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Francisco José Granado Gil y Marta Leno Sánchez son el ejemplo de la generación que ha sufrido dos crisis en menos de una década. Primero la económica y ahora la pandemia. Tras comprobar lo difícil que es asentarse en un trabajo o sufrir el desempleo, estaban empezando a formar su vida juntos cuando de repente el coronavirus golpeó al mundo.
Él tiene 33 años y ella 31. Son novios desde hace más de 15. «Llevamos toda la vida juntos», decía este martes esta pareja que no se ha casado ni tiene hijos. Ese tipo de planes siempre los han pensado, pero nunca se han atrevido a dar el paso. «No están las cosas para hacerlo todo. La situación en estos tiempos es complicada», reconocían estos dos jóvenes de Torrejoncillo a los que ayer el número 72897 les cambió la vida.
La Lotería de Navidad les ha regalado 400.000 euros y la posibilidad de cumplir algunos de sus deseos. «Hace un año nos quedamos con el taller en el que yo llevaba trabajando 15 como mecánico. El dueño falleció y tras pensarlo decidimos montar nuestro propio negocio. Invertimos unos 80.000 euros en nuevas herramientas y lo primero que vamos a hacer va a ser pagar eso, lo que se debe. Quitaremos agujeros. Con el Gordo pagaremos todo lo que debemos del taller. También tenemos una casa, es decir, dos prestamos», contaban ilusionados y rodeados de coches de clientes a los que seguirán atendiendo.
No cambiarán su día a día. «Está claro que hay que seguir trabajando», comentaban los dos. Viven juntos desde hace un año, justo cuando se adentraron en esta aventura de emprender un nuevo negocio. «La pandemia hizo que tuviéramos que cerrar y durante dos meses no llegaba ningún tipo de ingreso. Solo pagar y pagar. Luego hemos ido teniendo trabajo y hemos podido vivir al día. Eso sí, no podíamos ahorrar nada. Ahora al menos podremos estar más tranquilos», decía Marta.
Ella también trabaja en el taller. Lo hace como administrativa. Empezó la carrera de Derecho pero no la terminó. «Ahora quizás es un buen momento para acabarla», reconocía a HOY tras comentar que antes de ser una de las empleadas del taller mecánico estaba en paro.
A ambos se les agolpan los planes. «Nos daremos algún capricho que otro. Quizás un viaje cuando pase la pandemia». Les gustaría conocer algún otro país. «Cuando la crisis sanitaria se acabe queremos viajar porque no hemos salido de España», dicen estos jóvenes a los que también se les ha pasado por la cabeza ser padres.
«Nunca veíamos el momento perfecto y tal y como estaban las cosas no era fácil dar el salto, pero ahora quién sabe. Ya podemos empezar a ver las cosas de otro modo, con menos miedo».
Pensando así llevan menos de 24 horas. A ellos no se les olvidará la mañana del 22 de diciembre de 2020. El primero en enterarse de que les había tocado el Gordo fue Fran, como le llaman en Torrejoncillo, una localidad cacereña de casi 3.000 habitantes. A los dos les pilló trabajando y cuando se enteraron de que eran los agraciados no pararon de abrazarse. Alegría, emoción, incredulidad y vértigo. Todo en pocos segundos. «Yo no paraba de llorar», decía Marta.
Reconoce que le gusta jugar a este tipo de sorteos. Hace varios años le tocaron 3.000 euros en la Primitiva. En esta ocasión, para el Sorteo de Navidad llevaba todas las terminaciones (del cero al nueve) y había gastado unos 400 euros. El premiado lo compraron en Punta Umbría durante el Puente de Extremadura. Hicieron una escapada fugaz a Huelva. No fueron ni cuatro días, los únicos que mantuvieron cerrado el negocio.
Su historia la contaban este martes rodeados de amigos que les acompañaron durante la celebración. Se congregaron en el taller, todos con mascarilla, y con música de fondo. Tampoco faltó la familia, que emocionada reconocía que les vendría muy bien.
«Ha sido una gran alegría. No nos lo creemos. Han pasado tantas cosas malas este año que parece mentira que llegue algo así. Por circunstancias de la vida, ellos se quedaron con el taller y están luchando para sacarlo adelante, así que este dinero les va a venir de maravilla», comentaban Leo Gil y Máximo Granado, madre y hermano de Fran. «Son muy jóvenes y meterse solos en todo esto es complicado, pero seguro que les va a ir muy bien», añadían.
La madre de Marta asentaba con la cabeza. «Tengo un dolor en el estómago por los nervios que aún no me lo puedo creer», comentaba Josefa Sánchez. «Al final esta Navidad vamos a tener un poco de alegría. Ahora solo necesitamos seguir con salud», decía José Antonio Leno, el padre.
Él tampoco se lo creyó cuando su hija le dio la noticia. «Le he dicho diez veces que lo comprobara, que lo mirara bien», comentaba una y otra vez desde el taller de Fran y Marta. Incluso él llegó a mirar en más de una ocasión si era el 72897. Y sí, comprobado. Es el número que les permite hacer los planes que antes eran solo sueños.
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