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La noticia del día no iba a ser Gaza. La Casa Blanca había preparado los titulares para la orden ejecutiva que pondría más presión sobre Irán para frenar sus exportaciones de petróleo, pero el presidente Donald Trump demostró una vez más lo impredecible e incontrolable ... que es.
Lo de Irán no le gustaba. «De verdad, espero que no haga falta», admitió. Y la idea de sugerir el desplazamiento temporal de los residentes de Gaza mientras se reconstruía su territorio se le quedaba corta, a nivel de titulares y de ambiciones inmobiliarias. «He estudiado esto muy de cerca durante meses y lo he visto desde todos los ángulos», contó después en conferencia de prensa.
Ya en octubre, el entonces candidato dijo durante una entrevista que Gaza tenía «un tremendo potencial». Bien reconstruido, podría ser «mejor que Mónaco». Parecía una observación casual, pero ya se había discutido en el seno familiar. Como enviado especial para Oriente Medio durante su primer mandato, su yerno Jared Kushner había descrito el conflicto entre Israel y Palestina como «una disputa inmobiliaria». En febrero pasado dijo durante una intervención en la Universidad de Harvard que «el frente de playa de Gaza podría ser muy valioso, si la gente se centrase en construir de forma vibrante».
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A su suegro la idea le pareció brillante. Siempre hipnotizado por el lujo exorbitante de los jeques árabes y por el potencial inmobiliario de hoteles, casinos y rascacielos, la posición estratégica de Gaza le parecía perfecta. El hecho de que todos los edificios hubieran quedado dilapidados por los bombardeos israelíes facilitaría el proyecto. A su invitado esta semana, Benjamín Netanyahu, ni se le había ocurrido que fuera a ser el tema del día. El primer encuentro en el Despacho Oval con un jefe de Estado iba a tratar sobre las negociaciones con Arabia Saudí para restablecer relaciones diplomáticas con Israel. En lugar de preparar las conversaciones de la semana siguiente, Trump dedicó todo el encuentro a hablar de este megaproyecto, según fuentes de Axios. Al término, garabateó sus notas en un papel y el personal de la Casa Blanca las incorporó al discurso con el que abriría la conferencia de prensa, que empezó con hora y media de retraso.
La declaración cortó la respiración en la sala y lanzó un terremoto político por todo el mundo. «Veo la propiedad de EE UU (sobre Gaza) como algo de largo plazo para traer gran estabilidad a esta parte de Oriente Medio», fantaseó. Su invitado estaba entusiasmado. Ya ha dado órdenes a su gobierno para ofrecer a todos los palestinos que quieran salir de Gaza un pase seguro, lo que no quiere decir que Trump esté pensando en ceder a Israel esta valiosa propiedad. «Tengo que hacer énfasis en que esto no es para Israel», aclaró. Quiere convertir la Franja en un resort internacional que disfrute «gente de todo el mundo, palestinos también».
Para el mandatario, «la cosa esta de Gaza no ha funcionado nunca y no va a funcionar». Y añadió: «No quiero hacerme el simpático ni el listo, pero la Riviera de Oriente Medio podría ser algo tremendamente malo o magnífico». El autor de 'Make America Great Again' ha decidido extender su magia a esta región a la que su familia ya había echado el ojo. Kushner no ha querido responder a ninguna de las preguntas que le han hecho llegar los medios de comunicación.
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