No fue un debate, sino más bien un animado interrogatorio al que se sometieron sucesivamente los candidatos de los cuatro principales partidos a la cancillería ... federal en el programa »Klartext», algo así como «las cosas claras», de la cadena pública de televisión ZDF. Las preguntas corrieron por parte del público, al que se notó preparado para reclamar respuestas a los dirigentes políticos, siempre bajo la dirección de dos moderadores expertos.
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Preguntas a las que Scholz respondió con optimismo y defendiendo su gestión, mientras Merz se mostró seguro de su triunfo electoral y esbozó su programa de gobierno. Habeck fue el que mejor enlazó con el público y explicó los retos que afronta Alemania, mientras Alice Weidel, visiblemente tensa, tuvo que soportar abucheos del público, que consideró en parte impertinentes sus respuestas.
120 personas de todas las edades, profesiones, procedencias, sexos y simpatías políticas tuvieron la ocasión de plantear sus preguntas a cada uno de los líderes de los cuatro partidos con mejores perspectivas de voto en las elecciones adelantadas del próximo 23 de febrero por separado. Con 35 minutos de tiempo para cada uno de ellos.
Abrió la tanda de preguntas el canciller federal, Olaf Scholz, por los gobernantes socialdemócratas (SPD), al que siguieron su socio de coalición, ministro federal de Economía y candidato de Los Verdes, Robert Habeck, y la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, cuyo partido, según los sondeos, tendrá mejores resultados que los dos anteriores.
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Cerró la tanda de preguntas populares a los representantes de los principales partidos el candidato de la Unión Cristianodemócrata y la bávara Unión Socialcristiana (CDU/CSU), Friedrich Merz, que encabeza todas las encuestas y ha sido coronado ya en los sondeos como próximo jefe de gobierno alemán.
Todos se vieron confrontados con cuestiones de actualidad como la guerra de Ucrania y las posibles negociaciones de paz que se avecinan, las consecuencias del nuevo mandato como presidente de Estados Unidos del impredecible Donald Trump, los problemas de la economía alemana, desde la necesidad de inversiones en infraestructuras a la excesiva burocracia, problemas sociales como la escasez de vivienda y el olvido de la lucha contra el cambio climático.
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Scholz fue confrontado nada más empezar con el atropello masivo sufrido este jueves por los participantes en una protesta sindical a manos de un peticionario de asilo afgano con numerosos heridos. Un ataque que el canciller federal calificó de «insoportable», después de que una madre, abuela y ama de casa de Solingen le preguntara si no cargaba con «una culpa moral» cada vez que se produce en este país un atentado de ese tipo.
El candidato del SPD insistió en todo momento en defender la gestión de su gobierno, afirmó que Trump no puede decidir el futuro de Ucrania sin consultar a Kiev y sus socios, se mostró convencido de que es posible combatir con éxito el cambio climático, superar la crisis económica del país e incluso ganar las elecciones contra todo pronóstico. «No solo apuesto por la victoria, sino que voy a ganar», afirmó Scholz al final seguro de su triunfo.
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Mucho más cercano y empático con los 120 participantes del público en el programa se mostró el candidato electoral de Los Verdes, hasta el punto de que recibió más aplausos que ningún otro por sus respuestas, siempre directas, concretas y bien explicadas. Habeck reconoció errores y omisiones del gabinete saliente, pero defendió la transición energética y la apuesta por las renovables y su propuesta para un amplio programa de inversiones públicas en infraestructuras para relanzar la economía del país.
Sin embargo y tras darse un relevo amistoso y hasta entrañable con Scholz antes de empezar su turno de preguntas y respuestas con el público en la sala, el candidato ecologista recibió fríamente a su rival ultraderechista cuando entró en el estudio para sucederle. No hubo apretón de manos y antes de despedirse del público Habeck recordó a los presentes que «marginar a AfD es lo correcto» por parte de todos los partidos.
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Alice Weidel se sintió incómoda desde el primer momento, tanto con la moderación de los dos periodistas que conducían el programa como con las preguntas del público, hasta el punto de cuestionar su neutralidad. Nadie aplaudió sus respuestas y tuvo que soportar abucheos, como cuando respondió de malas maneras al director de un asilo de ancianos que acusó a AfD de querer bloquear una inmigración que Alemania necesita, cuando su sector carece de personal para atender a los más mayores.
La líder ultraderechista tuvo que aguantar también gestos de contrariedad de los asistentes al advertir al gestor de una cooperativa de parque eólico de que su partido le retiraría toda subvención si llegara a gobernar para apostar por la energía nuclear, que Alemania ya ha abandonado y que no quieren ni las propias compañías eléctricas. Y cuando el candidato conservador acudió a relevarla, le dijo en la cara que CDU/CSU «jamás» colaborará o formará gobierno con AfD.
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Tras un educado apretón de manos, el candidato conservador le espetó que «solo escucho de AfD que su objetivo es destruir a CDU/CSU», a la vez que ofrecen a los conservadores su colaboración para formar gobierno. «Con ustedes no», afirmó Merz, quien destacó que tienen a Los Verdes y al SPD para negociar una posible nueva alianza tras las elecciones generales que se celebran en diez días.
El líder conservador esbozó su programa de gobierno para el momento en el que alcance el poder, prometió inversiones masivas en infraestructuras y precios de la energía más competitivos para las industrias, rebajas de impuestos a las empresas y particulares y recortes sustanciales en los trámites burocráticos, entre otras cosas. Friedrich Merz comentó que Alemania arrastra necesidades de modernización en el transporte por carretera y ferrocarril, pero también en las comunicaciones.
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Igualmente auguró una más que animada Conferencia de Seguridad en Múnich a partir de este viernes, en la que –dijo- el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y los aliados europeos de la OTAN deben ponerse de acuerdo para definir cómo será el futuro de la organización y cómo van a plantar cara al presidente ruso, Vladimir Putin, al que acusó de querer destruir el orden europeo tras el fin de la Guerra Fría.
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