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En la mañana de ayer, había alegría en la Administración de Lotería número 10 de Cáceres, la del número 26 de la avenida de la Constitución, en pleno corazón del barrio cacereño de Aldea Moret.
La administración había vendido un décimo de uno de los cuartos premios de la Lotería de Navidad, el 42833, lo que significaba que a su propietario o propietaria le habían tocado 20.000 euros.
La lotera, María Isabel Solís González, se mostraba feliz hablando a los periodistas que habían acudido al conocer la noticia. «Llevamos casi cuatro años con la administración y es el premio más importante que hemos dado. La verdad es que estamos muy contentos –afirmaba–. No sabemos quién compró el número, que es de máquina, pero esperamos que sea del barrio».
María Isabel enseñaba un cartel con el número premiado, llevando un peto azul que recordaba la protesta de los loteros, que piden unas comisiones justas. «Protestamos porque llevamos 17 años con las comisiones congeladas, mientras que sube el IPC y sube todo», se quejaba María Isabel Solís.
La alegría en la puerta de la administración contrastaba con las caras tristes de gente que estaba haciendo cola a unos 15 metros, en Aldea Utopía, en donde estaban repartiendo alimentos a gente necesitada. Aldea Utopía es una asociación de ayuda a personas en riesgo de exclusión social.
Entre la gente que comentaba la suerte de una sola persona, que algunos pensaban que era una mujer, se encontraba una de las vendedoras de lotería más conocida de la ciudad, Fátima, que vende décimos en cafeterías y en la calle. «Yo llevó 40 años vendiendo lotería, y seguiré mientras me dejen las piernas. Yo he dado dos veces el Gordo en Cáceres», afirmaba.
Un coche paraba frente a la administración para preguntar, los cuatro jóvenes que iban dentro, qué había pasado. «Se ha vendido un décimo de 20.000 euros, pero poneos el cinturón, que ninguno lo lleváis puesto», les indicó una periodista de Canal Extremadura Radio. En el bar de al lado, en el 'París 12', en donde en una pizarra se anuncia: «Litro+Ración=7 euros», un parroquiano preguntaba cuánto había tocado. Cuando supo la respuesta dijo antes de empinar un botellín de cerveza: «20.000 euros. ¡Qué bien! ¡20.000 cervezas!»
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