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En la salida de las Millas cuesta contenerse. Altavoces a tope escupiendo sintonías emotivas , abrazos efusivos, fotos, reencuentros. Suspiros mirando al cielo. Legionarios romanos bajo ... el acueducto. Cuenta atrás...Y a correr. Pues no. A correr no. Quedan por delante cien kilómetros, noche fría, barro y previsión de lluvia. Hay que salir sin prisas no a invadir Polonia. Lo dice Manolo Coronado. Un caminante experimentado que se ha cruzado Europa a pie –de Tarifa a Atenas– y que ha hecho más de veinte veces los cien en un día. Todo el que quiere bautizarse en las Millas acude a Manolo. Está ahora haciendo su número 22. Por eso paseaba tranquilo en los Milagros. «No se puede salir como si la carrera durara dos horas». Y advierte, nos espera una edición con mucho frío. El muro emerge en las últimas horas de la noche. Si llegas con vida al amanecer, lo tienes hecho. Frutos secos, gominolas y barritas energéticas. Confía en los avituallamientos de la organización para no perder muchas calorías. Subieron por las Josefinas dirección Mirandilla y luego se metieron en Cornalvo. Su previsión es llegar a la primera hora de la mañana a la Zarza.
Junto a Manolo Coronado va Dunia Fuentes. Debuta. Por eso lo de ir en todo momento con Manolo. Físicamente, explica, se ve más que preparada. Ha cogido fondo con rutas largas de más de cincuenta kilómetros y cuestas.
«Me da miedo llevar el cuerpo al límite. Me apetecía probarme. Físicamente estoy muy bien, pero esto es una prueba de resistencia mental. Quiero saber cuánto de dura soy psicológicamente». Dunia se llevó muchos abrazos antes de partir. Si los abrazos dieran metros ya habría llegado.
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Y dando la salida también a los milleros José Luis Rodríguez Roldán. Presidente del Club Caminos Romanos y organizador. Ha pasado una semana complicada. La sucesión de lluvias, explica, ha obligado a cambiar a última hora tres avituallamientos porque no llegaban los furgones. También han tocado algo el recorrido. Se quedan sin subir al castillo de Alange. Se ha caído la puerta de salida del aljibe, por donde pasaban. Darán la vuelta al monumento, pero no subirán. Y han puesto una pasarela especial en el badén del río. Ya no hay puente y querían dar seguridad porque pasan junto a la carretera de noche. La DGT les ha autorizado.
Avisa el organizador del frío de la madrugada y la previsión de lluvia para los últimos kilómetros, cuando más castigados van los milleros. «Al menos hemos podido montar una salida digna, como se merecen los participantes». Y cuidado también con las piedras resbaladizas y el barro. «Esto solo acaba de empezar».
Entregó José Luis los 1.600 euros a la asociación para la asociación que promueve la donación de la médula ósea y a la asociación oncológica extremeña. La recaudación de la prueba. «Estamos aquí por los pacientes». Las Millas mantiene la esencia con la que nació en 1999. No es competitiva –sería una más del calendario– y no hay una empresa detrás. Todos voluntarios. La Millas es la fiesta de los caminantes.
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