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Un soldado ucraniano hace despegar un dron cerca del frente de Pokrovsk. Reuters
Dron: el arma que ha cambiado la guerra para siempre
Tres años de guerra en Ucrania (3)

Dron: el arma que ha cambiado la guerra para siempre

Ucrania ha compensado con ellos la falta de medios. Acompañamos a pilotos y técnicos que fabrican tanto los aparatos como su munición

Sábado, 22 de febrero 2025, 00:14

Un vehículo estacionado junto a una pequeña casa en un pueblo cercano al frente del Donbás no llama la atención. En su interior, sin embargo, se esconde el centro de control de drones de 'Procurador', comandante de la 30 brigada mecanizada de las Fuerzas Armadas ucranianas. Varias pantallas muestran en tiempo real lo que estos aparatos ven y hacen. Algunos vuelan alto, vigilando el terreno en busca de movimiento enemigo, otros van más cerca del suelo y transportan una carga letal. 'Procurador' señala con el dedo varios soldados rusos y ordena que sean eliminados. «Nuestro objetivo es atacar constantemente para evitar que puedan avanzar», comenta.

Los drones han cambiado por completo cómo se lucha. «Lo vemos en Ucrania, que se ha convertido en un campo de pruebas, pero sucederá en cualquier otra guerra», señala el oficial. Los drones también se han convertido en el arma que más miedo provoca entre los soldados de ambos bandos. Basta un leve zumbido en el cielo para provocar una desbandada. «Nos han forzado a librar una guerra en la que lo primordial es esconderse, y se han convertido en un arma que marca la diferencia», afirma Ivan Hunchenko, comandante de la inteligencia militar y uno de los que prueban los prototipos.

No lejos de allí, en otra casa convertida en almacén de aeronaves no tripuladas, otro Ivan concuerda: «Son una revolución, y no solo por su potencial de ataque, también porque salvan vidas. Pueden reemplazar a un soldado en multitud de tareas peligrosas, como el abastecimiento de la infantería, la vigilancia, o incluso plantar minas». Por eso, tanto Ucrania como Rusia agudizan el ingenio tecnológico para desarrollar sistemas de interferencia electrónica y drones que no son vulnerables a ellos, como los de fibra óptica.

Procurador en el centro de control y talleres de producción de drones y de su munición. Zigor Aldama
Imagen principal - Procurador en el centro de control y talleres de producción de drones y de su munición.
Imagen secundaria 1 - Procurador en el centro de control y talleres de producción de drones y de su munición.
Imagen secundaria 2 - Procurador en el centro de control y talleres de producción de drones y de su munición.

A pesar de que el país avanza rápido en el desarrollo y producción de drones, la mayoría aún sale de rudimentarios talleres escondidos en casas cercanas al frente. Visitamos una de ellas para ver cómo se producen los drones kamikaces, que hacen solo el viaje de ida con un explosivo a bordo. «Compramos en China componentes como la base y las hélices, y luego los programamos nosotros», explica uno de los técnicos junto a una pila de aparatos. Enchufa uno de ellos y sonríe: suena la melodía de la guerra de las galaxias.

Granadas impresas en 3D

Los proyectiles que cargan los drones también son artesanales. Salen de talleres como el de Volodymir, en el que fabrican unas 200 granadas especiales al día: utilizan como base la M-430 para lanzagranadas automático, pero separan el explosivo de la carga de pólvora y lo extraen del encapsulado metálico para introducirlo en otro de plástico, mucho más ligero, producido con una impresora 3D. Todo el proceso se lleva a cabo con herramientas domésticas, y muchos de los componentes han sido ideados por ingenieros como él.

Anton en pleno ataque con el dron vampiro. Zigor Aldama
Imagen principal - Anton en pleno ataque con el dron vampiro.
Imagen secundaria 1 - Anton en pleno ataque con el dron vampiro.
Imagen secundaria 2 - Anton en pleno ataque con el dron vampiro.

Así suple Ucrania las grandes carencias que sufre. «Nuestro abastecimiento es escaso», reconoce 'Procurador', que tampoco tiene reparo en admitir que los rusos cuentan con mejor tecnología de interferencia electrónica. No obstante, Hunchenko sostiene que los drones ucranianos aún son más avanzados. «El gran problema es que ellos tienen una mayor capacidad de producción. Así que copian nuestra tecnología y luego pueden fabricar drones de forma masiva», lamenta.

Acompañamos a un equipo que opera uno de los drones más grandes, el vampiro, durante una noche de operaciones a muy pocos kilómetros de las posiciones rusas. Anton pilota y lleva el mando, mientras un compañero busca el objetivo y otro prepara la munición para el dron, que puede cargar hasta 15 kilos de explosivos, en varias granadas o en una bomba.

Es medianoche cuando avistan tres soldados rusos que tratan de alcanzar territorio bajo control ucraniano. Anton despega y los persigue hasta una trinchera. El primer disparo falla, pero los dos siguientes no. Desde la pantalla, todo parece un videojuego, algo irreal. Con batería baja, retorna para armar una bomba más grande. Regresa al lugar y revienta las instalaciones. «Se habrán desangrado por dentro», avanza. En el puesto de mando, 'Procurador' hace futuribles: «Ahora vemos batallas de drones contra soldados, pero en el futuro serán de drones contra drones».

Eso sí, señala que una máxima de la guerra se mantiene invariable: «Hasta que no entra la infantería, no podemos decir que hemos tomado un sitio». Por eso, afirma que «con los drones se pueden ganar batallas, pero no la guerra».

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