política». Lo anuncia Javier Bravo, uno de los cinco diputados de Vox en la Asamblea de Extremadura, además de presidente provincial de Badajoz. «A partir de ahora, negociaremos iniciativa por iniciativa, presupuesto por presupuesto y la cosa va a tener que ser bidireccional», corrobora Óscar Fernández, portavoz del grupo parlamentario y presidente provincial de Cáceres.
Ambos son los máximos responsables orgánicos de Vox en Extremadura donde, como en el resto de regiones, no hay estructura autonómica. Y ambos dejan claro que, ahora sí, «después de un año de ninguneo en el que el PP ha dado largas o ha votado directamente en contra de asuntos clave para nuestro partido, vamos a defender con ahínco nuestra ideología», resume Fernández. «Ahora tenemos más libertad para defender nuestro mensaje», corrobora Bravo.
La confirmación de la ruptura con el PP, decidida por Santiago Abascal, cayó como un jarro de agua fría en la región porque, simplemente, no se esperaba. No en un territorio en el que la política migratoria ni es un asunto conflictivo ni formaba parte del pacto de gobierno. Por eso quizás, como entre los populares, también en Vox pensaron que el aviso de ruptura de Abascal, si finalmente se acogía a más menores migrantes no acompañados, era solo una amenaza de su presidente nacional para poner de relieve su participación en los gobiernos autonómicos. Una amenaza que el PP atendería.
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No lo hizo. Los populares ignoraron una vez más a su socio minoritario, «fue la gota que colmó el vaso», dice Óscar Fernández, y la coalición saltó por los aires. Abascal tomó la única salida que para entonces le quedaba y cumplió la amenaza. La ruptura fue acogida con desánimo entre no pocos cargos públicos de Vox, conscientes de lo costoso que solo un año antes les había resultado entrar en los gobiernos, pero más pronto que tarde el jarro de agua fría no esperado primero pasó a ser liberador después para los de Abascal. Mucho en ello han tenido que ver en Extremadura la presidenta María Guardiola y el consejero Ignacio Higuero.
Su decisión de permanecer en el gobierno, no acatar la orden de la calle Bambú y darse de baja en el partido ha sido entendida como una traición. La de la presidenta, de parar la entrada de Vox en la Mesa de la Asamblea, medida recogida en el pacto e incumplida durante todo un año de ejecución, como una declaración de guerra. Y la petición del acta de senador autonómico a Ángel Pelayo Gordillo, presidente también del grupo parlamentario de Vox, la confirmación de que la relación entre quienes han sido socios de gobierno, y se han afanado además cada vez que han podido en hacer gala de buena sintonía, es historia.
Ya no hay gobierno de coalición para rato, como desde PP y Vox se ha venido insistiendo en el año que ha durado el idilio, y ahora se abre una nueva etapa para ambos. Guardiola tiene que gobernar en minoría y enfrente no solo tendrá ya a PSOE y Unidas por Extremadura. También a Vox, como se ha puesto de manifiesto en el primer pleno en la Asamblea tras la ruptura.
Las consecuencias de esta situación, que genera incertidumbre en la gobernabilidad de la región, están por ver para los dos exsocios. Sin cifras aún que reflejen si a la baja de Ignacio Higuero se han sumado otras, en Vox consideran que la ruptura será un revulsivo para ampliar su implantación territorial.
«Ya veremos si nos hemos dado un tiro en el pie, como cree el PP. Por el momento, lo único que he recibido de votantes y simpatizantes son felicitaciones por poner pie en pared», dice Javier Bravo. «Todos nuestros coordinadores locales están encantados con la decisión adoptada por el partido de romper con el PP, hay satisfacción y no me cabe ninguna duda de que la ruptura será positiva para nosotros», afirma Óscar Fernández.
Los dos presidentes provinciales cierran filas con Santiago Abascal. «Bienvenidos los que vengan a nuestro país a trabajar, pero no podemos contribuir a que siga entrando inmigración ilegal», defiende Bravo. «Tenemos que ser fieles a nuestros principios, sí, los que ponemos por delante de los sillones, porque esto también es una de nuestras señas de identidad».
Creen en Vox que militantes y votantes saben valorar la decisión adoptada, una salida de los gobiernos autonómicos en los que su presencia cada vez pasaba más desapercibida, para poder de nuevo rechistar y levantar la voz y extender con fuerza su mensaje y, de su mano, continuar la senda al alza que comenzaron en 2019 y que desde entonces no ha parado de crecer.
«Somos la tercera fuerza política en esta región y ejerceremos como tal, nuestra implantación en Extremadura está consolidada y vamos a seguir sumando como hemos hecho hasta ahora», vaticina Óscar Fernández, el diputado de Vox en la región con más años de trayectoria en el partido. «Yo soy uno de los primeros 3.000 militantes del país».
Él se afilió a Vox a comienzos de 2018. La formación había echado a andar cuatro años antes, pero su presencia dentro y fuera de la región apenas era testimonial. En las primeras elecciones europeas a las que concurrió no alcanzó los 4.000 votos en el conjunto del país.
La llegada del hoy presidente provincial de Cáceres coincide con el inicio del despegue del partido, el que se produjo tras la rebelión independentista de Cataluña. «A través de vídeos en redes sociales conozco a un partido con el que me identifico enseguida, que defiende aquello en lo que yo creo», recuerda Óscar Fernández. «Por eso busco cómo contactar, encuentro a la gestora provincial, que entonces estaba en Plasencia, y me afilio; es la primera vez que milito en un partido, hasta entonces no me había interesado la política».
En la primera reunión de simpatizantes de Vox en la capital cacereña a la que acudió no había más de treinta personas. «Pero a través de las redes sociales, visitando muchos pueblos, hablando con conocidos, convocando encuentros... el partido empieza a crecer».
Los resultados de las primeras elecciones generales de 2019 fueron un reflejo de ese crecimiento. Vox sumó 70.793 votos frente a los 1.026 cosechados en 2016 y los 1.786 de las autonómicas del 15, marcando un antes y un después en el recorrido del partido. La falta de acuerdo entre PSOE y Ciudadanos tras esas generales obligó a su repetición en noviembre de 2019. Los votantes castigaron al partido de Albert Rivera y Vox mejoró de forma notable sus primeros resultados hasta rozar los 100.000 votos.
Esto tuvo una consecuencia directa en Extremadura, donde consiguió por primera vez, y de momento única, dos diputados: Víctor Sánchez del Real por Badajoz y Magdalena Nevado por Cáceres. Los 28.992 votos que sumó en las autonómicas de ese año no fueron suficientes para entrar en la Asamblea, pero sí consiguieron sumar sus primeros concejales: cuatro en la provincia cacereña y siete en la pacense.
Cuatro años después su implantación en Extremadura, donde cuenta con más de 1.200 afiliados, ha dado un salto de gigante. Los 49.798 votos logrados el 28 de mayo de 2023 no solo le permitieron entrar en la Asamblea con cinco diputados como tercera fuerza, sino también ser clave para cambiar el signo político de la Junta.
Su presencia en los ayuntamientos avanzó igualmente de forma notable, sobre todo en la provincia cacereña. Lograron 22 concejales frente a nueve de la pacense, y gobiernan en cinco ayuntamientos. Lo hacen en coalición con el PP en Navalmoral de la Mata, Talayuela, Losar de la Vera y El Gordo. Y con PP y Cáceres Viva en un tripartito en Valverde del Fresno.
En las elecciones generales de julio del 23, tras sus pactos con el PP en cinco gobiernos autonómicos, bajaron a 85.568 votos y en Extremadura perdieron su escaño por Cáceres. En la última cita electoral, en las europeas de pasado junio, ampliaron con creces el respaldo obtenido cinco años y alcanzaron los 40.943 votos con los que pusieron de manifiesto, de nuevo, que Vox es sobre todo en Extremadura un fenómeno urbano y cacereño.
Si en el PP se tiene la idea de que la coalición con los de Abascal les ha restado, en Vox creen lo mismo. «Tenemos una estructura firme y un mensaje claro, nuestros votantes tienen esa certeza», resalta Bravo. «Y ahora, sin estar obligados a entendernos porque ya no hay acuerdo, defenderemos con libertad nuestro ideario», ahonda Óscar Fernández. Vox inicia un camino en solitario en la región de resultado incierto, pero con el poder intacto que le dan sus cinco votos en la Asamblea.
Vox logró el 28 de mayo de 2023 entrar en el gobierno de la Junta, en la Asamblea y tener presencia en 20 localidades de la región, 16 en la provincia cacereña con 22 concejales y cuatro en la pacense, con nueve. Su consejero se mantiene en el gobierno, pero ya no es de Vox, y junto a la suya hay otras tres bajas. Los 31 ediles conseguidos se han reducido a 28 un año después de las elecciones. Uno de los tres que entraron en el Ayuntamiento de Badajoz, Carlos Pérez, ha seguido los pasos del consejero, se ha dado de baja en el partido pero mantiene su acta. Y los dos que lograron en Montehermoso han sido expulsados tras pactar con Podemos en esa localidad, pero siguen también con el acta.
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