La distancia física llevada al extremo en un mundo herido y marcado por la pandemia. Así ha querido retratar un fotógrafo a los bailarines del ballet de la ciudad alemana de Stuttgart. Su libertad, sus movimientos, prácticamente congelados, reducidos al espacio que cabe en estas burbujas transparentes. Igual que el mundo ante la COVID-19. Florian Mehnert quería analizar las secuelas del aislamiento que ha provocado el coronavirus en nuestras vidas. Para ello ha tenido que movilizar a toda una orquesta y ponerla bajo su batuta. Cada fotografía además debía hacerse en un tiempo récord, porque los modelos estaban literalmente encerrados. Y con el oxígeno limitado. Un ambicioso proyecto que nos abre los ojos ante una dura realidad: en tiempos de virus, la soledad puede llegar a convertirse en la verdadera pandemia. -Redacción-
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