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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Jueves, 19 de diciembre 2019, 18:52
Abu-Walid Dajani vive entre un mar de papeles. Cuando ya no puede más, se asoma por la ventana de su despacho, toma aire y toda la energía de la plaza Omar Ibn Al Khatab le da fuerzas para seguir adelante. «Si amar la Puerta de Yafa es un crimen, yo soy un criminal», reflexiona con su voz grave y la mirada perdida en la muralla levantada por Suleimán el Magnífico.
Desde el 15 de julio de 1949 el hotel Imperial está regentado por la familia Dajani, pero está en marcha la cuenta atrás para que el edificio centenario, junto al hotel Petra y otro inmueble, pase a manos de la organización ultranacionalista israelí Ateret Cohanim, que trabaja a favor de la judaización de Jerusalén. «Es la lucha más importante de mi vida», dice Abu-Walid.
La pesadilla para los Dajani empezó en 2004 cuando Ateret Cohanim compró el hotel a la Iglesia ortodoxa griega tras convencer a su entonces director financiero, Nicholas Papadimas, que a las pocas semanas abandonó la ciudad para siempre. El mismísimo patriarca Irineos I se vio obligado a dimitir ante el escándalo. Los griegos llevaron la venta ante la justicia israelí y denunciaron que se había realizado «ilegalmente y sin autorización», pero, después de quince años de proceso judicial, el Tribunal Supremo concluyó en junio que la operación fue legal. La evacuación y el traspaso de propiedad parecían inminentes, pero se paralizaron el mes pasado por «pruebas que muestran un fraude y un engaño durante la operación de venta», explicó a la agencia AFP Maher Hanna, abogado de la familia. Esto supuso para el hotel 30 días de extensión para disfrutar de la que puede ser su última Navidad.
«Solo nos puede salvar un milagro. Esta es la ciudad de la fe y por eso no quiero perder la esperanza. Soy un mal musulmán, pero un buen amigo de Dios y pido a la Iglesia cristiana que se movilice porque la pérdida del Imperial supone el final de la presencia cristiana en este lugar tan emblemático que puede convertirse en una yeshiva para colonos (escuela religiosa judía)», recuerda el director del Imperial. Además, los Dajani se enfrentan a la petición de 10 millones de shekels (2,5 millones de euros) por la organización colona, que reclama el equivalente a la renta de los últimos quince años.
La Ciudad Vieja forma parte de Jerusalén Este, ocupada y anexada por Israel desde 1967 en lo que supone una «violación flagrante del derecho internacional», según la ONU. En la habitación 25 del Imperial se alojó en 1898 el káiser Guillermo II, por este hotel pasó también la nobel de literatura sueca Selma Lagerlöf y su terraza tiene una de las vistas más privilegiadas de la Ciudad Vieja. Abu-Walid no se rinde, pide ayuda «a la Iglesia, a la comunidad internacional, a la Autoridad Nacional Palestina. Este hotel está muy por encima de la familia Dajani, este hotel es parte de Jerusalén».
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