A. M.
Jueves, 17 de octubre 2024, 14:45
La costa alentejana de Portugal seduce a Meghan Markle y al príncipe Harry. La prensa británica asegura que la pareja podría haber adquirido una casa situada entre Melides y Comporta, en el Bajo Alentejo, a unos 240 kilómetros de Badajoz.
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Disponer de una propiedad en suelo europeo permitiría a Meghan -que no llegó a obtener la nacionalidad británica- facilidades para moverse por el continente, después de que el país de su marido les negara protección institucional a cuenta del erario público, además de de tener que entregar las llaves de la que fue su residencia oficial, su querido hogar en Frogmore Cottage.
Tras la muerte de la reina Isabel II, la relación de Harry con su padre, el rey Carlos, y con su hermano, el príncipe Guillermo, se enfrió. El matrimonio puso tierra de por medio y se mudó a California hace cuatro años. En Estados Unidos siguió creciendo su familia con el nacimiento de Lilibet tras la llegada al mundo de Archie, en 2019.
Ahora Meghan y Harry no cejan en su intento de acercarse al Viejo Continente y parecen haber encontrado el lugar perfecto para instalar su campamento base a este lado del Atlántico.
Los duques de Sussex han decidido adquirir una casa en el país luso. Estuvieron en Melides, en la región del Alentejo, después de asistir a los Juegos Invictus en Alemania el año pasado, y se especula que esta visita pudo estar relacionada con la adquisición de una vivienda. La ubicación no es casual, ya que está cerca de la residencia de la princesa Eugenia y su esposo, Jack Brooksbank, quien trabaja entre el Reino Unido y Portugal. Ellos se instalaron en el lujoso resort CostaTerra Golf and Ocean Club, un exclusivo complejo con todas las comodidades. A pesar del distanciamiento de Harry con su padre, el rey Carlos, y con su hermano, el príncipe Guillermo, sí que guarda una excelente relación con su prima Eugenia, hija del príncipe Andrés, protagonista a su vez de otra polémica habitacional.
El príncipe Andrés, que reside en la lujosa Royal Lodge en Windsor, ha recibido un ultimátum de su hermano Carlos: tendrá que mudarse a una residencia más modesta, como Frogmore Cottage, el que fuera el amado hogar de los Sussex. El monarca ha justificado esta demanda por la reducción de gastos y por asegurar el futuro de la propiedad para su hijo Guillermo. Andrés se resiste, esgrimiendo un contrato de arrendamiento de 75 años con el que busca mantener la propiedad para sus hijas, Eugenia y Beatriz, cerrándose así el curioso círculo entre las propiedades de la corona y sus ilustres habitantes.
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Mientras Harry lamenta haber perdido Frogmore Cottage, que definió en sus memorias como «la casa de sus sueños», su tío se niega a trasladarse allí para permanecer una residencia mayor de cuyo mantenimiento es incapaz de hacerse cargo económicamente.
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